Ahora resulta que todos quieren ser agricultores. Esa es la conclusión a la que he llegado después de ver la cantidad de personas -más de100 millones- que día a día se levantan a arar y preparar el terreno, a sembrar y a regar sus cultivos.
Es admirable el esmero que ponen en sus actividades agrícolas, y en querer agrandar su comunidad, arrastrándonos a todos con ellos. Pero, lo que soy yo, estoy harta de las invitaciones y todo lo relativo a FarmVille.
Ésta aplicación es una de las cosas que más me fastidian de Facebook. Es que para mí que crecí en una zona rural donde veía a los agricultores con sus manos destrozadas y con el lomo partido, no se me hace "divertido" un juego sobre la agricultura.
Mientras FarmVille crece en popularidad, pocos se acuerdan de los verdaderos agricultores y de lo que conlleva el hacer su trabajo. Es como si los agricultores fueran seres invisibles cuyos productos aparecen en nuestros supermercados por acto de magia. Es probable que muchas de las personas que hoy son agricultores virtuales nunca se les haya ocurrido pensar de dónde vienen los productos que sirven en su mesa. Ni si él agricultor ha recibido un precio justo por sus productos. Ésas son preocupaciones ajenas, que pertenecen a la vida real, y para las que no hay cabida en el mundo virtual.
Es admirable el esmero que ponen en sus actividades agrícolas, y en querer agrandar su comunidad, arrastrándonos a todos con ellos. Pero, lo que soy yo, estoy harta de las invitaciones y todo lo relativo a FarmVille.
Ésta aplicación es una de las cosas que más me fastidian de Facebook. Es que para mí que crecí en una zona rural donde veía a los agricultores con sus manos destrozadas y con el lomo partido, no se me hace "divertido" un juego sobre la agricultura.
Mientras FarmVille crece en popularidad, pocos se acuerdan de los verdaderos agricultores y de lo que conlleva el hacer su trabajo. Es como si los agricultores fueran seres invisibles cuyos productos aparecen en nuestros supermercados por acto de magia. Es probable que muchas de las personas que hoy son agricultores virtuales nunca se les haya ocurrido pensar de dónde vienen los productos que sirven en su mesa. Ni si él agricultor ha recibido un precio justo por sus productos. Ésas son preocupaciones ajenas, que pertenecen a la vida real, y para las que no hay cabida en el mundo virtual.