Esta mañana mientras daba una vuelta con mi madre, de su boca salió en repetidas ocasiones la palabra "Nao", "Nao." La miré de forma extraña, y a ti ¿qué bicho te picó? Aquella palabra no me decía nada. ¿No te acuerdas que así llamabas los gatos de niña?¿Yo? Sí, tú. Un gato acababa de cruzar la calle, y de su celaje le vino el recuerdo.
Se quedó pensativa, y me dijo, fue una de tus primeras palabras. Me contó que decías varias palabras al tiempo que me balanceaba dando mis primeros pasitos a los diez meses de edad.
Supongamos que yo fuera una mujer muy famosa, y quisiera sacarle plata a mi nombre. Vamos más allá, supongamos que los eventos que me contó mi mamá fueran de suma importancia en mi vida, y por lo tanto decidiera incluirlos en mi autobiografía o memoir. ¿Deberían estos eventos ser parte de mi historia cuando han sido trasplantados a mi memoria por mi madre?
Hasta esta mañana no tenía idea de que los diez meses era ya parlanchina y activa :). Esa es la historia que cuenta mi madre de mí. Es más, ahora es parte de mi memoria pero por su intercesión. La conversación me corroboró lo que ya sabía: las autobiografías o memoir son un fraude. Se nos venden como la historia verídica de quien la cuenta, pero no es cierto, -especialmente la parte que narra los primeros años-, sino la de los que nos rodean.
Cuadro: La persistencia de la memoria (1931) de Salvador Dalí
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