Para establecer relaciones saludables tenemos que rodearnos de personas cuyas "deficiencias" sean compatibles con las nuestras. No es la perfección lo que logra ese balance que nos permite compartir nuestro espacio, sino el nivel de tolerancia que podemos lograr ante ciertas manías ajenas, y viceversa.
Se trata de desarrollar una acierta complicidad en sabernos perfectamente imperfectos, pero, a pesar de ello querer mantener la relación. A la hora de pasar balance, el nivel de irritación que produce esta persona en nosotros es mucho menor que los momentos de placer que nos proporciona su compañía. Si la ecuación se invierte hay problemas.
Si la relación se torna en una batalla porque ambas partes no logran armonizar sus imperfecciones, tal vez, sea mejor poner distancia. No vale la pena pasarse la vida tratando de ponerse de acuerdo cuando los choques se dan porque ninguno de los dos puede soportar las imperfecciones del otro. En ese caso es mejor empacar nuestras imperfecciones y seguir nuestro camino.
La tolerancia siempre es la clave en estos casos y si las diferencias son enormes, tanto que crean grandes abismos, entonces no tiene sentido seguir insistiendo en una relación en la que no habrá armonía. Abrazos, Sonia.
ResponderEliminarLa tolerancia es para mi de lo ma´s dificil en muchas ocasiones. Es mi pecadillo pero procuro que no se note pues la intolerancia no la tolero. Un galimatías. Un beso Lola
ResponderEliminarMuchas gracias por leerme y compartir sus impresiones conmigo. Abrazos.
ResponderEliminarHas hablado por mil años, Sonia.
ResponderEliminarA veces, y en eso creo que pecamos todos, exigimos mucho de los demás sin tomar en cuenta que las imperfecciones son fisuras compartidas que, usualmente, suelen funcionar como un rompecabezas cuando como dices son comprendidas porque son compatibles con las nuestras.
Cuando esas fisuras no son compatibles pues es mejor asumirnos con respeto desde nuestras orillas. Es como una vez leí que dijo Saramago en una entrevista: Somos en un gran porcentaje a partir de lo que somos con otros y por otros, estén ellos de manera permanente o de manera fugaz en nuestras vidas.