Mamita,
En este día quiero decir cuanto te amo, y expresarte mi más profundo agradecimiento; sí, hoy precisamente en este día que todos se acuerdan de que tienen madre. Afortunadamente, me acuerdo de ti a diario, y no dudo un instante en llamarte sólo para oír tu voz.
A pesar de que hoy tampoco estaré en casa -como no lo he estado en los últimos 18 Días de las Madres- no olvides que aunque ausente, estoy más cerca de ti que cuando lo estaba físicamente; ya no soy aquella adolescente que veía en ti una barrera que la separaba de su anhelada libertad. Recuerdo que detestaba tu necesidad de control y tus reglas inflexibles; sin embargo, eso ya lo he olvidado, y te perdono por las lágrimas de impotencia que me hiciste derramar y por los momentos que me robaste por creer que era lo mejor para mí.
La verdad es que te temía, muchas cosas no las hacía por miedo a ti, pero te perdono todo; aún recuerdo haber ido a clase con los ojos hinchados de llorar porque no me dejaste ir a un baile la noche anterior, o salir con mis amigos del liceo. Si quieres saber la verdad, creo que te excedías, porque yo era una buena chica, un poquito más de libertad no me hubiera hecho mal; jamás te di dolor de cabeza – o por lo menos eso te oí decir cuando pensabas que no te escuchaba. Aunque en ese tiempo moría de rabia e impotencia, ahora que lo pienso en retrospectiva te entiendo aunque no comparto tu modo.
Debo decir que nunca te guardé rencor, aunque me hubiera gustado que hubiese sido un poquito más comprensiva conmigo. Sin embargo, hoy soy lo que soy gracias a tus aciertos y errores en la forma en que me educaste; entiendo perfectamente que no vine al mundo con manual que te indicara como tratarme, y por lo tanto aprendiste sobre la marcha….
Mamita, te agradezco todo tu amor y dedicación. Especialmente que me hayas inculcado principios y el sentido de la responsabilidad, tus horas de desvelo, las interminables horas en esos horrorosos hospitales cada vez que me enfermaba, la comida caliente cuando regresaba del liceo, en suma todo tu amor y protección.
Sé que yo era lo más importante en tu vida, que mi bienestar estaba antes que el tuyo propio, y por eso, hoy quiero darte las gracias. Sabes, después de que salí de casa ese 23 de septiembre de 1991 empecé a valorarte mucho más; entonces dejaste de ser la barrera entre mis deseos y yo; al no tenerte cerca, empecé a añorar tus reclamos, tu interminable letanía de mandados o quejas, los cuales se hacían más dulces y más necesarios cada día. Me di cuenta de que todo lo habías hecho porque me querías, y que ésa era tu forma de ser una madre amorosa y responsable. Supe entonces que otros niños no tuvieron quien los regañara y los cuidara como lo hiciste tú conmigo. A partir de entonces, empecé a entenderte mejor, sí, creo que lo comprendí todo de golpe, te agradecí mis lágrimas, tu rigidez y todo tus cuidados.
Hoy soy la mujer que soy por tu amor y protección; al entrar a este caos sin ti no erré el camino gracias a la educación que me diste. Soy una mujer de bien -de quien te sientes 0rgullosa-, por mi esfuerzo sí, pero también porque me diste la niñez más feliz que me pudiste haber dado.
Mamita querida quiero que sepas que fui una niña inmensamente feliz –excepto cuando te convertías en dictadora para imponer tu voluntad. Siempre me demostraste que fui una hija deseada, gracias por decidir tenerme, y por traerme al mundo porque tú quisiste... Tal vez por eso, me diste tanto amor. Tengo miles de recuerdos dulces, los cuales nunca olvidaré, y me escudan en momentos de desolación. A veces cierro los ojos y recuerdo lo maravilloso que era acostarme entre tú y papi cuando no me sentía bien, o cuando me desvelaba. Hay momentos en que me gustaría llamarte y meterme en la cama en medio de los dos; esa cama tenía una magia especial, capaz de curar todos los miedos y todas la enfermedades. Momentos como ésos los llevo muy dentro de mi corazón, y en noches de frío me sirven de abrigo.
!Felicidades mamita, con todo mi amor en éste tu día!
Tu hija que te adora