Alguna vez para un trabajo del colegio tuvimos que ir a la casa materna de las hermanas Mirabal, y la que fue su última morada -que luego se convertiría en el Museo de las Mariposas. Tuvimos la suerte de que Dedé estaba presente, y nos hizo un recorrido personalizado de la casa, y de la vida de sus hermanas. No recuerdo mucho los detalles -pues era una colegiala en esos años. Lo que sí recuerdo es la entereza con que Dedé hablaba de la pesadilla que había vivido la familia. Sus ojos brillaban, y emanaban un profundo orgullo.
Este pasado abril estuve en el museo de las Mariposas, y volví a conversar con Dedé. Ese día estaba de guía del museo. Nos contaba sobre cada artículo del museo y el valor personal que tenía para cada una de las tres hermana. Junto a mí había un grupo de turistas de varias partes del mundo, a quienes Dedé les contaba la historia de su familia, y la trayectoria de Las Mariposas. ¡Qué vivan las Mariposas!
¡Que vuelen las mariposas!
ResponderEliminaruna de las historias mas reales que guarda la Historia Dominicana, llena de fuerza, llena de emoción, dolor, recuerdos de una terrible y temible era.
ResponderEliminarlas mariposas siempre serán eternas!
Aún se sienten ellas. Las Mariposas de nuestra Patria.
ResponderEliminarSi, que vivan las mariposas, y las mujeres valientes de todo el mundo.
ResponderEliminarNo se porque, pero cuando leo las historias de las Mirabal, en especial de Minerva me da tristeza.
ResponderEliminarPensar que estuvieran vivas junto a Dede, y quien sabe con que funcion en sus profesiones.
Fue triste perderlas,aunque dejaron un legado,y su historia.