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viernes, 7 de noviembre de 2014

La inaguantable arrogancia de los servidores de dios

Me siento a escribir este post como desahogo a la frustración que me causó esta semana una conversación con una amiga cristiana, quien desde su posición de superioridad se da el lujo de juzgarme e intenta redimir mi alma perdida. Parece ser que convertirme es su proyecto de vida. Su misión, sin embargo, está destinada al fracaso porque rechazo la premisa sobre la que se sostiene la creencia religiosa. Ni creo en un ser superior ni creo en la biblia. 

No soy maleable. Nadie nunca me ha convencido de hacer nada que yo no haya querido. Soy una mujer de convicciones fuertes, y cuando he cambiado de parecer ha sido porque la evidencia me ha convencido, no porque nadie lo haya hecho. Así es que intentar demostrarme la verdad con la ilógica retórica bíblica es inútil.

No entiendo la necesidad de querer sumarme a las filas del señor. Tal vez sea porque jamás he tenido la necesidad de convencer a nadie de mis creencias. Mi ateísmo es mío, no se lo impongo a nadie. Me parece que cada quien debe llegar a su verdad por cuenta propia. ¡Sí tan sólo los cristianos me reconocieran el derecho a no estar de acuerdo con ellos! Infortunadamente, su tozudez y arrogancia se lo impiden.

Me dicen los cristianos que ellos tienen la verdad de su lado. El problema es que a mí no me importa si tienen o no la razón, ni si erré en mi elección. Lo importante para mí es  poder pensar y cuestionar lo que quiera, ser fiel a mi misma y a mis principios. 

Por otra parte, me niego a consumir  mitología como antídoto al sufrimiento y a la mortalidad. El dolor lo enfrento, y la mortalidad no me preocupa. Sé que voy a morir, y que en unas décadas no habrá huellas siguiera de mi paso por la Tierra. El miedo a la intrascendencia, no es suficiente para creer en un ser creado a imagen y semejanza de lo peor de nuestra humanidad.

He sido atea desde siempre aunque por no pertenecerme me obligaron a hacer la primera comunión y la confirmación, y a permanecer en la Iglesia Católica hasta la mayoría de edad. Las lecturas, los años y las vicisitudes no han hecho más que afianzar mi ateísmo. Aunque debo decir que no soy seguidora de los ateos célebres de hoy, como Hitchens, Dawkins, Harris o Maher, porque han puesto su ateísmo al servicio del militarismo.

Mi ateísmo es mío, no se lo debo a nadie, me pertenece desde antes de comprender a plenitud lo que suponía. Surge de mi capacidad de pensar, analizar; y de darme cuenta de que el dios de la Biblia es un ser poco digno, el cual espera que sus súbditos se le humillen, sufran y le imploren. Mi amiga jamás podrá convencerme de su existencia. Estoy casi segura de que nuestra amistad no sobrevivirá otro de sus embistes de arrogancia. 

sábado, 25 de febrero de 2012

Eva, la primera rebelde

Mi vida, como la de nadie, no ha sido fácil. Los que me conocen esperan que todas las "pruebas" que he enfrentado me acerquen más a Dios, pero para su decepción, que jamás ha sido la mía, eso no ha ocurrido.

Mi principal problema con la religión y con la Biblia es que me piden que deje de pensar y cuestionar. Y, yo simplemente no puedo hacerlo, y en honor a la verdad aunque pudiera, no quiero. Valoro el conocimiento y abomino de la ignorancia. Prefiero ser excluida de un club en el que el principal requisito es suspender la inteligencia, negar la racionalidad y entregarse por completo a supersticiones, que sólo pueden ser aceptadas si suspendemos nuestro bien más preciado: el raciocinio.

No es fácil ser atea en una familia dominicana. La religión resume por todas partes, y no se mueve un dedo sin que intervenga el ser supremo que todos suponen su señor, menos yo. Mi estrategia es mantener el tema fuera del seno familiar, pero a veces, el tema llega a ellos por otros medios, como por ejemplo este blog o por mi obvia apatía ante todo rito religioso.

Frecuentemente, soy objeto de pena por parte de conocidos y desconocidos por haber elegido seguir un camino opuesto al que ellos siguen: el trazado por un ser invisible, que en sus propias palabras, es vanidoso, violento, vengativo e injusto. ¿Se han dado cuenta como Dios siempre está del lado de los poderosos y como se ensaña con los pobres, los oprimidos y los que más necesitarían de su ayuda? Para mí ese ser no es digno de ser alabado sino recriminado.

Los creyentes creen que me asustan al hablar del castigo eterno de su Dios, ¿cómo es posible que un ser de bondad pueda hablar de tremenda barbaridad? Si no me salva porque no le sigo, eso dice más de él que de mí, yo soy una simple mortal, y el un ser divino, debería actuar a su altura y dejarse de pequeñeces.

No siento que al alejarme de ese ser pierdo nada y gano mucho: la libertad para pensar, aprender, descubrir, cuestionar y simplemente ser. En este momento se me ocurre alzar la copa por Eva, esa mujer mitológica que es símbolo de todos los que tenemos la curiosidad de saber, y que preferimos el infierno tras probar del árbol del conocimiento a vivir en el paraíso, el reino de la ignorancia. 

domingo, 13 de marzo de 2011

Blasfemia

Los creyentes se aferran ciegamente a la idea de que Dios está en control de todo lo que ocurre en el mundo. A mí, eso se me hace bastante problemático, porque ¿qué clase de dios es ése? Su trabajo deja mucho que desear ya que el mundo es un caos que parece girar fuera de control.  Esto viene a colación debido a que desde anteayer la frase #prayforJapan es un "trending topic" en Twitter.Me pregunto ¿qué uso tiene rezarle a un ser que permite tales desastres pudiendo haberlos evitado?

A mí se me hace mucho menos doloroso pensar que no hay tal Dios, y que las catástrofes nos llegan por motivos físicos o geográficos sin la complicidad de tan soberbio ser supremo. Me resulta  macabro, y poco divino, el permitir tales catástrofes para luego intervenir gracias a las plegarias de unas criaturas desgraciadas que le ruegan que se apiade de ellos en medio de su dolor.
Me disculpo con los que se sientan ofendidos con este post, pero es lo que pienso, y no voy a autocensurarme para quedar bien. Tienen todo el derecho de sentirse ofendidos y de criticarme.