Ayer salió en el New York Times un anuncio pagado en apoyo a Bradley Manning. El anuncio ocupó una página completa del periódico. Participé esta iniciativa porque creo que lo que hizo Manning fue un acto de valentía, a diferencia de otros soldados, escuchó su consciencia y mostró al mundo la impunidad con que se actúa en la guerra.
Nunca he sentido el menor respeto por el ejército estadounidense. De hecho, me molesta que se espere que uno deba sentir reverencia por unos "héroes" que no son más que mercenarios. Éstos matan sin pensar, sin cuestionar nada, impulsando con sus actos los intereses geopolíticos de Estados Unidos, a costa de la sangre de gente inocente. ¿Qué hay de honorable en ello?
Es posible que muchos soldados estadounidenses no sepan de los crímenes del ejército antes de estar en el campo de batalla. Una vez allí, hacen el trabajo para el cual fueron entrenados. Los que sobreviven, luego lidian con las consecuencias de la guerra: unos se suicidan, y otros viven con cargos de consciencia toda su vida. Y, también los hay que no tienen el menor remordimiento, porque creen a ciegas en el ejército.
Bradley Manning, a diferencia de la mayoría, al ver lo que ocurría, decidió actuar cómo mejor pudo: propició que los estadounidenses y el mundo vieran los crímenes que estaban ocurriendo. Imagino que pensó que estos abusos pasaban porque no se sabía de ellos. Se equivocó. Los jefes de alto rango, y muchos de sus conciudadanos lo sabían, pero no les importaba, porque practican el inmoral principio de que el fin justifica los medios.
Imagino que Bradley Manning ve decepcionado, desde la soledad de su celda, cómo a la gran mayoría de los estadounidenses no les importó lo que él quiso mostrarles. El cambio que esperaba ocurririera no ocurrió. En el ejército y el gobierno todo sigue igual. Muchos de los estadounidenses, a quienes pensó conmovería, no se inmutaron; peor aún, éstos se pusieron de lado del ejército, y lo condenan por haber roto su voto de fidelidad al las fuerzas armadas.
La administración de Obama ha sido implacable con Bradley Manning, se ha asegurado de hacer de él un ejemplo para posibles detractores. El juicio ya terminó. El juez dicatará sentencia la próxima semana. Me llena de rabia que Bradley Manning vaya a pasar el resto de su vida en la cárcel por mostrar los crímenes del ejército. Es deprimente que lo penable por la ley sea el sacar a la luz los crímines del ejército, y no los actos en sí. Manning irá a la cárcel, mientras los criminales de guerra disfrutan de su libertad, y muchos hasta lucran dando charlas y vendiendo libros.
Ojalá un día los estadounidense despierten de su letargo y se den cuenta de que sus soldados son emisarios de la muerte, y que el mundo no está en guerra con Estados Unidos, sino al contrario. Y tal vez, de paso, se ponen a pensar en la calidad de vida que podrían tener, si la mayoría de los impuestos que pagamos fueran a los servicios publicos, y no a derramar sangre de "salvages" en algún lejano país.
Nunca he sentido el menor respeto por el ejército estadounidense. De hecho, me molesta que se espere que uno deba sentir reverencia por unos "héroes" que no son más que mercenarios. Éstos matan sin pensar, sin cuestionar nada, impulsando con sus actos los intereses geopolíticos de Estados Unidos, a costa de la sangre de gente inocente. ¿Qué hay de honorable en ello?
Es posible que muchos soldados estadounidenses no sepan de los crímenes del ejército antes de estar en el campo de batalla. Una vez allí, hacen el trabajo para el cual fueron entrenados. Los que sobreviven, luego lidian con las consecuencias de la guerra: unos se suicidan, y otros viven con cargos de consciencia toda su vida. Y, también los hay que no tienen el menor remordimiento, porque creen a ciegas en el ejército.
Bradley Manning, a diferencia de la mayoría, al ver lo que ocurría, decidió actuar cómo mejor pudo: propició que los estadounidenses y el mundo vieran los crímenes que estaban ocurriendo. Imagino que pensó que estos abusos pasaban porque no se sabía de ellos. Se equivocó. Los jefes de alto rango, y muchos de sus conciudadanos lo sabían, pero no les importaba, porque practican el inmoral principio de que el fin justifica los medios.
Imagino que Bradley Manning ve decepcionado, desde la soledad de su celda, cómo a la gran mayoría de los estadounidenses no les importó lo que él quiso mostrarles. El cambio que esperaba ocurririera no ocurrió. En el ejército y el gobierno todo sigue igual. Muchos de los estadounidenses, a quienes pensó conmovería, no se inmutaron; peor aún, éstos se pusieron de lado del ejército, y lo condenan por haber roto su voto de fidelidad al las fuerzas armadas.
La administración de Obama ha sido implacable con Bradley Manning, se ha asegurado de hacer de él un ejemplo para posibles detractores. El juicio ya terminó. El juez dicatará sentencia la próxima semana. Me llena de rabia que Bradley Manning vaya a pasar el resto de su vida en la cárcel por mostrar los crímenes del ejército. Es deprimente que lo penable por la ley sea el sacar a la luz los crímines del ejército, y no los actos en sí. Manning irá a la cárcel, mientras los criminales de guerra disfrutan de su libertad, y muchos hasta lucran dando charlas y vendiendo libros.
Ojalá un día los estadounidense despierten de su letargo y se den cuenta de que sus soldados son emisarios de la muerte, y que el mundo no está en guerra con Estados Unidos, sino al contrario. Y tal vez, de paso, se ponen a pensar en la calidad de vida que podrían tener, si la mayoría de los impuestos que pagamos fueran a los servicios publicos, y no a derramar sangre de "salvages" en algún lejano país.