¡Just call me Professor Tejada!

A pesar de que la temperatura estaba, o se sentía a 100 grados Fahrenheit, me fui a la entrevista de traje negro y zapatitos de charol. Hacía tanto tiempo que no iba a una entrevista de trabajo; pues desde que me gradué de la Universidad he trabajado en el mismo lugar. A pesar de que no pienso dejar mi trabajo -porque me encanta- me decidí a ir a la entrevista porque representaba la posibilidad de trabajar en una de las universidades de la Ciudad de Nueva York. Me sentía muy calmada, pues tenía mucho que ganar y nada que perder.

Llegué a la oficina a las dos en punto como habíamos acordado. Iba impecablemente vestida, el pelo recogido, un tenue maquillaje, y mi mejor sonrisa. Estaba física, y mentalmente lista... Llevaba un portafolio con muestras de mi trabajo y de mi trayectoria profesional, varias copias de mi curriculum vitae, en fin, todo lo que me imaginé que la Dra. Fulana de Tal me podía pedir.

Todo fue muy rápido. Empezamos hablar de mi experiencia profesional, y del puesto para el que me había presentado. Le contesté las preguntas que me hizo; y le hice algunas preguntas sobre la facultad y el curso para el que me entrevistaba. Todo me salió perfecto. No habían pasado 30 minutos, y ya la Dra. De Tal me había ofrecido el trabajo. ¡Qué tal! Ni siquiera me pidió referencias. No me lo podía creer.

Inmediatamente, me entregó una carpeta con información sobre mi nuevo trabajo. Mi trabajo será preparar una nueva generación de futuros profesores para enseñar español a estudiantes de secundaria. Ésta es una gran oportunidad para mí, no por la compensación monetaria, sino porque me abre las puertas de la enseñanza universitaria que es a lo que me quiero dedicar en un futuro.