A bordo de un tren Valencia-Madrid, 25 de febrero 2007
Haber conocido Valencia de la mano de Naty fue una experiencia valleinclanesca. La verdad es que hay que conocerla para saber que el apodo Esperpento le viene como anillo al dedo.
Hace tiempo que me vengo preguntando, ¿cómo es posible compenetrarse tanto con gente que se conoce a través de un blog? No logro entenderlo del todo. ¿Quién me hubiera dicho que conocería Valencia en compañía de Nati? No recuerdo como empezó nuestra amistad, lo cierto es que he tomado un tren por casi 3 horas y media para ir a su encuentro... Mi madre hubiera puesto el grito en el cielo -menos mal que no tengo que pedirle permiso.
El reloj marcaba las doce y veinte de la tarde, y Nati me esperaba en la estación de trenes. Así empezó mi aventura esperpéntica. Pasamos la tarde en el apartamento de su amiga Gloria. Al atardecer nos fuimos a la playa Malvarrosa; al llegar saqué todos mis cachivaches, y nos marchamos a la playa. Hacía una temperatura espectacular. La caminata por la playa me encantó. La brisa suave del mediterráneo hacia volar mi pelo al tiempo que la ciudad desfilaba frente a mis ojos de extranjera.. La senda pavimentada estaba cuajada de estrellas del cine europeo. A decir verdad no los habían honrado con estrellas sino con palmitas. Nos detuvimos en una palmita cuyo pavimento estaba roto. Nati me aseguró que lo habían roto adrede. Nagui Mahfu era el único musulmán de todo el grupo, y el único que había sufrido dicha suerte. El pavimento se veía como nuevo, sin el uso suficiente que ameritara dicha lesión. Un frío que se me enredo en el estómago. El incidente de la palmita disfrazada de estrella, me recordó lo absurdo que es nuestro mundo. Se nos hace responsables de toda una estirpe; sólo somos colectividad, pero ¿dónde queda el yo, el individuo? Hecho polvo en la colectividad. Nos disfrazan el ser con banderas, religiones y etnias… Nos hacen tan pesada la carga; tantas distinciones sólo sirven un propósito: satisfacer el ego de los hombres mediocres. Hombres que carecen de valor intrínsico, que viven porque respiran, pero que jamás han estado vivos. Jamás han dejado libre su espíritu, subyugado, sepultado bajo tantas incoherencias sociales.... Así veía el mundo en mi interior, pero afuera, Nati me mostraba orgullosa su ciudad y yo me dejaba arrastrar por su magia. La noche se nos vino encima, entre risas y charlas, y se llevó con ella las experiencias vividas. A partir de ese momento, sólo existirían en mi memoria...
Pronto se hizo hora de cenar y de volver al nido; decidimos no tapear muy lejos de casa... Así concluimos nuestra primera “pateada” por las calles valencianas. Al regresar a casa –cuando pensábamos que la aventura había terminado- Nati se enfrentó en una lucha de titanes con con el calentador. Yo por mi parte, trataba de bajar una persiana que se había subido a lo más profundo de la ventana. Es seguro que esa persiana -hasta entonces- no había experimentado dicha profundidad. La persiana se hizo caracol, y se enroscó en su concha. Si no hubiera quedado el cordón -donde hace unos minutos existió la persiana plegable- nadie hubiera notado su ausencia. Al darnos cuenta que ninguna de nuestras empresas tendrían resultado, decidimos dar por terminado nuestro día: Nati viendo un clavo en la tele, y yo tumbada en el sofá esperando a Orfeo.
A la mañana siguiente saludamos el nuevo día. Nati me serviría de guía turística por la Valencia del Cid. No hay mejor manera para conocer un lugar que andar de la mano de alguien que viva allí. Me llevó por esos lugares fuera del alcance de los turistas... De pronto, me vi transportada a la época medieval. Estaba en el patio de La Lonja, sentada sobre la pila, imaginándome a doña Jimena allí sentada a la espera de El Cid Campeador. ¡Oh Jimena, todo un modelo de entrega y dedicación medieval! Al rato termina la espera, se asoma por la puerta el Cid de las batallas herculescas; ahora viene el invencible guerrero a librar otra batalla, menos violenta: viene dispuesto a montar a su mujer, a rejuvenecerse entre unas piernas que nunca se le resistiría; eso sería inconcebible para el Cid, porque ella existía, exclusivamente, para complacerlo… Un aire fresco, perfumando de naranjos me sacó de mis cavilaciones; y vi a Nati dispuesta fumarse cigarrillo. Está convencida de que se puede fumar, porque ha visto una colilla de cigarrillo en el suelo; para Nati, esa es la prueba irrefutable que le demuestra que se puede fumar, aunque haya un letrero que lo prohíba.
Nati, mil gracias por soportarme todo un fin de semana, y por haberme dado la pateada de mi vida. Eres un encantó. Me lo pasé de lo mejor. La próxima vez me meto a la playa. Te sigo debiendo el post de la torre y el alemán.
El drama humano, hecho arte, lo que en verdad es vivir, la esencia que ve lo que se escobnde a los humanos que solo se saben quejar. me encanto tu viaje.
ResponderEliminarTu relato estuvo chevere! Quisiera darme una vuelta por Europa algun dia. Pasa por mi blog que deje algo para ti alla!
ResponderEliminarCuidate.
Bueno te espero para una proxima PATEADA mas extensa, me encanto que vinieras y solo me quejo de lo poquito que pudiste estar, asi que el proximo viaje espero que sea mas largo y entonces si que vas a conocer paketon de cosas.
ResponderEliminarBesos, te quiero muchisimo.
Naty.
muy bueno el relato, que bien estructurado está, Sonia.
ResponderEliminarNos transprta a esas calles y nos hace envidiar la compañia de Naty y de su mundo citadino.
Un abrazo para ambas.
Me encató tu relato sonia
ResponderEliminarmuchos saludos
Tienes que volver otra vez; Tienes que retomar el hilo de lo que paso entre el Cid y Jimena...Parece que la brisa del Mediterraneo es propicia para tu pelo y para tu mundo interior. Pero antes de ir queremos saber de esa torre y de ese aleman....vamos, cuentanos...
ResponderEliminarMás que esperpéntica, a lo blogger, podría decirse. Que bueno que conocieras Valencia con la guía de una chica tan conocedora de su tierra como es ella.
ResponderEliminarHermana, mil saludos. Espero más de tus viajes por diversas partes del mundo.
Cualquier lugar, medio o momento es bueno para conocer gente interesante, sólo hay que estar dispuesto a ello. En lo personal he conocido muchas personas maravillosas por Internet que de otra manera quizá jamás hubiese conocido. Saludos y nos seguimos leyendo!
ResponderEliminarGracias por leer. Pasaré a leerlos luego. Ya estoy oficialmente de vacaciones :-).
ResponderEliminarCaramba, que fin de semana tan maravilloso pasaste. Realmente una envidia, ya que conociste lugares y momentos de sueños.
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