Dos palabras y una flor para una gran amiga

Es una noche lluviosa, y escucho el crujido de las flores bajo su furia. Pareciera que ésta se ha propuesto destruirlas sin importarle que sean demasiado jóvenes para morir. El despiadado asalto de la lluvia a las flores me hizo pensar en ti amiga mía, no sólo por tu belleza y tu juventud, sino por la batalla que libras contra el monstruo que vive en ti. No pude evitar la comparación aunque más de mil veces me has demostrado que eres más fuerte que esas flores asediadas por la lluvia.... Admiro tu fortaleza al enfrentarte a las adversidades que te ha tocado vivir.... No te imaginas cuanto he aprendido de tu incansable lucha y de tu apego a la vida. Sé que lo que te embate ya no es una simple llovizna sino una temible tempestad.... Sin embargo tú sigues firme, continúas inmune a sus ataques, y de cada batalla sales más fuerte aunque visiblemente débil. Si tan sólo las flores fueran como tú, tal vez la lluvia cesaría y sobrevivirían aunque fuera esta noche.....

Amiga mía, hay día grises en los que los vientos de la tormenta que vives traen lágrimas a mis ojos, resignada les cedo el paso, y luego deseo con mucha fuerza que deje de lloverte sobre mojado... No obstante, todo sigue igual, el monstruo continúa alimentándose de ti... En ese preciso momento en que me quiere ganar el desaliento, de repente te contemplo tan serena, tan clara en tus prioridades, y me refugio en tu fortaleza. Me dejo llevar por los recuerdos, como guiada por un viento suave que más que destruir, acaricia; pienso en nuestra complicidad de años, las vivencias construidas, los secretos que nos guardamos, y nuestras interminables pláticas... Suavemente, me absorbo en el maravillosos tiempo que hemos compartido; ése que ningún monstruo podrá jamás quitarnos... Entonces, me seco las lágrimas y celebro nuestra amistad. Alzo una copa y brindo por la vida, por el tiempo en que coincidimos en este escenario, por los papeles que hemos desempeñado; lentamente voy acariciando cada momento que hemos compartido, los atrapo en una red para que no se me escapen, para contemplarlos siempre y recordar que aunque nos separemos, nunca me dejarás porque eres parte de mi historia.