miércoles, 29 de abril de 2009

Ilusión óptica

El otro día quería un libro pero no estaba disponible en Estados Unidos en la edición que yo necesitaba. El único ejemplar, en Amazon, se encontraba en Inglaterra. Lo pedí.

Pasaron dos semanas, y el libro no llegó. Impaciente, revisé mi cuenta en Amazon, y me percaté de que me habían reembolsado el dinero pagado: "el libro ya no está disponible." Nada más.

Todo esto me ha dejado pensando mucho en la realidad virtual en que nos movemos. Nos hemos acostumbrado a creer que porque tenemos acceso a ese producto deseado, venga en la forma que venga, significa que podemos adquirirlo. La respuesta es que no siempre.

Con tan sólo un clic pude aspirar a ese libro que tanto deseaba, pero con otro, igual de fácil, descubrí que la realidad virtual puede ser, tan sólo, una ilusión óptica.

martes, 28 de abril de 2009

Eco

Visito blogs por la perspectiva del blogger, y no para enterarme de las noticias -para eso, leo el periódico, o me empalago con CNN.

Estoy cansada del sensacionalismo barato que invade los medios tradicionales estadounidenses, y me apena darme cuenta de que cada día los blogs se convierten, más y más, en su eco.

Por favor, no nos torturen con la misma noticia 24 horas al día, siete días a la semana. Si van a repetir lo mismo que ha dicho titirimundi, por lo menos, denle una vuelta de tuerca. ¡No nos saturen el cerebro aún más de lo que ya lo llevamos! No sean simples altoparlantes. Ello supone la pérdida de la chispa, del toque personal y del punto de vista del que observa desde afuera.

Imagen vía Cyberpunkreview

lunes, 27 de abril de 2009

¿Un beso?... ponte la mascarilla.

A juzgar por las últimas noticias, y el beso emascarillado de los tortolitos de la foto, habrá que sumar un nuevo riesgo a la vida en pareja. ¡Qué tal!

domingo, 26 de abril de 2009

El niño de la ventana

El niño tenía la mirada perdida, y el rostro hecho un nudo de rabia. La frialdad resumía por sus ojos. Una mujer, que podría ser su abuela, trataba en vano de hablarle, y darle algo de comer. El no respondía. Llevaba meses ido, inmóvil, mirando por la ventana.

Por lo menos tres meses llevaba el niño anclado ante la ventana. Así lo veía cada mañana de camino al trabajo, y ahí estaba cuando regresaba. Me preguntaba, ¿por qué estaría ahí siempre?¿Qué añoraría? ¿A quién esperaría? Buscaba su rostro en un intento de adivinarlo, pero siempre la misma navaja helada brotaba de sus ojos y se clavaba en los míos, dejándolo todo, como siempre, en la oscuridad.

En ocasiones llegué a detenerme en la acera a esperar que el peso de mis ojos se posará sobre él, y lo obligara a mirarme. Al final, siempre se volvía hacia mí a la velocidad de un rayo: su mirada era dura, y deletreaba claramente un ¿qué quieres? ¿Qué me ves? Le ofrecía una sonrisa, pero ésta no era suficiente para aplacar su rabia, y se volvía a su mundo de silencios.

Un día de marzo dejé de ver su mirada agria. Su sombra permanecía, pero él ya no estaba. ¿Habrá ido al parque, al colegio, a la tienda? Me sentí satisfecha de que hubiera salido de la casa por primera vez desde que yo lo espiaba. Tal vez, ya había vuelto de su larga estadía en el abismo.

Pasó un mes sin que viera el niño. Había algo dentro de mí que no me permitía olvidarme de él. Pensé tocar la puerta de su casa, ¿pero qué diría?... No se me ocurría nada que justificara mi presencia. El otro día, sin pensarlo más, encaminé unos pasos hacía la casa, pero no me atreví a tocar. Me marché sin saber muy bien por qué estaba ahí, ni por qué me retiraba.

Justo al mes, y ocho días disipé la duda de qué le había pasado al muchacho de la ventana. Jamás lo hubiera sospechado: Boy Hangs Himself with a Cord in Jackson Heights- anunciaba un ejemplar atrasado del periódico local...

sábado, 25 de abril de 2009

Ubi sunt?

Aunque sigues con nosotros te extraño. Echo de menos tus historias de tiempos y personas que no conocí, tus décimas, tus refranes, tu picardía, tu sentido del humor. ¿Adónde te has ido querida mía?

Cierro los ojos y te veo en la casa de la infancia, rodeada de flores, y colmándome de atenciones. Aún percibo el olor a dulce de leche, a mangos y a granadas del patio de tu casa.

¿Recuerdas la guásima? ¡Cómo me gustaba jugar a su sombra! Verla aparecer ante mis ojos era una visión abrumadora, porque justo detrás de ese árbol frondoso y tierno, estaba tu casa que tanto adoraba.

El desyuno en tu casa tenía un sabor diferente. Una de los recuerdos más vívidos de mi infancia es de ti, Osi y yo comiendo huevos hervidos blanditos con plátano. Nos gustaba ir por los huevos frescos al nido de la gallina. ¿Recuerdas cómo me gustaba imitarte usando un palito de limón para hacer que la sal se disolviera uniformemente en el huevo? Sólo a ti se te hubiera ocurrido tremendo truco. Para mí era un acto de magia. Jamás vi a otra persona hacer nada semejante.

¿Recuerdas cuando Osi y yo insistimos en que nos diera a cada uno un pollito para llevarlo a casa? Ni te podías imaginar lo que haríamos al llegar al río: le dimos un delicioso baño que casi los mata. ¿Cómo no se te ocurrió decirnos que los pollitos no se bañaban? Para nosotros era lo más natural del mundo zambullirlos en el río, porque era una de las cosas que más disfrutábamos nosotros. ¿Por qué no dejar que nuestros nuevos amigos se bañaran con nosotros? Por suerte para los pollitos, apareció un alma caritativa y mucho más sensata que nosotros, y los rescató de lo que hubiera sido una muerte atroz.

¿Recuerdas a Linda? Era hermosa con su cuerpo blanco y negro, y su mirada dulzona. ¡Era tan tierna! Le gustaba acostarse en la cama a mi lado. Nunca olvidaré el día que metió la cabeza en un frasco del que no la podría sacar. Fue horrible cuando tiempo después descubrieron su cadáver aún con el frasco en la cabeza.

¡Cuanto tiempo ha pasado! Ya no soy aquella niñita de pelo 'e caña -como me decía el abuelo-, Linda nos dejó hace muchos años, la vieja casona ya no existe, la guásima se ha secado, las flores del patio se marchitaron y tu abuelita te me escurres cada día cual agua entre los dedos.

Foto vía flickr

miércoles, 22 de abril de 2009

Pasaje de ida, ¿una medida económica o reaccionaria?

El gobierno de Japón ha implementado un programa de "repatriación voluntaria" para los trabajadores latinoamericanos que han quedado desempleados a causa de la actual recesión.

La iniciativa ofrece unos tres mil dólares para costos de viaje y dos mil por cada miembros de la familia.

Para participar en este programa los inmigrantes deben cumplir tres requisitos: ser descendiente de los japoneses que hace un siglo emigraron a Brasil -y otros países suramericanos, estar desempleado, y renunciar de forma definitiva a la posibilidad de volver a trabajar en Japón.

La mayoría de estos trabajadores, que hoy son desechables, fueron reclutados por Japón en los años noventa en pleno apogeo del sector exportador. Pero, en el momento actual, debido al descalabro de la economía, un gran número de fábricas han cerrado, dejando a estos trabajadores en un limbo económico.

No puedo evitar el paralelismo con con otras crisis económicas y la tensiones sociales a través de la historia reciente. Éstas siempre han creado “la oportunidad perfecta” para que distintos gobiernos se deshagan de segmentos no deseados de la sociedad. Así lo corrobora el holocausto, el encierro de los japoneses americanos en los años cuarenta, la deportación de inmigrantes después del 11 de septiembre, y la campaña anti-inmigrante que se ha apoderado de gran parte de los Estados Unidos y del mundo en general.

No es muy descabellada mi conclusión si observamos las declaraciones del señor Kawasaki, un antiguo ministro de Salud Pública. Kawasaki le ha dicho a The New York Times que la crisis económica presenta una gran oportunidad para frenar las políticas migratorias del país (“… the economic slump was a good opportunity to overhaul Japan’s immigration policy as a whole”).

El Sr. Kawasaki, considera que Japón debe detener el flujo de trabajadores de escasas destrezas laborales; del mismo modo, asegura que aun los trabajos difíciles, sucios y peligrosos deben ser bien pagados y desempeñados por japoneses (“We should stop letting unskilled laborers into Japan. We should make sure that even the three-K jobs are paid well, and that they are filled by Japanese”).

Para concluir, advierte que Japón no debe convertirse en ‘una sociedad multiétnica’ al igual que los Estados Unidos -ya que ha sido un fracaso en cuanto a inmigración. El fracaso lo demuestran la extrema desigualdad entre los americanos ricos y los inmigrante pobres (“I do not think that Japan should ever become a multi-ethnic society” like the United States, which “has been a failure on the immigration front,” Mr. Kawasaki added. That failure, he said, was demonstrated by extreme income inequalities between rich Americans and poor immigrants”).

Considero que Japón comete un grave error al cerrar sus puertas permanentemente a estos inmigrantes. La economía volverá a surgir, y entonces necesitarán la mano de obra que hoy desechan; además, hoy, de por sí, ya existe un gran déficit de trabajadores en el sector de servicio a los envejecientes, y la agricultura. Y, si a esto añadimos que la población es bastante mayor, que la gente hoy vive más, y que la tasa de natalidad está en descenso desde el 2005, se me hace muy difícil aceptar la medida como solución "económica'.

Fuente: Japan Pays Foreign Workers to Go Home, Forever

domingo, 19 de abril de 2009

Lavish Funerals

Providing a good service to the dead is a thriving industry even amid the economic crisis. According to the New York Times: "A growing willingness to cater to individual tastes is helping the funeral industry hold its own during the recession." An increasing number of people are paying big bucks to keep doing, after death, what they enjoyed while they were alive.


I believe that funerals are expensive, and ridiculous already, so why add more complications with a sense of anachronistic self-indulgence when one is dead. Why succumb to mundane desires to satisfy our spending drive even after we cease to exist?

I want to be cremated when that time comes. That is what I want, but again, I will be dead so, I may not -especially if my catholic mother is around :P. But, I could settle for the most inexpensive and simplistic service available.

I think is offensive to waste so much money on a luxurious funeral. That money will be better used serving those who are left behind. But, again, we all have the right to do what we want with our money, even if it is after we die. Just make sure you make all the necessary arrangements in advance, because, if you are counting on someone like me to carry out your frivolous desires, you may be disappointed -or not :P.

Fortunately for the US economy, this thriving business does not need me to flourish, as Ms. Glaser puts it in her article The Funeral: Your Last Chance to be a Big Spender, "... people in the funeral business have something that executives in many other industries don’t: a guaranteed, and expanding, pool of customers."

Source: The Funeral: Your Last Chance to be a Big Spender
Picture, via The New York Times

viernes, 17 de abril de 2009

Carpe Diem

Muy a menudo nos olvidamos de que nuestra estadía en este planeta es limitada. Nos olvidamos de vivir cada momento porque hacemos nuestro trabajo el centro de nuestra existencia.

Aunque todos conocemos el cliché "trabajemos para vivir y no vivamos para trabajar," nos resulta difícil -si no imposible- hacer lo que nos pide ese mandato. Nuestro mundo exige que seamos productivos, que compitamos, que no sólo participemos sino que salgamos vencedores en todo lo que hacemos.

Nos convertimos en autómatas, hacemos lo que tenemos que hacer, lo que se espera de nosotros, y nos olvidamos de ser conscientes del momento actual. Nuestro enfoque es siempre el mañana o el ayer, y nos olvidamos del único tiempo real: el presente.

En lo personal no recuerdo un momento de mi vida adulta en el que no haya tenido un proyecto que realizar. Y, lo he hecho por muchos años y he obtenido los beneficios deseados; pero en esta etapa de mi vida se me antoja vivir más que completar proyectos. No quiero ver mi vida desde un lejano futuro, y darme cuenta de que dejé de disfrutar lo esencial, por lo puramente utilitario, porque para entonces ya será tarde. Hace algún tiempo ya que vengo intentando practicar el estar presente en cada momento de mi vida y en todo lo que hago...

Les añado uno de los poemas más conocido de Góngora cuyo tema principal es precisamente el Carpe Diem, aunque desde una óptica muy particular: el disfrute de la belleza  porque ésta al igual que nosotros también pasará.


Soneto CLXVI

Mientras por competir con tu cabello,
oro bruñido al sol relumbra en vano;
mientras con menosprecio en medio el llano
mira tu blanca frente el lilio bello;

mientras a cada labio, por cogello.
siguen más ojos que al clavel temprano;
y mientras triunfa con desdén lozano
del luciente cristal tu gentil cuello:

goza cuello, cabello, labio y frente,
antes que lo que fue en tu edad dorada
oro, lilio, clavel, cristal luciente,

no sólo en plata o vïola troncada
se vuelva, mas tú y ello juntamente
en tierra, en humo, en polvo, en sombra, en nada.

Si les interesa el tópico del carpe diem pueden leer en esta página el poema de Horacio que se cita como su fuente primaria. El poema está en latín e inglés.

El soneto CLXVI fue tomado de Poesía lírica del Siglo de Oro. Ed. Elías L. Rivers.Madrid: Cátedra, 1997.

Imagen: vía Carpediemglorianne.blogspot.com

miércoles, 15 de abril de 2009

Lector

Para ti que me lees ...

Me escurro entre tus manos tiernas arropada en la leve luz de tu rincón íntimo, y lejano. Al leerme, reanimas mis palabras, mientras las musitas en la distancia.

Te sueño, con los ojos fijos en tu ser infinito. Un suave olor a poesía embriaga mi espacio: exhalo calma, musito unas palabras, levito en éxtasis a tus espaldas.

Deshojas mis palabras entre tus manos en la serenidad de esta tarde azul. La profundidad de tus ojos acaricia mis pensamientos en íntima comunión.

Al pensarte, se materializa el aroma de tu ser incorpóreo, embriagas la intimidad de mi hogar, y te tiendes a mi lado en una nube de algodón. Me susurras unas palabras que se deslizan ligeras, de tu mente a tus labios, hasta mi corazón.

Abrumados por el momento, lo perpetuamos al leernos... Un manto de imágenes nos abraza; y nos perdemos en un bosque encantado, cabalgando juntos, suspendidos de las palabras indeleblemente grabadas en los sentidos.

Cuadro: The Reader, Ferdinand Heilbuth