¡Qué majestuoso atardeced en medio del Atlántico! Fue un momento de perfección en el que la belleza exterior impregnaba de dicha mi mundo interior. Es siempre maravilloso volver a embriagarnos de esas pequeñas cosas que disfrutamos, al tacto de los dedos, con la caricia de una mirada, o por la entrega de un sonido.
Son momentos de profunda amonía, cuya magia radica en su permanencia y su autonomía de terceros. Fui sumamente dichosa observando ese atardecer, perdida en medio del océano. Sí, feliz, porque la felicidad no es ese estado escurridizo que nos han enseñado a perseguir, sino la magia del instante fugaz, vivido a plenitud.
Son todas instantáneas las cosas que nos hacen felices, no existe en estado duradero y perpetuo, son momentos que muchas veces nos ayudan a enfrentar las cosas malas que también se viven.
ResponderEliminarLos atardeces es uno de esos instantes... como tantos que nos tiene preparados la Naturaleza para los que tenemos los sentidos abiertos para verla.
Más que todo, me complace esa idea de embriagarse de todas "esas pequeñas cosas que disfrutamos (y sin la presencia de elementos químicos en la receta, debe ser divino)".
ResponderEliminar:)