miércoles, 11 de abril de 2012

Abulia

Son las once de la mañana, y mi mundo cruje bajo los pies.  Sobre el escritorio un té verde, junto a un cóctel de tabletas naturales que prometen hacerme bien. Navego por unas enredaderas que me dificultan el paso. Me detengo, de vez en cuando, y aspiro el aire -hoy la respiración procede de las plantas de los pies. Sigo adelante aunque sin saber muy bien adónde voy...

¿Qué hacer? ¿Adónde ir? Es un día de esos en que falta voluntad. No se me antoja nada. Hace medio día que barajo irme al gimnasio, o al súper, o a cualquier lugar. La solución sería romper con esta maldita abulia que se ha apoderado de mí, pero cuando nos falta la voluntad nos quedamos desarmados ante la vida. ¿No es una catástrofe personal el quedarse sin voluntad?

El único consuelo es que esta abrumadora sensación sólo dura unos cuantos días, sólo unos cuántos... Y entonces, empieza el ciclo de nuevo que me traerá devuelta a este abúlico estado, justo en un mes.

sábado, 25 de febrero de 2012

Eva, la primera rebelde

Mi vida, como la de nadie, no ha sido fácil. Los que me conocen esperan que todas las "pruebas" que he enfrentado me acerquen más a Dios, pero para su decepción, que jamás ha sido la mía, eso no ha ocurrido.

Mi principal problema con la religión y con la Biblia es que me piden que deje de pensar y cuestionar. Y, yo simplemente no puedo hacerlo, y en honor a la verdad aunque pudiera, no quiero. Valoro el conocimiento y abomino de la ignorancia. Prefiero ser excluida de un club en el que el principal requisito es suspender la inteligencia, negar la racionalidad y entregarse por completo a supersticiones, que sólo pueden ser aceptadas si suspendemos nuestro bien más preciado: el raciocinio.

No es fácil ser atea en una familia dominicana. La religión resume por todas partes, y no se mueve un dedo sin que intervenga el ser supremo que todos suponen su señor, menos yo. Mi estrategia es mantener el tema fuera del seno familiar, pero a veces, el tema llega a ellos por otros medios, como por ejemplo este blog o por mi obvia apatía ante todo rito religioso.

Frecuentemente, soy objeto de pena por parte de conocidos y desconocidos por haber elegido seguir un camino opuesto al que ellos siguen: el trazado por un ser invisible, que en sus propias palabras, es vanidoso, violento, vengativo e injusto. ¿Se han dado cuenta como Dios siempre está del lado de los poderosos y como se ensaña con los pobres, los oprimidos y los que más necesitarían de su ayuda? Para mí ese ser no es digno de ser alabado sino recriminado.

Los creyentes creen que me asustan al hablar del castigo eterno de su Dios, ¿cómo es posible que un ser de bondad pueda hablar de tremenda barbaridad? Si no me salva porque no le sigo, eso dice más de él que de mí, yo soy una simple mortal, y el un ser divino, debería actuar a su altura y dejarse de pequeñeces.

No siento que al alejarme de ese ser pierdo nada y gano mucho: la libertad para pensar, aprender, descubrir, cuestionar y simplemente ser. En este momento se me ocurre alzar la copa por Eva, esa mujer mitológica que es símbolo de todos los que tenemos la curiosidad de saber, y que preferimos el infierno tras probar del árbol del conocimiento a vivir en el paraíso, el reino de la ignorancia. 

lunes, 20 de febrero de 2012

La pequeña Shakira o las consecuencias de las guerras

En diciembre llegó a los Estados Unidos una niña pakistaní, desfigurada por uno de los ataques ordenados por Obama, ilegalmente, dentro de la nación surasiática. La niña cuyo nombre original no los sabemos, tenía un año de edad, y tras el ataque fue tirada al basurero con otros dos bebés. Ella sobrevivió al  ser rescatada por un doctor que trabajaba de voluntario en una organización caritativa del área.

Los médicos de la pequeña intentaron localizar a los padres para pedir autorización para tratarla, sin embargo,  fue imposible dar con su paradero. Tal vez hayan muerto en el ataque, pero lo que verdaderamente ocurrió ese fatídico día nunca lo sabremos. Shakira nunca sabrá quienes fueron sus padres ni por qué debe llevar las heridas de una guerra ordena por un presidente galardonado con el premio Nobel de la paz. ¡Oh, qué gran burla a las víctimas de su cruenta política extranjera!

La pequeña Shakira se someterá a una serie de operaciones para reconstruir su rostro y sus manos en un hospital de Houston. Me alegro mucho por ella, pero, no puedo evitar preguntarme: ¿cómo remediamos las heridas emocionales? ¿Cómo devolverle la inocencia robada? Siento tanto el dolor y la desgracias de esta pequeña desconocida. Hay noches en que no puedo dormir, pensando en que contribuyo a financiar el dolor de miles como ella; por ello, he contemplado no pagar la porción de mis impuestos destinados a la guerra...

A pesar de la tragedia de esta pequeña, ella es sólo una entre miles de personas asesinadas o mutiladas por las guerras imperialistas de los Estados Unidos. Y mientras el mundo sufre las consecuencias, el país se hunde en la pobreza y la falta de oportunidad para la gran mayoría, las élites se enriquecen con dinero teñido de sangre inocente. Lo peor de todo esto es que los demócratas, antiguos críticos de las políticas de Bush hoy apoyan las misma políticas continuadas, y en algunos casos endurecidas por Obama.

El movimiento antibelicista, en su gran mayoría, hoy es dominado por una minoría que no se bandera bajo los partidos demócrata ni republicano. Somos los que nos encontramos en la periferias. Es muy triste reconocer que muchos de los que decían estar en contra de las guerras y la expansión del imperio, eran sólo demócratas que preferían que las órdenes la diera uno de su equipo... Ése es el aberrante e injusto estado de las cosas en la Unión Americana.

sábado, 18 de febrero de 2012

De un idilio virtual a una real pesadilla

Soy una mujer intensa, y ésa es la única forma de la que quiero vivir. Me desagradan los muertos en vida, esa gente sin pasión por nada, que le asustan los cambios y es incapaz de hacer lo necesario en el momento preciso. Sin embargo, debo decir que vivir intensamente tiene su precio, y, a veces, bastante alto.

La última vez que me pasé de intensa hace ya casi tres años: me fui a conocer a un hombre a quien sólo había tratado por unos meses, a través de emails y unas cuantas conversaciones telefónicas. Se trataba de un lector de este blog que vive a más de siete horas de vuelo de Nueva York. Imagínense la reacción de mi madre al contarle de mis planes... y todo lo absurdo de la relación entre la conexión española y yo.

La pobre mujer puso el grito en el cielo, y me obligó a darle la dirección del lugar donde me quedaría... Pero, yo no lo pensé dos veces, era lo que quería y necesitaba hacer en ese momento, y sólo un "no vengas," me habría detenido. Mis  sentimientos potenciaron mi intensidad y me impulsaron a aceptar viajar a conocer al hombre que me había puesto el mundo al revés. 

No tuve miedo de aventurarme a encontrarme con un desconocido en una lejana ciudad. Por el contrario, fue una experiencia que disfruté mucho, por el tiempo que duró, y por la que luego la vida me pasó factura, bastante alta por cierto. Sin embargo, no me arrepiento de nada, si no lo hubiera hecho, me habría quedado con la incógnita, y la conexión española habría vivido en mi mente con un aire de idealidad nada saludable. Tras el encuentro, él  pasó de galán a patán en muy poco tiempo. Si no habría ido, habría seguido alimentando un sentimiento que, al final, me habría hecho mucho más daño. 

Estoy convencida de que el haber estado dispuesta a tomar un vuelo de más de siete horas y el hecho de que no vacilé un instante, sacudió de pie a cabeza a mi conexión española. Imagino que mi arrojo lo asustó, y le hizo comprender que yo era una mujer de armas a tomar.... Y más valía, para alguien con sus intenciones alejarse de una mujer tan intensa... Eso lo entiendo, de veras, lo que jamás entendí fue el no habérmelo dicho de frente. El silencio es un muy mal mensajero ya que nos permite interpretarlo de mil maneras.

jueves, 9 de febrero de 2012

Sigo viva y avanzando

¡Cuánto tiempo! No han sido las ganas las que me han faltado, sino el tiempo. Me parece mentira que éste sea mi primer post del 2012. Aunque no escribí ninguno aquí, durante esta ausencia llegaron varios posts a mi mente, y simplemente tuve que dejarlos ir, y zambullirse en el río de lo que nunca será.

Imagino que pensarán, ¿cómo es que una mujer que está de baja del trabajo no tiene tiempo? Es simple. Me volqué de lleno en los estudios. Leí y releí muchísimo en preparación para el último examen del doctorado. No fue fácil estudiar en las condiciones en que me encontraba, pero quise esforzarme en invertir el tiempo en algo útil -quería sacar algo más que dolor de esta terrible experiencia.

Presenté el examen en enero. Fueron doce largas horas de intensa presión y cansancio, pero lo logré. Anteayer recibí la noticia de que lo aprobé. Estoy muy contenta, y sobre todo orgullosa de mi tenacidad, de mis garras de guerrera invencible. En estos meses tan oscuros jamás me lamenté de nada, usé el tiempo para sanar, reflexionar, leer, estudiar, iniciar nuevos proyectos y pasar tiempo con las personas que importan.

Regresé al trabajo el 30 de enero. Ha sido maravilloso volver a mis chiquitines -y este año si que son chiquitines, enseño noveno grado por primera vez en mucho tiempo. Ha sido verdaderamente gratificante experimentar el cariño de mis estudiantes y de mis compañeros de trabajo. Nunca imaginé que pudiera ser objecto de tanto cariño y apoyo.

Me siento sumamente agradecida por todo el apoyo y el amor que he recibido en estos meses. En momentos como estos, imagino, es cuando se cosecha lo que se ha sembrado en este planeta azul. Si hubiera muerto en el accidente, me habría perdido el placer de saber lo que significaba para muchas personas a quienes no sabía les  importaba... Creo que esa ha sido la mayor lección de estos meses. A pesar del dolor, de las frustraciones, de las limitaciones estos meses han sido de gran crecimiento y afirmación. 

miércoles, 28 de diciembre de 2011

Sobre ruedas, al fin

Sólo la idea de estar en un carro después del accidente me aterra; y por ello creía que al manejar de nuevo me pondría nerviosa. Me equivoqué. Anoche decidí que llevaría el carro al concesionario al levantarme. Lo dije en Twitter como una forma de afirmación. Me acosté segura de que iba a conducir.

Hoy me levanté. Preparé el desayuno. Me alisté y salí a la calle. Hacía una semana que no salía. Me dirigí al garaje, entré y llegué al carro. Abrí la puerta, dispuse el bastón y la cartera en el asiento del pasajero, y en el trasero coloqué unos libros que tengo que devolver a la biblioteca.

Me senté. Arreglé los espejos, ajusté el asiento. Arranque el motor, saque unas gafas de la guantera y respiré tranquila. Encendí el radio, y de súbito, la voz de Manú Chao llenó el espacio a través de las bocinas. Recordé que había sido ése, precisamente, el último álbum que había escuchado antes de accidentarme.

Me miré en el espejo. Puse el carro en marcha, y lo saqué del garaje. Doble a la izquierda tres veces y una a la derecha. Seguí derecho sobre la Northern Boulevard hasta la calle 114, entonces hice otra derecha; sólo me faltaba pasar un semáforo, y estaría en el Grand Central Parkway. Tras cruzar el semáforo entraría a la autopista. Sería la primera vez en casi seis meses, pero estaba muy bien. Me sentía como siempre me siento al volante: tranquila, segura, libre.

Quince millas más tarde, había llegado a mi destino. Hice el papeleo correspondiente. Me senté al escritorio, conecté mi laptop y aquí estoy escribiendo ésta tan necesaria catarsis, que me deja un poco más cerca del retorno a mi vida normal.

viernes, 2 de diciembre de 2011

La omnipresencia orweliana del Estado

Ayer Wikileaks publicó la evidencia que demuestra que los gobiernos hoy cuentan con la capacidad para espiar de forma masiva a los ciudadanos. Desde los celulares hasta las computadoras pueden ser interceptados sin que nos demos cuenta. El portal tiene un mapa mundi interactivo que nos permite ver que tipo de tecnología puede ser usada por cada país y el nombre de la compañía que la provee. La lista es larga, entre los países de América Latina los únicos que hoy tienen la capacidad tecnológica para espiar a sus ciudadanos son Colombia y Brasil.

La historia nos ha dado ejemplo de lo peligroso que es vivir bajo vigilancia contante del Estado. Uno de los ejemplos más notorios es el caso de la Stasi en Alemania. Es escalofriante pensar qué habrían hecho los dictadores del Cono Sur, ayudados por EE.UU., con esta tecnología durante la Operación Cóndor en la que encarcelación, torturaron y desaparición a miles. Hosni Mubarak dejó incomunicado a Egipto en su afán de coartar las protestas que lo sacaron del poder. San Francisco también interrumpió el servicio de teléfonos móviles durante protestas. Inglaterra consideró desactivar el servicio de celulares, Facebook y Twitter en futuros disturbios.

Tras los atentados del 11 de septiembre los Estados Unidos y el mundo entero han entrado en una de sus épocas más oscuras en cuanto al abuso de las libertades civiles. Me preocupa sobre manera la disposición de los ciudadanos a sacrificar las libertades civiles en nombre de la 'seguridad'. Obama acaba de asesinar a Anwar Al-Wlaki un ciudadano estadounidense acusándolo de "enemigo del Estado" sin necesidad de llevarlo ante la corte.

Uno pensaría que el asesinato de un estadounidense habría causado un revuelo en la población por violar la constitución y sentar un peligroso precedente. Pero no. Lo justificaron con que Al-Wlaki era un peligroso "terrorista." Lo que no entienden es que mañana cualquiera de nosotros puede ser sufrir la misma suerte si el Estado lo decide. Del mismo modo, en Inglaterra un setenta por cierto de la población estaría de acuerdo con que se interrumpan los servicios de teléfono, Facebook y Twitter durante futuros disturbios. En ambos casos la amenaza para el ciudadano promedio es grave. 

El Estado no debe posicionarse por encima de los derechos garantizados a los ciudadanos por la constitución, bajo ninguna circunstancia. Entre la vigilancia constante y masiva, y otros abusos de poder, el Estado omnipresente descrito por Orwell en la novela 1984, es ya una escalofriante realidad.