En los últimos años hemos tenido que acostumbrarnos a desaprender cosas que habíamos dado por ciertas. Se me ocurre ahora el hecho de que Plutón no es ya un planeta. ¡Supongo que se imaginan el trauma que sufrí al descubrir que perdíamos un planeta, y que mi aprendizaje de la primaria se tornaba aún más inútil! ja, ja, ja. Y como si tamaña decepción no hubiera sido suficiente, ahora me dicen que los latidos no son imprescindibles para que el corazón funcione.
Todo empezó cuando dos profesores universitarios recibieron 2.8 millones para crear un corazón artificial más eficiente y duradero que el modelo actual. Estos se decidieron por un modelo que bombea la sangre a través de dos válvulas paralelas, cuya única función es mantener la sangre en constantemente movimiento, y sin que para ello le haga falta el latido rítmico. Es decir, usa un mecanismo mucho más sencillo que el modelo actual.
Yo me preguntaba al leer esta historia ¿cómo afectaría a un ser humano un corazón que no late? Todo parece que es una cuestión más de forma que de fondo. Por ejemplo, la persona que lo reciba no tendrá pulso y si se hiciera un electrocardiograma, todo cuando arrojaría el examen sería una linea recta como si la persona estuviera muerta. Sin embargo, se ha comprobado que una persona puede vivir con un corazón artificial sin latidos. El corazón humano late para abastecer de nutrientes sus tejidos entre latidos, y como el artificial carece de tejidos, puede prescindir del movimiento rítmico.
Los doctores trasplantaron el nuevo corazón artificial a Craig Lewis, un paciente a quien le quedaban unas doce horas de vida. Lewis sobrevivió la operación, y logró vivir durante todo un mes. La causa de la muerte de Lewis no tuvo que ver con el procedimiento en sí, sino con que la enfermedad que padecía atacó otros órganos.
El novedoso corazón sin latidos es una gran promesa para los que precisan de un trasplante, ya que promete un mejor funcionamiento, y menos complicaciones una vez esté instalado. Esto es una excelente noticia, pero también debo decir que no me agrada la idea de un corazón sin latidos. Es difícil aceptar que un ser humano vivo no tenga pulso, o que al descansar sobre el pecho del ser amado no se escuche el tan familiar, e intermitente sonido que hemos aprendido a asociar con vida.
Todo empezó cuando dos profesores universitarios recibieron 2.8 millones para crear un corazón artificial más eficiente y duradero que el modelo actual. Estos se decidieron por un modelo que bombea la sangre a través de dos válvulas paralelas, cuya única función es mantener la sangre en constantemente movimiento, y sin que para ello le haga falta el latido rítmico. Es decir, usa un mecanismo mucho más sencillo que el modelo actual.
Yo me preguntaba al leer esta historia ¿cómo afectaría a un ser humano un corazón que no late? Todo parece que es una cuestión más de forma que de fondo. Por ejemplo, la persona que lo reciba no tendrá pulso y si se hiciera un electrocardiograma, todo cuando arrojaría el examen sería una linea recta como si la persona estuviera muerta. Sin embargo, se ha comprobado que una persona puede vivir con un corazón artificial sin latidos. El corazón humano late para abastecer de nutrientes sus tejidos entre latidos, y como el artificial carece de tejidos, puede prescindir del movimiento rítmico.
Los doctores trasplantaron el nuevo corazón artificial a Craig Lewis, un paciente a quien le quedaban unas doce horas de vida. Lewis sobrevivió la operación, y logró vivir durante todo un mes. La causa de la muerte de Lewis no tuvo que ver con el procedimiento en sí, sino con que la enfermedad que padecía atacó otros órganos.
El novedoso corazón sin latidos es una gran promesa para los que precisan de un trasplante, ya que promete un mejor funcionamiento, y menos complicaciones una vez esté instalado. Esto es una excelente noticia, pero también debo decir que no me agrada la idea de un corazón sin latidos. Es difícil aceptar que un ser humano vivo no tenga pulso, o que al descansar sobre el pecho del ser amado no se escuche el tan familiar, e intermitente sonido que hemos aprendido a asociar con vida.
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