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domingo, 5 de abril de 2015

Occidente jamás podría ser Kenia

El ataque terrorista contra los caricaturistas de Charlie Hebdo causó conmoción en todas las esferas sociales. Los medios de comunicación reportaron por días, los líderes políticos se pronunciaron al respecto y/o viajaron a París a mostrar su apoyo, y la comunidad global dio muestras de solidaridad. La misma semana de estos atentados, Boko Haram asesinó a 2000 personas, también inocentes, y las voces que se alzaron, en comparación con el atentado de parís, fueron mínimas. Ha ocurrido lo mismo con el ataque en el que fueron asesinados 147 estudiantes kenianos.

Cabe preguntarse, ¿qué es lo que determina el valor de una vida que se pierde en un ataque terrorista? ¿Por qué nos conmueve la perdida de unas y otras ni nos inmutan? Ha habido varias explicaciones, entre ellas la lejanía. Es posible, sin embargo, me parece que la razón es mucho más profunda. Creo que tiene que ver con nociones internalizadas sobre cuáles vidas son valiosas  e importan, y cuáles no.

Un examen poco exhaustivo arrojará una respuesta inmoral e injusta a las interrogantes anteriores.  El valor que se le asigna a la vida está condicionado por construcciones sociales, como la raza y el valor que adscribamos a una cultura -mientras más civilizadas las víctimas más nos duele su muerte. ¡Triste! Sin duda influyen, además, la ubicación geográfica, y por supuesto, el capital político que se pueda extraer de la tragedia. 

Si la matanza hubiera ocurrido en uno de los países occidentales la cobertura del ataque se prolongaría por semanas de forma ininterrumpida. Imaginemos el escenario por un instante: 147 estudiantes cristianos asesinados por un grupo terrorista islámico. Se habría utilizado la masacre para vender guerras, para proponer leyes que coarten los derechos civiles de todos y marginen aún más a las comunidades musulmanas. Se habrían machacado, incansablemente, los buenos y sacrosantos valores occidentales, por oposición a los de los bárbaros; Habrían hablado, sin descanso, de la inminente islamización de occidente -el nuevo cuco de los votantes europeos y norteamericanos.

Por el contrario, un atentado en el que tanto los terroristas, como las víctimas comparten el mismo nivel de primitivismo y salvajismo -visto desde una óptica colonialista- no ofrece las mismas oportunidades a las elites políticas, ni despiertan el interés de las corporaciones mediáticas. Es por ello que la cobertura ha sido escasa y ningún líder político ha ido a Nairobi a sacarse una foto, así sea manipulada, en señal de repudio al terrorismo y ejemplo de unidad entre países hermanos.

Nos queda clarísimo que occidente jamás podría ser Kenia, pues ése es un privilegio reservado para unos cuantos. 

domingo, 17 de abril de 2011

Xenofobia

Una de las cuestiones que más me preocupan es la discriminación que avanza como una vorágine por todos los confines de la tierra.  Esta tarde he visto un vídeo grabado durante una protesta en Tel Aviv, en contra de los inmigrantes africanos y filipinos. Las acusaciones de los nativos en contra de los inmigrantes siempre son las mismas, sin importar el país : que están ''destrozando o transformando el país'', que son ''criminales,'' y que "los gobernantes no hacen lo suficiente para frenar la inmigración," que "traen enfermedades" y otras mil cosas.

Uno de los manifestantes entrevistado en el vídeo abogaba por que fueran devueltos a sus países de origen los extranjeros, y que se les impida el ingreso en el futuro. Me impactó muchísimo escucharlo repetir una frase que recientemente emitió David Cameron, el primer ministro de Inglaterra: "El multiculturalismo ha fracasado."   ¡Qué rápido llega la retórica de odio a oídos dispuestos a escucharla! Concluyó el entrevistado que los inmigrantes africanos han arruinado a Europa porque sus culturas son irreconciliables, son unos salvajes, criminales, y que él definitivamente no quiere eso para Israel. ¡Vaya ironía el pueblo perseguido convertido en  perseguidor!

Otro caso de racismo y xenofobia está ocurriendo en Libia. Los "rebeldes" desde febrero, han estado acusando a Gadafi de haber importado "mercenarios extranjeros." Los medios de comunicación occidentales y los libios en Twitter han repetido 'este hecho' hasta el cansancio; sin embargo, resulta que los "mercenarios extranjeros" no son más que inmigrantes africanos negros. ¡Qué casualidad! Éstos trabajadores han sido acosados, detenidos, y varios asesinados por los rebeldes.

Es verdaderamente trágico presenciar este tipo de discriminación y racismo en contra de las poblaciones negras o inmigrantes. Por todas partes se pasan leyes xenófobas,  así sea inconstitucionales, como respuesta a la presencia no deseada de extranjeros en el territorio nacional. Existe un deseo desmesurado de distanciarse del otro, de animalizarlo, y así justificar su discriminación. ¿Aceptaremos algún día que en realidad sólo existe una raza, la humana, y que todas las distinciones, simplemente, son objetos de minupulación, ideadas por los gobernantes y poderosos para controlar la población?

La respuesta a esa pregunta no la sé, pero me conformaría con que las grandes potencias mundiales, que son las más afectadas por la inmigración, hicieran uso de la memoria histórica, y analizaran, el porqué de las olas migratorias. ¿Qué han hecho estas naciones para limitar el avance del llamado 'tercer mundo,' y atraer a sus habitantes hasta sus costas?

¿Será que las naciones desarrolladas, de algún modo, han provocado estas oleadas masivas de inmigrantes, debido al estancamiento económico y social, a la manipulación política, a modelos económicos devastadores, o el saqueo de los recursos naturales de sus países de origen? ¿Habría hoy oleadas masivas de africanos y latinoamericanos sin su intervención en el destino político y económico de esas masas continentales? Creo que sería un ejercicio revelador. 

domingo, 3 de abril de 2011

La corrupción moral

Existe cierta malaise sintomática de que algo anda muy mal en el curso que ha seguido los Estados Unidos desde principios del siglo XX, y del que parece no haber vuelta atrás. El afán intervencionista que no parece saciarse, los convirtió en una potencia económica y militar pero el país tiene el alma corrupta. El alma de la nación ha sido desmoralizada por la avaricia, el deseo de dominio mundial y su cultura guerrera. Es un mal sistemático que parece corromperlo todo.

Esta tarde, mientras leía El sueño del celta, de Vargas Llosa, leí una frase y me quedé pensando que captaba bien el ambiente de ruina moral de los Estados Unidos: "-La corrupción moral, la corrupción del alma que lo invade todo en este país- repitió con voz hueca, tenebrosa, como sobrecogido por una visión apocalíptica." El personaje se refería al estado de corrupción y violencia que observaba por todas partes en pleno proceso de colonización de El Congo, y que según él, llevaría el país a la ruina moral.

Yo diría lo mismo de los Estados Unidos hoy en día, y del papel que  juega en el mundo, especialmente en el oriente medio y el norte de África en estos días. Obama autorizó la intervención militar de Libia, usando la retórica más cínica que yo haya podido escuchar: bombardear un país, para salvar vidas. Lo terrible de todo es que la gente le cree, y acepta repetir los mismos errores de siempre. No importa que el discurso sea el mismo, y que ya lo hayan escuchado mil veces.

¿Con qué autoridad moral pretende Estados Unidos ir a "salvar civiles" en Libia cuando en este preciso momento son responsables, directa e indirectamente de las muertes de civiles en Gaza, Iraq, Afganistán y Bahrain y Yemen, por mencionar algunos? Es una excusa bastante risible, pero el pueblo americano y los medios de prensa la aceptan como válida.  No dudo de que el pueblo americano tiene intenciones genuinas al apoyar a Obama en su "intervención humanitaria," pero el problema es que toda la idea es una falacia. Han estado ahí tantas veces, y siempre vuelven a caer en el mismo error.

Imagino que la idea de verse como "salvadores" de "salvajes" y llevarles ''el progreso y la civilización'' los hace sentirse imprescindibles para ''el desarrollo del mundo." ¡Oh esa vieja y euro-céntrica idea de ir a salvar a los nativos de su propio salvajismo, sigue bien arraigada aún en pleno siglo XXI! Dicho de otro modo, el colonialismo y el imperialismo siguen tan vigentes como siempre.