lunes, 31 de diciembre de 2007
Feliz 2008
Les deseo mucha salud y mucho amor en este nuevo año. ¡Feliz 2008! Bailen como si nadie estuviera mirándolos, amen como si no les fueran a hacer daño y vivan como si no hubiera mañana... Mil gracias por leerme y por compartir este espacio conmigo. ¡Gracias!
jueves, 27 de diciembre de 2007
Bhutto: asesinada
“We are prepared to risk our lives and we are prepared to risk our liberty, but we are not prepared to surrender our great nation to the militants.” Benazir Bhutto.
Bhutto fue asesinada mientras se dirigía a sus seguidores este jueves 27 de diciembre en Islamabad. Otro crimen político para los anales de la impunidad. !Hasta cuándo!lunes, 24 de diciembre de 2007
¿Me he convertido yo en el Grinch?
Hoy es Nochebuena, y para mi será una noche cualquiera. Me han invitado amigos y familiares, y aunque tal vez vaya, la verdad no me hace ilusión. Hubo años en los que celebraba y era muy feliz; pero también los ha habido muy tristes, en los que me la he pasado recordando a todos los que no estaban a mi lado. En esas ocasiones de profunda tristeza me llegaban al oído como un murmullo lejano, algunos versos de Fabio Fiallo:
Qué triste el que lejos de su casa ve pasar la Nochebuena
Ese sabe lo que es frío, y sabe lo que es tristeza,
Estrellita que en el cielo me pareces una lágrima
Cuéntame si estás mirando los que cenan en mi casa…
Sin embargo, ya son tantas Nochebuenas lejos de casa que he terminado por acostumbrarme. Hace dos años volví a casa por Navidad, y francamente no fue lo que yo esperaba. Entonces comprendí perfectamente el verso del Romance Sonámbulo de Lorca “…yo ya no soy yo. Ni mi casa es ya mi casa.” Nada es ya igual, ni la casa, ni la familia, ni el país, ni yo, ni nada. Por eso, hoy no estoy triste sino resignada e indiferente; lo único que ,tal vez, me devuelva el espíritu de la Navidad sería darles a los niños, ajenos y propios todo lo lindo que tuve yo mientras fui niña, y mientras disfruté de la magia de la Navidad; por ahora, Nochebuena y Navidad son dos días más que marca el calendario.
A ustedes que aún celebran les deseo una hermosa velada, y ¡muchas felicidades!
Qué triste el que lejos de su casa ve pasar la Nochebuena
Ese sabe lo que es frío, y sabe lo que es tristeza,
Estrellita que en el cielo me pareces una lágrima
Cuéntame si estás mirando los que cenan en mi casa…
Sin embargo, ya son tantas Nochebuenas lejos de casa que he terminado por acostumbrarme. Hace dos años volví a casa por Navidad, y francamente no fue lo que yo esperaba. Entonces comprendí perfectamente el verso del Romance Sonámbulo de Lorca “…yo ya no soy yo. Ni mi casa es ya mi casa.” Nada es ya igual, ni la casa, ni la familia, ni el país, ni yo, ni nada. Por eso, hoy no estoy triste sino resignada e indiferente; lo único que ,tal vez, me devuelva el espíritu de la Navidad sería darles a los niños, ajenos y propios todo lo lindo que tuve yo mientras fui niña, y mientras disfruté de la magia de la Navidad; por ahora, Nochebuena y Navidad son dos días más que marca el calendario.
A ustedes que aún celebran les deseo una hermosa velada, y ¡muchas felicidades!
miércoles, 19 de diciembre de 2007
33 horas con Feijoo
Para los que me hayan echado de menos, y se hayan pregundado dónde estaba. He aquí una muestra. Mi adorado profesor me dio un examen para hacerlo en la casa -mejor dicho en la biblioteca- y sólo nos dio el fin de semana. (No tenía idea de que alguien me espiaba hasta que me mandaron la foto, jajajajja; por suerte conozco al paparazzo)
domingo, 9 de diciembre de 2007
Hips don't lie, it's the bagel
Estoy completamente adicta a unos bagels que venden a dos cuadras de casa. He de confesar que ésta es una adición recurrente. Creía que estaba curada, que la había superado; pero no, sigue ahí como un peligro latente, dispuesto a asaltarme al menor descuido. La tentación es grande, una vez que me como uno, ya tengo que seguir haciéndolo todos los días; no puedo resistirme al calentito del horno, lo cremoso del queso, y la aroma del café -esta combinación a las seis de la mañana me resulta un verdadero manjar.
El problema no es la adición en sí, sino yo. Me explico, al tanto que voy consumiendo bagels, éstos comienzan a reproducirse al rededor de mis caderas; y se van anidando, poco a poco, hasta que que forman un circulo perfecto. Dicho de otra forma, me surge una especia de bagel perfectamente diseñado sobre mis caderas. Esto me causa gran confusión, pues ya no sé si tengo un begel caderífico, o una cadera bagelística; lo que si sé a ciencia cierta, es que ése es el precio precio que tengo que pagar cada vez que vuelvo a las andadas.
Imagen via Lifeplusvitamin.com
El problema no es la adición en sí, sino yo. Me explico, al tanto que voy consumiendo bagels, éstos comienzan a reproducirse al rededor de mis caderas; y se van anidando, poco a poco, hasta que que forman un circulo perfecto. Dicho de otra forma, me surge una especia de bagel perfectamente diseñado sobre mis caderas. Esto me causa gran confusión, pues ya no sé si tengo un begel caderífico, o una cadera bagelística; lo que si sé a ciencia cierta, es que ése es el precio precio que tengo que pagar cada vez que vuelvo a las andadas.
Imagen via Lifeplusvitamin.com
martes, 4 de diciembre de 2007
Mi árbol
Anoche cuando me acosté mi árbol era rojo aún, pero esta mañana lo encontré desnudo y moribundo; y postrados a sus pies, yacían todos los rojos, y toda la vida que el viento le pudo arrancar. Al verlo sentí nostalgia de mi árbol rojo, pero, de repente, respiré aliviada, cuando me susurró muy suavemente: "hasta siempre ..." Entendí que siempre será mi árbol, y que lo veré reaparecer el próximo otoño tan rojo como siempre.
Imagen vía Olga's Gallery: The Red Tree, Piet Mondrian
lunes, 3 de diciembre de 2007
La lucha por la vida: entre la ética y la demagogia
Todos los días me maravillo más de la complejidad del ser humano. Se me hace tan difícil reconciliar muchos de nuestros actos con nuestra intransigencia. Los seres humanos somos capaces de vivir en una zona de confort con la dicotomía del bien y del mal; sólo varían los niveles de bien y mal, que van desde lo más insignificante hasta lo más trascendental. ¿Cómo reconciliar nuestra capacidad de actuar bien con la de actuar mal?
Hace poco más de un mes, caía un diluvio en la ciudad de Nueva York. Me detuve en una estación de gasolina, se me acercó el dependiente y se ofreció a ayudarme porque hacía mucho frío. El señor me conoce, y sabe que cuando me dan ataques de vagancia al máximo grado, soy capaz de pagar más por la gasolina, y de darle una buena propina. Al verme, comprendió que era uno de esos días... Al disponerme a salir, le pregunté al buen samaritano si sabía dónde podía comprar una sombrilla* -porque la mía había sucumbido a la lluvia y a la brisa-,sin vacilar, él me ofreció la suya, "no te preocupes, tengo dos te presto una, y me la traes cuando vuelvas." Le agradecí el gesto, acepté la sombrilla, y me fui.
El día que volví a devolverle la sombrilla, el hombre actuó de una forma que a mí me pareció incongruente con la gran bondad que hasta entonces había exhibido. Todo comenzó cuando me preguntó por mis niños, y le contesté que no tenía. Le dije que me gustaría tener hijos en un futuro, pero que si no pudiera tenerlos, no tendría inconveniente en adoptar; aquí le salió, la otra personalidad, una que jamás le había visto en los dos años que llevo de conocerlo. "¿Adoptar? ¡no!", "esos no serían tus hijos." Su cara denotó una rigidez y una amargura que no le conocía, su sonrisa de perlas dio paso a un rostro duro... Me habló de sus frustrados anhelos de ser padre, de que había gastado miles de dólares en tratamientos de fertilidad, tanto en la India como en los Estados. Intenté decirle que si lo que quería era ser padre, la adopción era una alternativa; pero su respuesta fue un rotundo no, un nunca jamás. Me quedé perpleja. Este buen señor prefiere seguir sufriendo la amargura de ver como cada mes pasa sin que su esposa logre embarazarse y perderse la dicha de ser padre a adoptar un bebé; prefiere gastar miles de dólares en estos tratamientos que no le han funcionado, a adoptar una criaturita cuya única culpa ha sido, haber nacido. ¡Totalmente incomprensible para mí! Salí de la estación con un mal sabor de la boca, ¿cuántos como él habrían en esta ciudad? La verdad muchos. Recordé que un 44% de las mujeres estadounidenses que requieren ayuda a la hora de concebir un bebé residen en la Ciudad de Nueva York.
No pude evitar cuestionar el aspecto ético de embarcarse en estos tratamientos de fertilidad mes tras mes, cuando hay niños que esperan que alguien los adopte. Pensé en que todos los días miles de embriones son implantados en el vientre de mujeres estériles, otros son almacenados en congeladores por años, y otros tantos simplemente son tirados a la basura; me duele toda esta histeria por concebir un hijo biológico, mientras miles de niños esperan que unos padres los adopten y les den una oportunidad de ser felices. Luego, pensé en nuestros "respetables políticos conservadores" en Washington, ¿cómo no pensar ellos? En ellos que se llenan la boca hablando de ética y moral, y quienes han puesto miles de trabas al desarrollo de las investigaciones con células madres. Se me hizo extraño que a ellos nunca los he escuchado cuestionar el uso y desecho de embriones en las clínicas de fertilidad. Me imagino que esos embriones no tienen los mismos 'derechos' que los que se usan en la investigación científica. Pensé y pensé, y no logré entender el por qué se pueden desechar embriones en las clínicas de fertilidad y no se puede usar en la investigación científica.
Creo que el que los políticos conservadores no se pronuncien en contra del uso de embriones en las clínicas de fertilidad, le resta peso a su argumento ético/moral en contra de la investigación con células madres. Es que ellos prefieren olvidar que los embriones usados en las investigaciones científicas son los mismos que desechan las clínicas de fertilidad. ¿Quién entiende la moral de los políticos? Esa moral que tanto predican parece ser selectiva, sólo sale a relucir cuando es buena para generar votos. Creo que el usar embriones para tan siquiera explorar la posibilidad de salvar vidas, es mucho más ético que el desecharlo como se hace a diario en las clínicas de fertilidad. He aquí otro caso de doble moral y demagogia política, ya que si la cuestión es la manipulación/uso de los embriones, entonces lo lógico sería prohibir todo tratamiento que requiera de su uso/minipulación. Mientras tanto, continúa la lucha de poderes, y entre éticas y demagogias, a diarios se siguen desanchando embriones, los que quieren ser padres siguen buscando el embarazo soñado, y en la más cruel de las desesperanzas, miles de hijos siguen esperando a unos padres que tal vez nunca lleguen.
*paraguas
Hace poco más de un mes, caía un diluvio en la ciudad de Nueva York. Me detuve en una estación de gasolina, se me acercó el dependiente y se ofreció a ayudarme porque hacía mucho frío. El señor me conoce, y sabe que cuando me dan ataques de vagancia al máximo grado, soy capaz de pagar más por la gasolina, y de darle una buena propina. Al verme, comprendió que era uno de esos días... Al disponerme a salir, le pregunté al buen samaritano si sabía dónde podía comprar una sombrilla* -porque la mía había sucumbido a la lluvia y a la brisa-,sin vacilar, él me ofreció la suya, "no te preocupes, tengo dos te presto una, y me la traes cuando vuelvas." Le agradecí el gesto, acepté la sombrilla, y me fui.
El día que volví a devolverle la sombrilla, el hombre actuó de una forma que a mí me pareció incongruente con la gran bondad que hasta entonces había exhibido. Todo comenzó cuando me preguntó por mis niños, y le contesté que no tenía. Le dije que me gustaría tener hijos en un futuro, pero que si no pudiera tenerlos, no tendría inconveniente en adoptar; aquí le salió, la otra personalidad, una que jamás le había visto en los dos años que llevo de conocerlo. "¿Adoptar? ¡no!", "esos no serían tus hijos." Su cara denotó una rigidez y una amargura que no le conocía, su sonrisa de perlas dio paso a un rostro duro... Me habló de sus frustrados anhelos de ser padre, de que había gastado miles de dólares en tratamientos de fertilidad, tanto en la India como en los Estados. Intenté decirle que si lo que quería era ser padre, la adopción era una alternativa; pero su respuesta fue un rotundo no, un nunca jamás. Me quedé perpleja. Este buen señor prefiere seguir sufriendo la amargura de ver como cada mes pasa sin que su esposa logre embarazarse y perderse la dicha de ser padre a adoptar un bebé; prefiere gastar miles de dólares en estos tratamientos que no le han funcionado, a adoptar una criaturita cuya única culpa ha sido, haber nacido. ¡Totalmente incomprensible para mí! Salí de la estación con un mal sabor de la boca, ¿cuántos como él habrían en esta ciudad? La verdad muchos. Recordé que un 44% de las mujeres estadounidenses que requieren ayuda a la hora de concebir un bebé residen en la Ciudad de Nueva York.
No pude evitar cuestionar el aspecto ético de embarcarse en estos tratamientos de fertilidad mes tras mes, cuando hay niños que esperan que alguien los adopte. Pensé en que todos los días miles de embriones son implantados en el vientre de mujeres estériles, otros son almacenados en congeladores por años, y otros tantos simplemente son tirados a la basura; me duele toda esta histeria por concebir un hijo biológico, mientras miles de niños esperan que unos padres los adopten y les den una oportunidad de ser felices. Luego, pensé en nuestros "respetables políticos conservadores" en Washington, ¿cómo no pensar ellos? En ellos que se llenan la boca hablando de ética y moral, y quienes han puesto miles de trabas al desarrollo de las investigaciones con células madres. Se me hizo extraño que a ellos nunca los he escuchado cuestionar el uso y desecho de embriones en las clínicas de fertilidad. Me imagino que esos embriones no tienen los mismos 'derechos' que los que se usan en la investigación científica. Pensé y pensé, y no logré entender el por qué se pueden desechar embriones en las clínicas de fertilidad y no se puede usar en la investigación científica.
Creo que el que los políticos conservadores no se pronuncien en contra del uso de embriones en las clínicas de fertilidad, le resta peso a su argumento ético/moral en contra de la investigación con células madres. Es que ellos prefieren olvidar que los embriones usados en las investigaciones científicas son los mismos que desechan las clínicas de fertilidad. ¿Quién entiende la moral de los políticos? Esa moral que tanto predican parece ser selectiva, sólo sale a relucir cuando es buena para generar votos. Creo que el usar embriones para tan siquiera explorar la posibilidad de salvar vidas, es mucho más ético que el desecharlo como se hace a diario en las clínicas de fertilidad. He aquí otro caso de doble moral y demagogia política, ya que si la cuestión es la manipulación/uso de los embriones, entonces lo lógico sería prohibir todo tratamiento que requiera de su uso/minipulación. Mientras tanto, continúa la lucha de poderes, y entre éticas y demagogias, a diarios se siguen desanchando embriones, los que quieren ser padres siguen buscando el embarazo soñado, y en la más cruel de las desesperanzas, miles de hijos siguen esperando a unos padres que tal vez nunca lleguen.
*paraguas
Post relacionado: La polémica sobre la investigación con células madres
domingo, 2 de diciembre de 2007
¿Perdido en alta mar o secuestrado por la hermosa Kalypso?
Un día de 2002 John Darwin salió a dar una vuelta en su canoa como tantas veces lo había hecho; sin embargo, ésta vez le tomara cinco años regresar del paseito. La buena esposa re rehusaba a creer que su esposo no volvería por ella; pero con el paso de los años, y a pesar de que su cuerpo nunca apareció el Sr. Darwin fue dado por muerto; su esposa, o mejor dicho su viuda se marchó a Australia. Pero de repente, cuando nadie lo esperaba, este sábado John Darwin volvió de la muerte al identificarse ante la policía en un cuartel de Londón. La pregunta del millón es ¿qué demonios le pudo haber pasado a este Odiseo moderno entre el momento en que desapareció en alta mar y este sábado cuando se identifico ante las autoridades?
A mí me mata la curiosidad por saber qué le ocurrió verdaderamente, y por qué apreció, ahora que que todos ya lo habían dado por muerto. No quiero imaginarme cómo habrá cambiado esa familia en estos cinco años... y ¿qué habrá pasado con su Penélope?¿Será el Odiseo inglés tan dichoso como el griego? Esperemos a que Odiseo cuente su Odisea...
Imagen: Odiseo y Kalipso (1883) de Arnold Böcklin
A mí me mata la curiosidad por saber qué le ocurrió verdaderamente, y por qué apreció, ahora que que todos ya lo habían dado por muerto. No quiero imaginarme cómo habrá cambiado esa familia en estos cinco años... y ¿qué habrá pasado con su Penélope?¿Será el Odiseo inglés tan dichoso como el griego? Esperemos a que Odiseo cuente su Odisea...
Imagen: Odiseo y Kalipso (1883) de Arnold Böcklin
La escritura como experiencia humana (universal)
"En los libros refugiamos nuestros sueños para que no se mueran de frío." Don Gregorio, La lengua de la Mariposa
Esta frase de la película La lengua de la mariposa explica, de algún modo, mi forma de ver los libros: los libros son un refugio y un espejo de las experiencias vitales de los seres humanos. Los libros me conectan con voces de otros tiempos y espacios, y eso, mitiga la soledad y el desamparo que se puede sentir. No hay nada que yo pueda pensar ni sentir que otros no hayan pensado ni sentido antes. Esa conexión con otros seres humanos nos da consuelo, y un aire de normalidad.
Para mi, la vida tiene más sentido si nos conectamos con otros. Los libros facilitan esa conexión sin importar el tiempo ni el espacio. La literatura universal está llena de ejemplos de escritores y lectores que refugiaron sus sueños en los libros. Por ejemplo, a veces sentimos que hemos nacido en el momento equivocado, así lo pensaba Rubén Darío, "Yo detesto la vida y el tiempo en que me tocó nacer." Éste también fue el caso de Don Quiijote quien soñaba con otros tiempos. Recientemente, Ofelia en la película El Laberinto del Fauno, nos recordó que los libros y sus posibles universos pueden ser el único escape ante una realidad cruel y dolorosa. Tal vez, el enigma de la escritura radique en esa necesidad que tenemos los seres humanos de refugiar nuestros sueños donde no se mueran de frío, y en que esos sueños se multipliquen en los sueños de otros.
Nunca hay que olvidar que cuando el mundo real nos da la espalda, cuando nos rodea el caos, siempre existe un escape a otros mundos, a otros universos, llenos de otras posibilidades; esos universos ficticios, pero no por ello menos reales, son capaces de transformar una realidad agobiante por una más vital y verdadera. Lo interesante es que esa realidad que encontramos en los libros sólo puede existir en l la imaginación de su creador. Sin embargo, la magia ocurre cuando ese universo concebido por un ser ajeno a nosotros, adquiere sentido ante nuestros ojos cómplices, al descubrirnos en ese universo ajeno y distante; pero que a la vez, nos revela como miembros integrales de ese mundo que yace en nuestras manos. Nos emocionamos, reímos y lloramos cuando descubrimos que en esa historia también estamos nosotros, claramente identificados como miembro de la especie; sí, nosotros los anormales, de pronto somos legítimos humanos que protagonizamos una historia de ficción.
Hay algo extraordinariamente hermoso que se produce en el momento que la humanidad del escritor y los personajes de un historia deja de ser suya para pertenecerle al lector. Se establece una comunión/complicidad sin tiempo ni espacio; y en las páginas del libro, el escritor, todo su universo y el lector son uno en esencia. Ese mundo bello, artificiosamente inventado, imaginario, y a la vez pleno y vital es lo que más valoro en un libro de ficción.
Por todo lo ante dicho, admiro y respeto a los escritores capaces de ponernos al alcance de las manos un universo que son todos los universos. Me regocijo en esas obras en las que los seres humanos nos podemos reconocer, no tanto en la anécdota que nos cuentan sino en la esencia de ésta; disfruto a plenitud de esos libros que adquieren sentido desde cualquier punto del planeta, sin que para ello haga falta tener como referencia el tiempo histórico y el espacio físico del el escritor que los concibió. ¡Ésos son los libros que protegen mis sueños del frío!
Esta frase de la película La lengua de la mariposa explica, de algún modo, mi forma de ver los libros: los libros son un refugio y un espejo de las experiencias vitales de los seres humanos. Los libros me conectan con voces de otros tiempos y espacios, y eso, mitiga la soledad y el desamparo que se puede sentir. No hay nada que yo pueda pensar ni sentir que otros no hayan pensado ni sentido antes. Esa conexión con otros seres humanos nos da consuelo, y un aire de normalidad.
Para mi, la vida tiene más sentido si nos conectamos con otros. Los libros facilitan esa conexión sin importar el tiempo ni el espacio. La literatura universal está llena de ejemplos de escritores y lectores que refugiaron sus sueños en los libros. Por ejemplo, a veces sentimos que hemos nacido en el momento equivocado, así lo pensaba Rubén Darío, "Yo detesto la vida y el tiempo en que me tocó nacer." Éste también fue el caso de Don Quiijote quien soñaba con otros tiempos. Recientemente, Ofelia en la película El Laberinto del Fauno, nos recordó que los libros y sus posibles universos pueden ser el único escape ante una realidad cruel y dolorosa. Tal vez, el enigma de la escritura radique en esa necesidad que tenemos los seres humanos de refugiar nuestros sueños donde no se mueran de frío, y en que esos sueños se multipliquen en los sueños de otros.
Nunca hay que olvidar que cuando el mundo real nos da la espalda, cuando nos rodea el caos, siempre existe un escape a otros mundos, a otros universos, llenos de otras posibilidades; esos universos ficticios, pero no por ello menos reales, son capaces de transformar una realidad agobiante por una más vital y verdadera. Lo interesante es que esa realidad que encontramos en los libros sólo puede existir en l la imaginación de su creador. Sin embargo, la magia ocurre cuando ese universo concebido por un ser ajeno a nosotros, adquiere sentido ante nuestros ojos cómplices, al descubrirnos en ese universo ajeno y distante; pero que a la vez, nos revela como miembros integrales de ese mundo que yace en nuestras manos. Nos emocionamos, reímos y lloramos cuando descubrimos que en esa historia también estamos nosotros, claramente identificados como miembro de la especie; sí, nosotros los anormales, de pronto somos legítimos humanos que protagonizamos una historia de ficción.
Hay algo extraordinariamente hermoso que se produce en el momento que la humanidad del escritor y los personajes de un historia deja de ser suya para pertenecerle al lector. Se establece una comunión/complicidad sin tiempo ni espacio; y en las páginas del libro, el escritor, todo su universo y el lector son uno en esencia. Ese mundo bello, artificiosamente inventado, imaginario, y a la vez pleno y vital es lo que más valoro en un libro de ficción.
Por todo lo ante dicho, admiro y respeto a los escritores capaces de ponernos al alcance de las manos un universo que son todos los universos. Me regocijo en esas obras en las que los seres humanos nos podemos reconocer, no tanto en la anécdota que nos cuentan sino en la esencia de ésta; disfruto a plenitud de esos libros que adquieren sentido desde cualquier punto del planeta, sin que para ello haga falta tener como referencia el tiempo histórico y el espacio físico del el escritor que los concibió. ¡Ésos son los libros que protegen mis sueños del frío!
sábado, 1 de diciembre de 2007
Reality
What if we could open a door to another reality? What if we could coexist in two different worlds at the same time? And if so, how would that affect our humanity?
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