Día tras día ella inventa razones, y más razones para seguir viviendo. Pero, de repente, todo se torna negro, y unos pensamientos nefastos surgen de su mente. Ella los enfrenta. Se levanta, coge el auricular, y marca un número entre sollozos:
Mujer 1: Aló, ....
Mujer 2: ¿Cómo estás? ¿Llamaste a Sto. Dgo.?
Mujer 1: NO. No pude. No me siento bien.
Mujer 2: ¿Qué te pasa mi hija?
Mujer 1: Ay...Me siento muy mal.... estoy muy triste...
Mujer: No te pongas así. Ven para acá. Tú estás muy sola... Hace un rato llamé a Mamá, todos están bien....Oye, yo sé que no es un buen momento para pedirte esto, pero tú me puedes comprarrrr.... tarjeta de crédito... dinero mañana temprano... banco...
Mujer 1: pero es que ..., no me siento bien, estoy mal, quiero...CLICK
Todo cuanto quería, era escuchar una palabra capaz de arrullar el alma y abrigarla del frío túnel en que había caído...
Pintura: La hora de la soledad y el silencio
Tu ves, hoy es un día en que este pequeño cuento me saca una lágrima.
ResponderEliminar¿Es que a veces uno da una imagen de ser tan fuerte y suficiente que a los demás se les olvida que podemos ser vulnerables, que podemos necesitar ayuda? Es la pregunta que llega a mi cabeza.
La respuesta, Argénida, es un rotundo SÍ!
ResponderEliminarNo debemos olvidar nunca que hay que ser fuerte para mostrar vulnerabilidad....
Un abrazo contra lágrimas :). Mañana es otro día... y esperemos que no traiga lágrimas sino sonrisas.