Me siento a escribir este post como desahogo a la frustración que me causó esta semana una conversación con una amiga cristiana, quien desde su posición de superioridad se da el lujo de juzgarme e intenta redimir mi alma perdida. Parece ser que convertirme es su proyecto de vida. Su misión, sin embargo, está destinada al fracaso porque rechazo la premisa sobre la que se sostiene la creencia religiosa. Ni creo en un ser superior ni creo en la biblia.
No soy maleable. Nadie nunca me ha convencido de hacer nada que yo no haya querido. Soy una mujer de convicciones fuertes, y cuando he cambiado de parecer ha sido porque la evidencia me ha convencido, no porque nadie lo haya hecho. Así es que intentar demostrarme la verdad con la ilógica retórica bíblica es inútil.
No entiendo la necesidad de querer sumarme a las filas del señor. Tal vez sea porque jamás he tenido la necesidad de convencer a nadie de mis creencias. Mi ateísmo es mío, no se lo impongo a nadie. Me parece que cada quien debe llegar a su verdad por cuenta propia. ¡Sí tan sólo los cristianos me reconocieran el derecho a no estar de acuerdo con ellos! Infortunadamente, su tozudez y arrogancia se lo impiden.
Me dicen los cristianos que ellos tienen la verdad de su lado. El problema es que a mí no me importa si tienen o no la razón, ni si erré en mi elección. Lo importante para mí es poder pensar y cuestionar lo que quiera, ser fiel a mi misma y a mis principios.
Por otra parte, me niego a consumir mitología como antídoto al sufrimiento y a la mortalidad. El dolor lo enfrento, y la mortalidad no me preocupa. Sé que voy a morir, y que en unas décadas no habrá huellas siguiera de mi paso por la Tierra. El miedo a la intrascendencia, no es suficiente para creer en un ser creado a imagen y semejanza de lo peor de nuestra humanidad.
He sido atea desde siempre aunque por no pertenecerme me obligaron a hacer la primera comunión y la confirmación, y a permanecer en la Iglesia Católica hasta la mayoría de edad. Las lecturas, los años y las vicisitudes no han hecho más que afianzar mi ateísmo. Aunque debo decir que no soy seguidora de los ateos célebres de hoy, como Hitchens, Dawkins, Harris o Maher, porque han puesto su ateísmo al servicio del militarismo.
Mi ateísmo es mío, no se lo debo a nadie, me pertenece desde antes de comprender a plenitud lo que suponía. Surge de mi capacidad de pensar, analizar; y de darme cuenta de que el dios de la Biblia es un ser poco digno, el cual espera que sus súbditos se le humillen, sufran y le imploren. Mi amiga jamás podrá convencerme de su existencia. Estoy casi segura de que nuestra amistad no sobrevivirá otro de sus embistes de arrogancia.
No soy maleable. Nadie nunca me ha convencido de hacer nada que yo no haya querido. Soy una mujer de convicciones fuertes, y cuando he cambiado de parecer ha sido porque la evidencia me ha convencido, no porque nadie lo haya hecho. Así es que intentar demostrarme la verdad con la ilógica retórica bíblica es inútil.
No entiendo la necesidad de querer sumarme a las filas del señor. Tal vez sea porque jamás he tenido la necesidad de convencer a nadie de mis creencias. Mi ateísmo es mío, no se lo impongo a nadie. Me parece que cada quien debe llegar a su verdad por cuenta propia. ¡Sí tan sólo los cristianos me reconocieran el derecho a no estar de acuerdo con ellos! Infortunadamente, su tozudez y arrogancia se lo impiden.
Me dicen los cristianos que ellos tienen la verdad de su lado. El problema es que a mí no me importa si tienen o no la razón, ni si erré en mi elección. Lo importante para mí es poder pensar y cuestionar lo que quiera, ser fiel a mi misma y a mis principios.
Por otra parte, me niego a consumir mitología como antídoto al sufrimiento y a la mortalidad. El dolor lo enfrento, y la mortalidad no me preocupa. Sé que voy a morir, y que en unas décadas no habrá huellas siguiera de mi paso por la Tierra. El miedo a la intrascendencia, no es suficiente para creer en un ser creado a imagen y semejanza de lo peor de nuestra humanidad.
He sido atea desde siempre aunque por no pertenecerme me obligaron a hacer la primera comunión y la confirmación, y a permanecer en la Iglesia Católica hasta la mayoría de edad. Las lecturas, los años y las vicisitudes no han hecho más que afianzar mi ateísmo. Aunque debo decir que no soy seguidora de los ateos célebres de hoy, como Hitchens, Dawkins, Harris o Maher, porque han puesto su ateísmo al servicio del militarismo.
Mi ateísmo es mío, no se lo debo a nadie, me pertenece desde antes de comprender a plenitud lo que suponía. Surge de mi capacidad de pensar, analizar; y de darme cuenta de que el dios de la Biblia es un ser poco digno, el cual espera que sus súbditos se le humillen, sufran y le imploren. Mi amiga jamás podrá convencerme de su existencia. Estoy casi segura de que nuestra amistad no sobrevivirá otro de sus embistes de arrogancia.
Es terrible esa dogmatismo militante de muchos cristianos. Al igual que tú soy atea y para muchos es algo que aun no asumen, pues vengo de una práctica religiosa muy vivida, pues yo si creí y con muchas sinceridad, pero mis dudas y, luego, las lecturas y cuestionamientos a realidad dieron paso a mi descreencia. Un proceso en su momento doloroso, como un parto, pero el que agradezco por hacerme una mujer mucho libre desde la coherencia de mis criterios y la sinceridad de mi acción ante la vida.
ResponderEliminarA veces no vale la pena enfrascarse en estas discusiones, diría que casi nunca. Hay que resignarse a que muchos se alejen, y a muchos alejarlos sin remordimientos. Si no te acepta y te ama como eres, pues no merece tu amistad.
Yo no soy atea... pero en realidad no sé lo que verdaderamente soy. Creo que lo que más cerca tengo es el agnosticismo y es lo que digo normalmente que soy; pero mi pensamiento agnóstico puede cambiar si la ciencia me va demostrando otras verdades que ahora no conozco.
ResponderEliminarA mi me importa mucho saber que hay después de la muerte, yo me inclino por la reencarnación que es lo que me gustaría que hubiese aunque mi razón me diga que lo lógico es que te mueras y desaparezcas para todos y todo. Y si me interesa este tema es porque no lo veo ya muy lejano en mi horizonte.
Del 16 al 18 de este mes voy a tener una experiencia muy especial en mi vida y es posible que esta experiencia aclare mi mente y sepa por fin de donde vengo y adonde voy y para que estoy aquí:
Voy a hacer un retiro donde tomare la Ayahuasca de manos de un chamán y espero mucho de esa bebida sagrada. No tengo miedo pero sí mucho respeto de ver elevado mi estado de conciencia. Os contaré mi experiencia. http://www.ayahuasca.com.pe/que-es-ayahusca.php
Hola Argénida, gracias por tu comentario. No suelo discutir sobre religión, y últimamente casi de nada, con nadie. Tampoco soy de las que andan haciendo proselitismo a favor de mis creencias. No siento la necesidad de interferir con las creencias de la gente, mi critica a la religión es como institución manipuladora de la gente, y su anhelo de inmiscuirse en la vida de los demás, y en las cuestiones legislativas. No soy atea militante porque entiendo que ello está a un paso de la militancia religiosa.
ResponderEliminarA la amiga en cuestión le tengo mucho cariño, y no me importa en absoluto que sea cristiana. Yo respeto su decisión de creer, ella no siempre respeta la mía. A veces me manda mensajes con versículos bíblicos, y me invita a su iglesia. Ambas cosas las ignoro y le he dicho que no tengo interés en ir a su iglesia, ni a ninguna otra. El otro día me dio un cd con el sermón del domingo, y le dije tajantemente que no lo iba a escuchar, y me lo quito de la mano con enojo.
Cuando no está de por medio la religión nos llevamos muy bien y nos divertimos juntas.
Esta semana me ocurrió algo que me estaba afectando y necesitaba hablar con alguien, fui a buscarla y le conté. El problema empezó porque ella relacionó lo que me había ocurrido con el hecho de que no tengo a dios en mi vida... Me sentí juzgada, humillada, y de inmediato me arrepentí de haber hablado con ella. Nunca había ocurrido algo similar, y te juro que no ocurrirá porque no tengo intensión de contarle absolutamente nada. Estoy muy dolida... No sé si se me va a pasar.
Y sí estoy de acuerdo en lo que dices de que es mejor no discutir sobre religión. Eso lo practico casi siempre, excepto cuando me sacan de mis casillas.
Hola Lola,
El agnosticismo es una postura lógica, pues no estamos en condición de afirmar o negar la existencia de dios. Aunque acepto esta realidad, prefiero llamarme atea, aunque no sea lógico desde un punto de vista científico ya que no se puede comprobar.
No creo en la reencarnación, pero sería chévere, o tal vez, horroroso poder volver a la tierra después de haber partido :P
Te deseo mucha suerte con el retiro. Espero que sea todo lo que esperas, y mucho más :) Me encantaría escuchar sobre tu experiencia.
Abrazos a ambas :)
Con esto me pasa como con las ideologías políticas: ni una cosa ni la otra. Creer o no creer son dos extremos, afirmaciones de lo que no se sabe. Tal vez a esta postura se le llame agnosticismo, pero no me gusta la finalidad de ese término tampoco, porque implica una negación de que se pueda saber o conocer. Excúsame la referencia bíblica, pero soy de los que dicen: ver para creer, y tampoco con la influencia de la Ayahuasca (así se pueden ver muchas cosas, como en un ensueño). Sin embargo, entiendo muy bien el rechazo al proselitismo religioso, al paternalismo de aquellos que creen que saben o que tienen una vía de salvación para ti, pero hasta un punto veo en ellos su propia desesperación por agarrarse de algo que les quite la ansiedad existencial.
ResponderEliminarHola Víctor,
ResponderEliminarTe entiendo Víctor, y respeto tu posición. A mí no me causa angustia ni nada el decantarme por la definición con que me siento más cómoda, que puede ser la errada, tengo plena conciencia de ello, y eso no me quita el sueño. No es algo en lo que yo pienso, la verdad.
Creo que algo hay de desesperación en vivir, de algún modo, todos buscamos una tablita de salvación que nos ayude a mantenernos a flote. Unos la encuentran en la religión y otros en la razón, en la ciencia, en una causa que consideran justa etc. No hay formula para vivir, por lo que creo que, a diferencia de los charlatanes de los libros de auto-ayuda, todos debemos salvarnos a nosotros mismos con los medios que podamos.
Un abrazo, Víctor, un placer tenerte por aquí :)