viernes, 26 de julio de 2013

Bradley Manning, el soldado que se alejó de la manada

Ayer salió en el New York Times un anuncio pagado en apoyo a Bradley Manning. El anuncio ocupó una página completa del periódico. Participé esta iniciativa porque creo que lo que hizo Manning fue un acto de valentía, a diferencia de otros soldados, escuchó su consciencia y mostró al mundo la impunidad con que se actúa en la guerra.

Nunca he sentido el menor respeto por el ejército estadounidense. De hecho, me molesta  que se espere que uno deba sentir reverencia por unos "héroes" que no son más que mercenarios. Éstos matan sin pensar, sin cuestionar nada, impulsando con sus actos los intereses geopolíticos de Estados Unidos, a costa de la sangre de gente inocente. ¿Qué hay de honorable en ello?

Es posible que muchos soldados estadounidenses no sepan de los crímenes del ejército antes de estar en el campo de batalla. Una vez allí, hacen el trabajo para el cual fueron entrenados. Los que sobreviven, luego lidian con las consecuencias de la guerra: unos se suicidan, y otros viven con cargos de consciencia toda su vida. Y, también los hay que no tienen el menor remordimiento, porque creen a ciegas en el ejército.

Bradley Manning, a diferencia de la mayoría, al ver lo que ocurría, decidió actuar cómo mejor pudo: propició que los estadounidenses y el mundo vieran los crímenes que estaban ocurriendo. Imagino que pensó que estos abusos pasaban porque no se sabía de ellos. Se equivocó. Los jefes de alto rango, y muchos de sus conciudadanos lo sabían, pero no les importaba, porque practican el inmoral principio de que el fin justifica los medios.

Imagino que Bradley Manning ve decepcionado, desde la soledad de su celda, cómo a la gran mayoría de los estadounidenses no les importó lo que él quiso mostrarles. El cambio que esperaba ocurririera no ocurrió. En el ejército y el gobierno todo sigue igual. Muchos de los estadounidenses, a quienes pensó conmovería, no se inmutaron; peor aún, éstos se pusieron de lado del ejército, y lo condenan por haber roto su voto de fidelidad al las fuerzas armadas.

La administración de Obama ha sido implacable con Bradley Manning, se ha asegurado de hacer de él un ejemplo para posibles detractores. El juicio ya terminó. El juez dicatará sentencia la próxima semana. Me llena de rabia que Bradley Manning vaya a pasar el resto de su vida en la cárcel por mostrar los crímenes del ejército. Es deprimente que lo penable por la ley sea el sacar a la luz los crímines del ejército, y no los actos en sí. Manning irá a la cárcel, mientras los criminales de guerra disfrutan de su libertad, y muchos hasta lucran dando charlas y vendiendo libros.

Ojalá un día los estadounidense despierten de su letargo y se den cuenta de que sus soldados son emisarios de la muerte, y que el mundo no está en guerra con Estados Unidos, sino al contrario. Y tal vez, de paso, se ponen a pensar en la calidad de vida que podrían tener, si la mayoría de los impuestos que pagamos fueran a los servicios publicos, y no a derramar sangre de "salvages" en algún lejano país.

lunes, 8 de julio de 2013

Una década sí es un siglo

Anoche estaba desvelada y se me ocurrió ponerme a leer entradas en mis antiguas "journals" -no uso la palabra diario, porque jamás he podido llevar uno, no tengo la constancia para hacerlo. Al revisar mis escritos de 2003, algo saltó a la vista: una década después me encuentro en otra encrucijada. La situación es similar, pero de naturaleza muy distinta.

En aquel entonces quería romper la relación de convivencia que había llevado por años con mi antiguo compañero. La verdad ha de ser dicha no era una mala relación, sin embargo, ya no llenaba mis necesidades emocionales. Me sentía sola en compañía, que es la peor de las soledades. Al leer las entradas de esos años, me veo atormentada, confundida, queriendo dar un paso, y sin saber cómo hacerlo sin dañar a mi ex pareja. Estaba segura de que el amor que nos unió, había acabado, pero no quería lastimarlo.

No fue hasta el 2005 cuando di el salto definitivo al vacío. Inicialmente mi recién adquirida libertad era todo lo que necesitba. Estaba feliz, radiante, viajé, conocí gente nueva, pero unos meses después, la realidad se impuso, y empecé a sentir el dolor de la pérdida emocional que había sufrido. Los que siguieron fueron años difíciles, y para empeorar la situación se le sumaron otras crisis inesperadas.

Esa separación inició un período de crecimiento inusitado. Fue una etapa de grandes desiluciones amorosas, de pérdidas de amigos, por mudanza, e inclusive por muerte. Esta década que definitivamente ha sido un siglo, me ha dejado grandes zanjas en el alma, me ha hecho madurar, y de algún modo me ha puesto más en contacto con mi ser, con lo que quiero, con lo que me hace feliz, y a saber hacia donde quiero encaminar mi vida.

Al mirar el camino andado no me arrepiento de haberlo dejado todo. Sin embargo, a veces, me pregunto qué habría sido de nosotros, si me hubiera quedado -estoy plenamente conciente de que "el hubiera no existe," pero creo que es algo inevitable pensar, a veces. La respuesta más segura es que habríamos llegado a odiarnos, y hacernos la vida imposible.  Lo importante es que sigo creyendo que tomé la decisión correcta, y estoy satisfecha con mi elección, aunque el camino haya sido espinoso.

En esta última década he vivido los momentos más difíciles de mi vida, y sin embargo, sigo de pie, los he superado. La vida me ha dado a beber tragos amargos, y me los he tomado, pero creo que ya es hora de una tregua. Por ahora me toca ser valiente de nuevo, y tomar la otra gran decisión de mi vida. Ojalá que en la próxima década, al mirar hacia el 2013, pueda tener la certeza de haber decidido bien.

viernes, 5 de julio de 2013

Juan Pablo II: el santo patrón de pederastas y dictadores

La Iglesia Católica no termina de burlarse de los hombres y mujeres que genuinamente ponen su fe en ella. Ésta lleva siglos cometiendo horrores, tales como la persecución de los librepensadores que han puesto en evidencia sus falsas aserciones, y el encubrimiento de los curas pederastas y el apoyo moral, y en ocasiones material, a sangrientos dictadores.

Me entero hoy de que Juan Pablo II fue declarado santo por el papa Francisco, ya que cuenta con los dos "milagros” necesarios para pasar de beato a santo. Esto a mí me deja un mal sabor de boca. El mero concepto de “milagro” es un fraude. La iglesia usa su posición de poder para hacer creer a las masas que tal persona, en este caso, Juan Pablo II ha hecho una intervención divina. Los hacedores de "milagros" no son más que charlatanes que llevan siglos engañando a los feligreses.

Dejando lo del fraude a un lado, me pregunto ¿qué demonios tiene de santo Juan Pablo II? Al pensar en su larga trayectoria, me vienen a la mente, no muy benignas acciones. Echemos una corta mirada a su siniestro curriculum vitae. Sólo voy a mencionar tres porque la lista es larga.

Juan Pablo II hizo caso omiso ante la llamada de auxilio de Monseñor Arnulfo Romero, mientras se masacraba al pueblo salvadoreño. Tras varios intentos de comunicarse con su Santidad, el bueno de Monseñor Romero logra hablar con él, quien le dice que se concentre en dar misa y que desista de su preocupación por los civiles asesinados. Monseñor Romero fue asesinado poco tiempo después por un integrante del ejército.

Protegió a los pederastas con toda su influencia. Hoy sabemos que Juan Pablo II sabía de las violaciones de los curas, y los encubrió. Muchos han querido insinuar que el papa no sabía de las acusaciones. Sin embargo, hay documento que prueban no sólo que lo sabía, sino que intentó encubrir a los acusados. Por otro lado, está su protección a Marcial Maciel el fundador de Los legendarios de Cristo, un consumado pederasta, a quien Juan Pablo II impidió se investigara.

Juan Pablo II vio con beneplácito las dictaduras militares de América Latina, incluyendo la argentina, en la que miles fueron desaparecidos, y cientos de niños les fueron robados a sus familias biológicas. En Chile la Iglesia reasignó a sacerdotes hostiles al régimen de Pinochet. Por ejemplo, el cardenal Silva Enríquez que defendía los derechos humanos durante la dictadura de Pinochet fue sustituido por Jorge Medina quien era adepto a la dictadura. En lo personal, Juan Pablo segundo bendijo a Pinochet, le dio la comunión y en 1993 le envió un telegrama personal. Es obvio que Pinochet era uno de los suyos.

Para muestra baste un botón como dice el popular refrán. Lo que a mí me queda muy claro es que con sus credenciales Juan Pablo II sólo puede ser el santo patrón de los pederastas y los dictadores.