
Los que leen este blog, saben de mi opinión sobre Hillary Clinton como activista en sus años de estudiante, y como Primera Dama de la nación -como senadora, la verdad no tanto:(; sin embargo, Clinton, la candidata a la presidencia, se ha encargado de ir mermando mi inicial admiración por ella. Por ejemplo, me han chocado mucho sus tácticas al estilo Karl Rove, y de claro corte republicano al apelar al miedo como arma política. Por lo menos, a mí me sugieren una actitud totalmente indigna; se ha presentado como una mujer capaz de destruir todo el partido Demócrata, si fuese necesario, con tal de llegar a ser la nominada. Además, no entiendo ¿por qué su insistencia en no proveer sus impuestos para que el público los pueda examinar? Aunque no haya nada fuera de orden, sugiere que hay algo que quiere ocultar. Es irónico e hipócrita que en el 2000, ella le exigiera a Rick Lazio, su contrincante en las elecciones para el senado de Nueva York, que hiciera público los suyos; pero parece que las reglas sólo aplican a los mortales, a ella no, ella es parte de una élite, es algo así como miembro de la realeza, lo que la exime de todo escrutinio, y de paso, la hace imprescindible para dirigir la nación... ¿Será? Yo lo dudo.