Esta semana Scott McClellan, antiguo secretario de prensa del presidente George W. Bush sacó a la luz publica su libro contando su experiencia en la Casa Blanca. No puedo evitar sentir que más que experiencia, la suya fue participación. En su libro McClellan habla de muchas cosas -no he leído el libro pero he leído el periódico y lo he visto comentar su libro-, pero lo que más me ha llamado la atención es su cinismo en denunciar el vergonzoso papel de la Prensa, y sus explicaciones de cómo ésta se convirtió en los repetidores de la propaganda de la administración Bush. Sus críticas no me porque fui testigo de la cobertura los meses que antecedieron y siguieron la guerra; la prensa y Scott McClellan ayudaron a preparar el terreno para que la gente no cuestionara nada de lo que la administración estaba haciendo. Sin embargo, no puedo dejar de preguntarme, ¿por qué ahora señor McClellan? Era en aquel entonces que la nación necesitaba su testimonio, no hoy cuando lo que dice es de dominio popular.
Ayer salió un artículo en el Hoffington Post que recuenta cómo algunos periodistas han empezado a hablar sobre la intimidación de la que fueron víctima durante esos oscuros años de corrupción y propaganda. El problema es que el dedo acusador no exime a Scott McClellan. Katie Couric confrontó a MaClellan recordándole que cuando ella hacía preguntas difíciles él mismo llamó a un ejecutivo de NBC para advertirle que si ella seguía haciendo preguntas se le negaría el acceso al presidente. Otra periodista, Jessica Yellin dijo el miércoles que MSNBC la presionó para que no cuestionara demasiado la administración Bush (The Hoffington Post) -esto sugiere que la presión no sólo venía de afuera, sino que la administración Bush tenía sus defensores bien posicionados en los canales de noticia. La administración Bush ha sido notoria por tratar de controlar la prensa, o por lo menos dificultarle su trabajo. Véase el libro de Charlie Savage, Takeover: The Return of the Imperial Presidency and the Subversion of the American Democracy, es un excelente recuento de los abusos de poder de la administración Bush, y de cómo fuimos de una administración en la que los periodistas tenían total acceso la información (la de Bill Clinton) a la de George W. Bush, en la que se enfrentaron la completa hostilidad. Savage habla de las trabas que se le ponían a los periodistas para revisar documentos públicos -gran parte del libro se dedica a los infames signing statement de Bush (ver Wikipedia para explicación de qué es "a singinging statement").
No dudo en lo absoluto de lo que cuenta el señor Scott McClellan, porque no me está diciendo nada que yo no supiera ya: que la administración Bush manipuló la Prensa, la opinión pública y la evidencia para poner invadir Irak. Lo que sí es nuevo es que sea precisamente él, Scott McCalellan, quien emita las críticas, habiendo sido integrante del círculo de El Presidente, y por ende pieza clave en la campaña propagandista que se llevó a cabo para la invasión. Es bueno no olvidar el papel que jugó Scott McClellan en la manipulación de la información y de la opinión pública que le permitió George W. Bush llevar la nación a una guerra injustificada, ilegal e inmoral. Tampoco hay que olvidar su papel en el caso de Valery Plame la reportera de The New York Times cuya carrera fue arruinada -hasta terminar en la cárcel- por negarse a cooperar con la administración Bush, sentando el precedente para la persecución de periodistas y bloggers en la nación.
Por todo lo antes dicho, me hago eco de la petición de MoveOn.org para que Scott McClellan done las ganancias que obtenga con su libro a los que hoy sufren en carne y hueso los efectos de las acciones de una administración corrupta, cuyos intereses él tan fervientemente contribuyó a diseminar. Creo que si el señor McClellan busca redención esa sería una buena manera de comenzar.
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Lo peor es que la vaina no cambia.La magnitud de este escándalo se merece mucho más cobertura y he notado que no ha recibido tanta cobertura como debiera. Seguimos en el mismo carro, ayer fue el y hoy lo hace alguien más.
ResponderEliminarEncuentro que Scott McClellan es muy irresponsable. El sabia toda la trama y la menntira. El formo parte de ella y contribuyó grandemente para que el pueblo americano se tragara la pildora invasora. El lleva en sus espaldas la muerte de cientos de soldados y civiles, fruto de la campaña que el promociono y apoyó. Scott es muy cínico, para que ahora salte con una "novedad' que todos sabemos. Un abrazo, querida profe.
ResponderEliminara mi este señor me pareció muy cínico, igual que tu dije ¿ahora?, ¿qué buscará?
ResponderEliminarfertility clinic in kathmandu
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