lunes, 29 de octubre de 2012

Momentos felices


¡Qué majestuoso atardeced en medio del Atlántico! Fue un momento de perfección en el que la belleza exterior impregnaba de dicha mi mundo interior. Es siempre maravilloso volver a embriagarnos de esas pequeñas cosas que disfrutamos, al tacto de los dedos, con la caricia de una mirada, o por la entrega de un sonido.

Son momentos de profunda amonía, cuya magia radica en su permanencia y su autonomía de terceros. Fui sumamente dichosa observando ese atardecer, perdida en medio del océano. Sí, feliz, porque la felicidad no es ese estado escurridizo que nos han enseñado a perseguir, sino la magia del instante fugaz, vivido a plenitud.

domingo, 28 de octubre de 2012

Los ríos profundos encuentran sus cauces

Tras el desborde de los ríos profundos, las aguas vuelven a su cause. Imagino que esas sacudidas son inevitables, y tal vez, hasta necesarias. Uno se retuerce, patalea, y luego viene el auto-análisis, y la energía para empezar de nuevo.

Fueron tres días de angustia, pero ya estoy bien, y viendo las cosas con mucho más claridad. Todo ha sido puesto en su lugar, porque el dolor a veces distorsiona la magnitud de las cosas.

Mi mejor cualidad, tal vez sea, mi espíritu de guerrera incansable. No ha nacido el hijo de puta que pueda cambiar ese espíritu combativo ante la adversidad, y subyugue mi fortaleza espiritual y autonomía. Sin embargo, los ha habido cuya ausencia me ha mantenido inerte por algún tiempo, pero eso ya se acabo: para quien salga de mi vida, no hay espacio ni siquiera para su recuerdo.

El jueves cuando mi amigo me informó, cobardemente vía email,  que había alguien más y que se decidía por ella, me sorprendió mucho la noticia. Este hecho me removió otras heridas, y me llevó a un estado de angustia insospechado. Sin embargo, lo que me dolió no fue tanto perderlo a él, sino el revivir otros fracasos amorosos. El canadiense yo a penas empezábamos a conocernos, pero sí había contemplado la posibilidad de que pudiera resultar una relación de esta amistad, pues todo, marchaba muy bien desde hacía unos meses.

En la vida hay cosas que se aprenden a rebencazos emocionales, y a mí me llevó más de 20 años aprender que cuando alguien te deja, especialmente si no te lo veías venir, y te lo informan de una forma tan cobarde, lo mejor es dejar el dolor bullir y desbordarse unos días, luego limpiarse las lágrimas y empezar a buscar el sustituto sin demora. El quedarse en casa lamentando lo que pudo haber sido, presos de la auto-compasión sólo sirve para prolongar el dolor innecesariamente. Por eso, esta mañana me maquillé, me vestí y salí a besar la mañana con una sonrisa en los labios.

jueves, 25 de octubre de 2012

Corrientes subterráneas

Uno se levanta todas las mañanas, se pone su máscara de persona normal, y sale a la calle a hacer lo que tenemos que hacer. Nadie imagina que debajo de ella corren torrentes de penurias y penas, que subyugamos, simplemente para dar nuestra función y recibir la recompensa de la audiencia, ya sea un aplauso, una sonrisa, o un cheque al final de la quincena.

Y así lo hacemos siempre, tan bien, que podemos pasar desapercibidos entre la multitud de payasos, que al igual que nosotros, hace su función lo mejor que puede. Es tan patético el asunto, que después de un tiempo, uno llega a dominar tan bien la dualidad que careta y ser se funden; y mientras la función se desarrolla, parecemos uno más del montón: felices, plenos, y en total control de nuestras vidas…


Sin embargo, un buen día, de repente, un evento imprevisto nos toma por sorpresa, nos asalta justo antes de entrar en personaje; y entonces, ya no hay forma de su subyugar los torrentes, que a fuerzas de máscaras y diques mantenemos corriendo en lo profundo del ser como ríos que serpentean por el subsuelo.