Aunque todos conocemos el cliché "trabajemos para vivir y no vivamos para trabajar," nos resulta difícil -si no imposible- hacer lo que nos pide ese mandato. Nuestro mundo exige que seamos productivos, que compitamos, que no sólo participemos sino que salgamos vencedores en todo lo que hacemos.
Nos convertimos en autómatas, hacemos lo que tenemos que hacer, lo que se espera de nosotros, y nos olvidamos de ser conscientes del momento actual. Nuestro enfoque es siempre el mañana o el ayer, y nos olvidamos del único tiempo real: el presente.
En lo personal no recuerdo un momento de mi vida adulta en el que no haya tenido un proyecto que realizar. Y, lo he hecho por muchos años y he obtenido los beneficios deseados; pero en esta etapa de mi vida se me antoja vivir más que completar proyectos. No quiero ver mi vida desde un lejano futuro, y darme cuenta de que dejé de disfrutar lo esencial, por lo puramente utilitario, porque para entonces ya será tarde. Hace algún tiempo ya que vengo intentando practicar el estar presente en cada momento de mi vida y en todo lo que hago...
Les añado uno de los poemas más conocido de Góngora cuyo tema principal es precisamente el Carpe Diem, aunque desde una óptica muy particular: el disfrute de la belleza porque ésta al igual que nosotros también pasará.
Soneto CLXVI
Mientras por competir con tu cabello,
oro bruñido al sol relumbra en vano;
mientras con menosprecio en medio el llano
mira tu blanca frente el lilio bello;
mientras a cada labio, por cogello.
siguen más ojos que al clavel temprano;
y mientras triunfa con desdén lozano
del luciente cristal tu gentil cuello:
goza cuello, cabello, labio y frente,
antes que lo que fue en tu edad dorada
oro, lilio, clavel, cristal luciente,
no sólo en plata o vïola troncada
se vuelva, mas tú y ello juntamente
en tierra, en humo, en polvo, en sombra, en nada.
Mientras por competir con tu cabello,
oro bruñido al sol relumbra en vano;
mientras con menosprecio en medio el llano
mira tu blanca frente el lilio bello;
mientras a cada labio, por cogello.
siguen más ojos que al clavel temprano;
y mientras triunfa con desdén lozano
del luciente cristal tu gentil cuello:
goza cuello, cabello, labio y frente,
antes que lo que fue en tu edad dorada
oro, lilio, clavel, cristal luciente,
no sólo en plata o vïola troncada
se vuelva, mas tú y ello juntamente
en tierra, en humo, en polvo, en sombra, en nada.
Si les interesa el tópico del carpe diem pueden leer en esta página el poema de Horacio que se cita como su fuente primaria. El poema está en latín e inglés.
El soneto CLXVI fue tomado de Poesía lírica del Siglo de Oro. Ed. Elías L. Rivers.Madrid: Cátedra, 1997.
Imagen: vía Carpediemglorianne.blogspot.com
Es cierto, de cuando en cuando y cada vez con mayor frecuencia hasta hacerlo de manera contínua hay que bajar las defensas con las que nos protegemos y debemos liberarnos de las ataduras con las creemos la sociedad nos aprisiona y debemos así abandonarnos al disfrute del presente, al deleite de los sentidos, a la experiencia de la sensualidad.
ResponderEliminarY en este momento llega a mi mente un amigo mio que NO acompañó a su señora el dia que nacieron sus hijos (2 veces) ...
ResponderEliminarpor que tenía mucho trabajo.
Sin palabras.
San Escrin, ese señor es un bárbaro. Si yo hubiera sido la esposa, tal vez sólo hubiéramos el primero, jajajaja.
ResponderEliminarBienvenido, señor dictador!