El 2013 fue un buen año. Lo que sigue es un recuento de trece momentos que viví a plenitud este año. El fin de año es siempre momento de pasar balance vital. Prefiero recordar MOMENTOS en los que logré algo tangible, sentí miedo, fui valiente, emprendí alguna aventura, o simplemente disfruté de las cosas que me gustan. He aquí trece experiencias, sin ningún orden específico, que hicieron mi 2013 un año memorable.
I. Una cita amorosa a 275 millas de casa. Quedamos de vernos en un restaurante que está en Oneida Lake, N.Y. Ambos condujimos cinco horas. ¡Esto fue una locura! El resultado fue desastroso, pero me disfruté la aventura. Llegué al lugar, lo esperé. Comimos y charlamos un buen rato. Dimos una caminata cerca del agua, que estaba totalmente congelada, y nos dijimos adiós. No hubo más citas.
II. Me fui al monte a pensar. Estar cerca de los árboles tiene un efecto tranquilizador, y suele ayudarme a aclarar mis pensamientos. Debía decidir algo importante, y estaba aterrada, llena de dudas. Quería la quietud de las montañas para escuchar mi voz interior, sin que mis pensamientos la inhibieran o confundieran.
Me fui a las montañas de Pine Hill New York a estar conmigo misma lejos del bullicio de la ciudad. Me quedé por cuatro días. Empezaba el día con una caminata de dos horas, subiendo montañas. ¡Nada fácil! Durante los días que estuve allí sólo consumí jugos naturales.
Me sentaba a escuchar el agua de un pequeño arroyo serpentear, y eso me daba mucha paz. Sentía que yo también me iba en ese discurrir eterno del arroyo. Pasaba ratos en este estado dejándome arrastrar con el agua.
Quería sólo sentir. No quería analizar nada. Buscaba que brotara de mis adentros, sin esfuerzo, la respuesta a la pregunta que me había hecho.
Me adentré en mí, unos días después, al abrir los ojos en la mañana, ya tenía la respuesta que buscaba.
III. Defendí mi propuesta de disertación y estoy a punto de terminar el primer capítulo. Me tomé ocho meses de investigación, y escritura para darle forma coherente a mi propuesta. El título de mi disertación es Subversión y marginalidad en tres novelas de Juan Filloy de la década de 1930.
IV. Presenté un trabajo sobre mi tesis en la Universidad de Pittsburgh. El trabajo se llama Los otros en las novelas de Juan Filloy. Fue una experiencia muy bonita e estimulante. Conocía gente interesante y que también trabajan en sus tesis.
V. Decidí ser madre soltera. Nunca he sido una mujer tradicional, de esas que sueñan con el matrimonio, el vestido blanco y los hijos desde la infancia. No estaba segura de querer hijos. Siempre pensé que cuando llegara el momento, mi compañero y yo lo decidiríamos. Sin embargo, soy una mujer soltera, que no tiene una relación estable. Así es que me tocó decidirlo sola.
Mi primera intención fue adoptar. Una vez me di cuenta del trabajo, el costo y todo lo que conlleva el proceso, decidí cambiar de plan. La decisión está tomada, y la ejecutaré cuando sea pertinente.
VI. Consideré cambiar de trabajo. Amo mi trabajo y soy buena en lo que hago. Llevo quince años en mi trabajo actual. Sin embargo, este año por un sinnúmero de factores, decidí explorar un cambio de trabajo. Creo que fue un momento importante, porque lo que estaba al fondo de todo esto, no era ganar más dinero, de hecho ganaría menos si empezara de nuevo, sino un deseo de dedicarme a la enseñanza universitaria. No he decidido nada aún pero es una posibilidad. Veremos que trae el futuro.
VII. Terminé de pagar préstamos estudiantiles y otras deudas. Me propuse pagar todas mis deudas en dos años y lo logré. Soy muy feliz de vivir sin deudas.
VIII. Leí. No sólo para la tesis sino por puro placer. Leí en inglés y español. Leí buenos libros, y otros no tanto. Leí novelas e historia.
Descubrí la figura de Severino Di Giovanni que me ha fascinado, y sobre quién me he formulado una hipótesis relacionada con la tesis, que aún tengo que probar o descartar.
El libro más me impresionó fue Cosmos de Witold Gombrowicz. Al leerlo tuve ganas de decir, “Mierda y eso es posible” como alguna vez dijo Márquez al leer Pedro Paramo. Gombrowicz tiene un estilo único, que suele marearnos, hipnotizarnos, y envolvernos, sin chistar, en las más absurdas aventuras narrativas. Si tuviera que caracterizarlo diría que es cómo una bola de nieve que una vez en movimiento va aumentando, y no se detiene jamás.
El peor libro que leí fue Plegaria nocturnas de Santiago Gamboa –el crítico que dijo que este tipo es, junto a García Márquez, el mejor escritor de Colombia, se le flojeó una tuerca.
IX. Continué con mi deseo de vivir con menos. Todos los días quiero vivir con menos. En mi casa tengo lo esencial. Nada de excesos. Me gusta viajar ligero por la vida, tanto en lo interior como en lo exterior.
X. Experiement'el síndrome de Standhal mientras estuve al ver el David de Michelangelo. Había leído de la gente que es presa de este síndrome ante la abundancia de belleza. Imagino que fue lo que me ocurrió ante la estatua de David. Se me aceleró el pulso, el corazón se me atragantó, y las lágrimas salieron a borbotones, sin que yo hiciera nada. Sin embargo, fue una experiencia que no calficaría de enfermedad. Fue totalmente emotiva y placentera.
Me quedé estupefacta ante tal grado de perfección. Nunca he visto una escultura más perfecta. Al David sólo le falta respirar para ser humano. Su mirada, la alteración de sus venas, sus músculos tensos, esperando el momento justo de atacar a su oponente me sobrecogieron totalmente.
XI. Pasé un día con un perfecto desconocido. Entré a un restaurante y ahí estaba. Ni idea tenía de lo que seguiría después. Un día repleto de atenciones y humanidad compartida. Me regaló flores, comimos helado, y caminamos bajo la lluvia. Fuimos a un museo, y descubrimos callejuelas. Esta experiencia fue algo así como un embrión de romance abortado por el reloj, y la imposibilidad de la distancia.
XII. Escalé un volcán activo. Subí a la cima del Vesubio. Escalé sus 1.238 metros de altura bajo un sol infernal. Valió la pena ya que la vista de Nápoles que ofrece este monte es impresionante. Comprobar la extensión del cráter nos da una idea de la fuerza destructora de este coloso.
XIII. Visité Italia. Siempre había querido ir a Italia. Debí haber ido en el 2003, pero por razones que no vale la pena recordar, el viaje no se dio. Así que este año me regalé un viaje a Italia de cumpleaños. Disfruté cada instante de mi estadía. Me quedé con las ganas de volver, y pasar una larga temporada allí.
Roma: Estar en Roma es estar en un hermosísmo teatro al aire libre. Caminé muchísimo. Cogí el metro y el bus. Me perdí. Pregunté. Hablé italiano, español y también inglés. Vi la ciudad iluminada desde Il Ganicolo. Estuve en la fontana de Trevi, en el panteón, en las plazas.
I. Una cita amorosa a 275 millas de casa. Quedamos de vernos en un restaurante que está en Oneida Lake, N.Y. Ambos condujimos cinco horas. ¡Esto fue una locura! El resultado fue desastroso, pero me disfruté la aventura. Llegué al lugar, lo esperé. Comimos y charlamos un buen rato. Dimos una caminata cerca del agua, que estaba totalmente congelada, y nos dijimos adiós. No hubo más citas.
II. Me fui al monte a pensar. Estar cerca de los árboles tiene un efecto tranquilizador, y suele ayudarme a aclarar mis pensamientos. Debía decidir algo importante, y estaba aterrada, llena de dudas. Quería la quietud de las montañas para escuchar mi voz interior, sin que mis pensamientos la inhibieran o confundieran.
Me fui a las montañas de Pine Hill New York a estar conmigo misma lejos del bullicio de la ciudad. Me quedé por cuatro días. Empezaba el día con una caminata de dos horas, subiendo montañas. ¡Nada fácil! Durante los días que estuve allí sólo consumí jugos naturales.
Me sentaba a escuchar el agua de un pequeño arroyo serpentear, y eso me daba mucha paz. Sentía que yo también me iba en ese discurrir eterno del arroyo. Pasaba ratos en este estado dejándome arrastrar con el agua.
Quería sólo sentir. No quería analizar nada. Buscaba que brotara de mis adentros, sin esfuerzo, la respuesta a la pregunta que me había hecho.
Me adentré en mí, unos días después, al abrir los ojos en la mañana, ya tenía la respuesta que buscaba.
III. Defendí mi propuesta de disertación y estoy a punto de terminar el primer capítulo. Me tomé ocho meses de investigación, y escritura para darle forma coherente a mi propuesta. El título de mi disertación es Subversión y marginalidad en tres novelas de Juan Filloy de la década de 1930.
IV. Presenté un trabajo sobre mi tesis en la Universidad de Pittsburgh. El trabajo se llama Los otros en las novelas de Juan Filloy. Fue una experiencia muy bonita e estimulante. Conocía gente interesante y que también trabajan en sus tesis.
V. Decidí ser madre soltera. Nunca he sido una mujer tradicional, de esas que sueñan con el matrimonio, el vestido blanco y los hijos desde la infancia. No estaba segura de querer hijos. Siempre pensé que cuando llegara el momento, mi compañero y yo lo decidiríamos. Sin embargo, soy una mujer soltera, que no tiene una relación estable. Así es que me tocó decidirlo sola.
Mi primera intención fue adoptar. Una vez me di cuenta del trabajo, el costo y todo lo que conlleva el proceso, decidí cambiar de plan. La decisión está tomada, y la ejecutaré cuando sea pertinente.
VI. Consideré cambiar de trabajo. Amo mi trabajo y soy buena en lo que hago. Llevo quince años en mi trabajo actual. Sin embargo, este año por un sinnúmero de factores, decidí explorar un cambio de trabajo. Creo que fue un momento importante, porque lo que estaba al fondo de todo esto, no era ganar más dinero, de hecho ganaría menos si empezara de nuevo, sino un deseo de dedicarme a la enseñanza universitaria. No he decidido nada aún pero es una posibilidad. Veremos que trae el futuro.
VII. Terminé de pagar préstamos estudiantiles y otras deudas. Me propuse pagar todas mis deudas en dos años y lo logré. Soy muy feliz de vivir sin deudas.
VIII. Leí. No sólo para la tesis sino por puro placer. Leí en inglés y español. Leí buenos libros, y otros no tanto. Leí novelas e historia.
Descubrí la figura de Severino Di Giovanni que me ha fascinado, y sobre quién me he formulado una hipótesis relacionada con la tesis, que aún tengo que probar o descartar.
El libro más me impresionó fue Cosmos de Witold Gombrowicz. Al leerlo tuve ganas de decir, “Mierda y eso es posible” como alguna vez dijo Márquez al leer Pedro Paramo. Gombrowicz tiene un estilo único, que suele marearnos, hipnotizarnos, y envolvernos, sin chistar, en las más absurdas aventuras narrativas. Si tuviera que caracterizarlo diría que es cómo una bola de nieve que una vez en movimiento va aumentando, y no se detiene jamás.
El peor libro que leí fue Plegaria nocturnas de Santiago Gamboa –el crítico que dijo que este tipo es, junto a García Márquez, el mejor escritor de Colombia, se le flojeó una tuerca.
IX. Continué con mi deseo de vivir con menos. Todos los días quiero vivir con menos. En mi casa tengo lo esencial. Nada de excesos. Me gusta viajar ligero por la vida, tanto en lo interior como en lo exterior.
X. Experiement'el síndrome de Standhal mientras estuve al ver el David de Michelangelo. Había leído de la gente que es presa de este síndrome ante la abundancia de belleza. Imagino que fue lo que me ocurrió ante la estatua de David. Se me aceleró el pulso, el corazón se me atragantó, y las lágrimas salieron a borbotones, sin que yo hiciera nada. Sin embargo, fue una experiencia que no calficaría de enfermedad. Fue totalmente emotiva y placentera.
Me quedé estupefacta ante tal grado de perfección. Nunca he visto una escultura más perfecta. Al David sólo le falta respirar para ser humano. Su mirada, la alteración de sus venas, sus músculos tensos, esperando el momento justo de atacar a su oponente me sobrecogieron totalmente.
XI. Pasé un día con un perfecto desconocido. Entré a un restaurante y ahí estaba. Ni idea tenía de lo que seguiría después. Un día repleto de atenciones y humanidad compartida. Me regaló flores, comimos helado, y caminamos bajo la lluvia. Fuimos a un museo, y descubrimos callejuelas. Esta experiencia fue algo así como un embrión de romance abortado por el reloj, y la imposibilidad de la distancia.
XII. Escalé un volcán activo. Subí a la cima del Vesubio. Escalé sus 1.238 metros de altura bajo un sol infernal. Valió la pena ya que la vista de Nápoles que ofrece este monte es impresionante. Comprobar la extensión del cráter nos da una idea de la fuerza destructora de este coloso.
XIII. Visité Italia. Siempre había querido ir a Italia. Debí haber ido en el 2003, pero por razones que no vale la pena recordar, el viaje no se dio. Así que este año me regalé un viaje a Italia de cumpleaños. Disfruté cada instante de mi estadía. Me quedé con las ganas de volver, y pasar una larga temporada allí.
Roma: Estar en Roma es estar en un hermosísmo teatro al aire libre. Caminé muchísimo. Cogí el metro y el bus. Me perdí. Pregunté. Hablé italiano, español y también inglés. Vi la ciudad iluminada desde Il Ganicolo. Estuve en la fontana de Trevi, en el panteón, en las plazas.
El coliseo, el foro romano y el Palatino: ¡Qué impresionante estructura es el coliseo! Y, pensar que fue construída en ocho años. ¡Pobres esclavos! Pasé horas muertas disfrutando la vista, leyendo sobre su historia, e imaginando toda la sangre que se derró en este lugar. A un lado está el arco de Constantino, y por otro ángulo el antiguo templo de Venus. Después de visitar el coliseo anduve por la colina del Palatino, y terminé mi día en el Foro Romano. Sin duda uno de mis mejores días en Italia.
El vaticano: Fui al museo, la catedral y anduve callejeando un poco. Me gustó el museo, especialmente los cuartos de Raphael, y la Capilla Sixtina. Sin embargo lo que más me gusto fue haber escalado al tope de la cúpula de la catedral y ver desde arriba Roma, y la plaza de San Pedro. Es una vista espectacular por la que vale la pena escalar los 583 escalones.
Florencia: Todo lo que había esperado de esta mágica ciudad era cierto, y mucho más. Es vivir en un museo al aire libre. Se respira arte por todas partes: edificaciones maravillosas, estatuas, monumentos, todo antes nuestra vista para disfrutar.
Santa Croce: Me gustó mucho más que la catedral. Estaba en obra, pero aun así pude apreciar su belleza. Allí están las tumbas de Dante (vacía), Galileo, Machiavelli y Michelangelo, entre otros. Los mausoleos de Michelangelo y Galileo son preciosos.
Galleria dell’Academia: Hay varias razones para visitarla, la más importante el David de Michelangelo, y sus obras incompletas.Michelangelo siempre dijo que sus figuras estaban dentro del mármol esperando ser descubiertas. Al ver sus obras incompletas se hace palpable este concepto: iba desenterrando sus esculturas, dándole forma, sin modelo previo. Las visualiazaba, y entonces empezaba a "desenterrarlas". Michelangelo fue simplemente genial.
L’Uffizi: Es uno de los museos más impresionantes que he visto. Aquí vi las obras de Giotto, Botticelli, Caravaggio, Tizziano, Leonardo y otros tantos. Vi una exhibición que se llamaba La primavera del Renacimiento. Simplemente maravillosa. Esta exhibición traza una línea recta desde del nacimiento hasta su máximo esplendor. Nunca antes había contemplado la progresión de la perspectiva y los colores como lo presentaba la exhibición . Pasé una tarde espléndida y salí renovada por tanta belleza.
La piazza di Michelangelo: Ofrece una hermosa vista de la Florencia. Su localización en una colina nos permite ver el sol reflejado en el río, mientras sus rayos van muriendo sobre la ciudad. El sol mortecino tiñe todo el ambiente de ámbar.
La catedral y el baptisterio: Estuve en la catedral, pero no subí al campanario ni al domo. Me faltó tiempo. Bajé al sótano vi las ruinas de la iglesia original (siglos IV y V). Pasé a visitar la tumba de Brunelleschi por un instante. Disfruté mucho más el baptisterio, especialmente las puertas y el techo. Un monumento digno de ver.
Venecia: ¡Qué linda es Venecia! Viajar por el gran canal fue un encanto. La vista es bellísima.
Palazzo Ducale y Ponte dei Sospiri: además de ver las obras de arte que contiene el palacio Duchalli, exploré la antigua cárcel que alberga en el sótano. Y crucé el tristemente celebre Ponte dei sospiri.
La piazza di San Marco: es la plaza más bonita que conozco. Tiene un ambiente mágico. Al caminar entre palomas, enamorados, visitantes de todo tipo, se puede escuchar varias orquestas tocando música clásica. Me tocó disfrutar de las cuatro estaciones de Vivaldi a pleno aire libre. ¡Hermoso!
Venice Ghost WalkingTour: Caminamos por los lugares “encantados” de Venecia. Me gustó mucho, porque me permitió ver partes de la ciudad que por mí cuenta no habría encontrado. El viaje terminó en La Fenice uno de los teatros más importantes de Europa. El teatro ha sido consumido por el fuego dos veces, y como el fénix se ha levantado. En este teatro Verdi estrenó Attila, Rigoletto, La traviata y Simon Boccanegra.
El vaticano: Fui al museo, la catedral y anduve callejeando un poco. Me gustó el museo, especialmente los cuartos de Raphael, y la Capilla Sixtina. Sin embargo lo que más me gusto fue haber escalado al tope de la cúpula de la catedral y ver desde arriba Roma, y la plaza de San Pedro. Es una vista espectacular por la que vale la pena escalar los 583 escalones.
Florencia: Todo lo que había esperado de esta mágica ciudad era cierto, y mucho más. Es vivir en un museo al aire libre. Se respira arte por todas partes: edificaciones maravillosas, estatuas, monumentos, todo antes nuestra vista para disfrutar.
Santa Croce: Me gustó mucho más que la catedral. Estaba en obra, pero aun así pude apreciar su belleza. Allí están las tumbas de Dante (vacía), Galileo, Machiavelli y Michelangelo, entre otros. Los mausoleos de Michelangelo y Galileo son preciosos.
Galleria dell’Academia: Hay varias razones para visitarla, la más importante el David de Michelangelo, y sus obras incompletas.Michelangelo siempre dijo que sus figuras estaban dentro del mármol esperando ser descubiertas. Al ver sus obras incompletas se hace palpable este concepto: iba desenterrando sus esculturas, dándole forma, sin modelo previo. Las visualiazaba, y entonces empezaba a "desenterrarlas". Michelangelo fue simplemente genial.
L’Uffizi: Es uno de los museos más impresionantes que he visto. Aquí vi las obras de Giotto, Botticelli, Caravaggio, Tizziano, Leonardo y otros tantos. Vi una exhibición que se llamaba La primavera del Renacimiento. Simplemente maravillosa. Esta exhibición traza una línea recta desde del nacimiento hasta su máximo esplendor. Nunca antes había contemplado la progresión de la perspectiva y los colores como lo presentaba la exhibición . Pasé una tarde espléndida y salí renovada por tanta belleza.
La piazza di Michelangelo: Ofrece una hermosa vista de la Florencia. Su localización en una colina nos permite ver el sol reflejado en el río, mientras sus rayos van muriendo sobre la ciudad. El sol mortecino tiñe todo el ambiente de ámbar.
La catedral y el baptisterio: Estuve en la catedral, pero no subí al campanario ni al domo. Me faltó tiempo. Bajé al sótano vi las ruinas de la iglesia original (siglos IV y V). Pasé a visitar la tumba de Brunelleschi por un instante. Disfruté mucho más el baptisterio, especialmente las puertas y el techo. Un monumento digno de ver.
Venecia: ¡Qué linda es Venecia! Viajar por el gran canal fue un encanto. La vista es bellísima.
Palazzo Ducale y Ponte dei Sospiri: además de ver las obras de arte que contiene el palacio Duchalli, exploré la antigua cárcel que alberga en el sótano. Y crucé el tristemente celebre Ponte dei sospiri.
La piazza di San Marco: es la plaza más bonita que conozco. Tiene un ambiente mágico. Al caminar entre palomas, enamorados, visitantes de todo tipo, se puede escuchar varias orquestas tocando música clásica. Me tocó disfrutar de las cuatro estaciones de Vivaldi a pleno aire libre. ¡Hermoso!
Venice Ghost WalkingTour: Caminamos por los lugares “encantados” de Venecia. Me gustó mucho, porque me permitió ver partes de la ciudad que por mí cuenta no habría encontrado. El viaje terminó en La Fenice uno de los teatros más importantes de Europa. El teatro ha sido consumido por el fuego dos veces, y como el fénix se ha levantado. En este teatro Verdi estrenó Attila, Rigoletto, La traviata y Simon Boccanegra.
El 2013 fue un año transformador. Puse a pruebas muchas de mis creencias, y creo que salgo de él siendo mejor persona, y dispuesta a mirar la vida de frente, aun cuando en vez de sonrisa me ofrezca una mueca de dolor.