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sábado, 15 de noviembre de 2014

Sin el mundo en las manos

No soy de las personas que piensa que todo tiempo pasado fue mejor. Vivimos en un momento maravilloso en el que la tecnología y la ciencia nos ofrecen posibilidades impensables para  nuestros antepasados. La tecnología nos ha puesto el mundo en la palma de las manos, y esto ha resultado en que siempre estamos conectados, escasa vez presentes donde nos encontramos.

A mí, esa omnipresencia de la tecnología, que se traduce en intromisión en nuestro diario vivir, puede llegar a molestarme. Me desagrada nuestra adicción al móvil, por ejemplo. Me molesta su uso durante la cena o un encuentro casual con una persona, de quien quieres su plena atención. El caso es peor si hay un interés romántico, y se explora la posibilidad de una relación. He vivido algunas experiencias horrorosas en este ámbito.

Anoche, sin embargo, duré horas conversando con un ser humano a quien no vi sacar su teléfono en toda la velada. Tampoco lo hice yo, excepto cuando se fue al baño, mi teléfono vibró al entrar un mensaje de una amiga. Lo contesté, me excusé rápidamente, y lo regresé a mi cartera. Cuando mi amigo volvió, lo que sostenía en la mano era una copa de vino. Nada más.

Nuestras manos estuvieron sobre la mesa, libres de aparatos electrónicos, desconectadas del mundo. Me a gustó estar plenamente presente, de espaldas al mundo que latía detrás de la pantalla del móvil. Quisiera repetir esta experiencia más a menudo y con una audiencia más extendida.   

domingo, 29 de agosto de 2010

Vidas paralelas

Nuestra conducta en el mundo virtual, al igual que en el real, tiene  consecuencia.  Muchos no se percatan de ello hasta que es ya muy tarde y se ven involucrados en situaciones embarazosas o simplemente fastidiosas.

Estoy convencida de que debe existir cierto nivel de armonía entre nuestra vida real y la virtual. Quizás piensen que es una declaración un tanto exagerada, pero yo no lo creo. A mí me basta con echar un vistazo a la página de alguien para formularme una muy idea de quién es la persona. Tomemos a Facebook como ejemplo. No sé si sólo me pasa a mí, pero en ocasiones he sentido vergüenza ajena al visitar los murales de algunas personas. Tal vez haya algo de prejuicio en lo que acabo de decir, pero, para mí una página virtual nos ofrece una ventana al alma de su dueño.

Soy cuidadosa con mi página de Facebook. Entre mis amigos coexisten armoniosamente antiguos estudiantes, compañeros de clases, profesores universitarios, colegas, lectores de este blog, entre otros. No cuelgo nada allí que no compartiría con mis estudiantes, con mis padres o con mis empleadores. Creo que es importante que haya cierta congruencia entre el mundo virtual y real. La idea no es que estemos de acuerdo necesariamente, sino que puedan recriminarme nada de lo que allí existe.

Tengo una cierta etiqueta muy mía, y que no espero que nadie comparta, a menos que se trate de mi muro. Por ejemplo, no hace mucho tiempo una señorita, a la que conozco en persona, empezó a insultar a otra amiga en mi muro -por rencillas que nada tenían que ver conmigo. Inmediatamente le advertí que yo no aceptaba ese tipo de conducta en mi muro. La niña se enojó y me retiro su amistad. Y, yo feliz, pues ella no contribuía nada a mi experiencia en Facebook, por el contrario le restaba bastante por su conducta.

Uno de los peores errores que cometen muchos es exponer su vida sentimental en FB. A ver, creo que si existe una relación formal no tiene nada de malo, sin embargo, si no es así, lo mejor es no exponerse. Para mí llevar una pareja a mi página de Facebook es el equivalente virtual de llevar a alguien a casa de mis padres. No es algo que yo me tomo a la ligera.

¿Qué pasa si se está empezando a conocer a alguien, y uno se apresura a presentarlo en sociedad virtual, y al poco tiempo uno se da cuenta de que la persona no es quien uno creía y trata de alejarse?  Si es una persona normal, no pasa nada, pero si es un psicópata, nos habremos buscado un tremendo lío, ya que tendremos un enfermo infiltrado en nuestro círculo social virtual... ¿Imaginan lo que pasará cuando se intente tener otra relación?

Es conveniente tratar nuestras páginas virtuales como una extensión de nosotros mismos, usar el sentido común, y ser muy cuidadosos con nuestras relaciones personales y laborales. Es una realidad innegable que en la Era de Google nuestra vida virtual es una extensión no autorizada de nuestro curriculum vitae, nos guste o no.

Imagen vía Cartforge