Esta mañana leí la crónica “Unable to visit with Mandela, Obama honors his legacy.” El artículo resalta la conexión obvia entre Mandela y Obama: ambos fueron los primeros presidentes negros de sus respectivos países. Sin embargo, más allá de este detalle circunstancial los legados de ambos hombres no podrían ser más distintos.
El artículo muestra a Obama compungido por el deterioro de la salud de Mandela, y no escatima en elogios para el ex presidente sudafricano. Confieso que me es imposible escuchar a Obama hablar y no analizar cada palabra que dice en el contexto sus acciones. Me quedé pensando por un momento sobre la siguiente pregunta: ¿qué ha significado la elección de Barack Obama para los negros?
La respuesta es nada. Sí, nada. Obama es el primer presidente negro del país, sin embargo, esto no ha beneficiado a los afroamericanos en absoluto. De hecho, las estadísticas indican que su situación ha empeorado durante la administración de Obama. El presidente negro trabaja para perpetuar el statu quo, y para asegurarse de que los tentáculos del imperio se esparzan por el globo. ¿Sirve de algo que su piel sea negra si todo lo hace como sus predecesores blancos?
Sí nos hacemos esa misma pregunta sobre Mandela, la cosa cambia. A diferencia de Obama, Mandela luchó contra el statu quo, siempre estuvo del lado de los oprimidos, habló con la verdad, una verdad incómoda para los opresores y sus solapadores, fue un rayo de esperanza en la oscuridad del apartheid. La lucha de Mandela se tradujo en cambios tangibles que mejoraron la vida de los negros. Mandela enfrentó el poder por un mejor futuro para los marginados, Obama es el poder, y aplasta a los que se atreven a enfrentarlo.
Para mí es una ofensa equiparar los roles de Obama y a Mandela, así sea superficialmente. El primero es el hombre más poderoso del planeta, el jefe del ejército más sanguinario del mundo, y usa su poder para matar, encarcelar, y aniquilar a los que lo desafían, y luchan por la libertad, la justicia y la verdad. El segundo fue uno de los hombres más nobles y justo del siglo XX. Mandela lo dio todo por los oprimidos, se enfrentó al poder para reclamar justicia e igualdad. Fue un libertador, un hacedor de posibilidades, un visionario de un futuro que para muchos era imposible en la Sudáfrica del Apartheid. Obama es su antítesis.
Sabiendo lo que ya sabemos de Obama, pensemos por un momento sobre la siguiente pregunta: ¿de qué lado habría estado Obama en el conflicto sudafricano? A mí me queda clarísimo que Obama habría estado del lado del statu quo, del bando de los opresores; y a Mandela, lo habría encarcelado igual, y habría distorcionado sus actos con la mezquina propaganda a la que ya nos tiene acostumbrados para justificar lo injustificable. Es por esto que a mí sus palabras de elogio para Mandela me suenan huecas, un ejercicio de oratoria carente de signficado.
El artículo muestra a Obama compungido por el deterioro de la salud de Mandela, y no escatima en elogios para el ex presidente sudafricano. Confieso que me es imposible escuchar a Obama hablar y no analizar cada palabra que dice en el contexto sus acciones. Me quedé pensando por un momento sobre la siguiente pregunta: ¿qué ha significado la elección de Barack Obama para los negros?
La respuesta es nada. Sí, nada. Obama es el primer presidente negro del país, sin embargo, esto no ha beneficiado a los afroamericanos en absoluto. De hecho, las estadísticas indican que su situación ha empeorado durante la administración de Obama. El presidente negro trabaja para perpetuar el statu quo, y para asegurarse de que los tentáculos del imperio se esparzan por el globo. ¿Sirve de algo que su piel sea negra si todo lo hace como sus predecesores blancos?
Sí nos hacemos esa misma pregunta sobre Mandela, la cosa cambia. A diferencia de Obama, Mandela luchó contra el statu quo, siempre estuvo del lado de los oprimidos, habló con la verdad, una verdad incómoda para los opresores y sus solapadores, fue un rayo de esperanza en la oscuridad del apartheid. La lucha de Mandela se tradujo en cambios tangibles que mejoraron la vida de los negros. Mandela enfrentó el poder por un mejor futuro para los marginados, Obama es el poder, y aplasta a los que se atreven a enfrentarlo.
Para mí es una ofensa equiparar los roles de Obama y a Mandela, así sea superficialmente. El primero es el hombre más poderoso del planeta, el jefe del ejército más sanguinario del mundo, y usa su poder para matar, encarcelar, y aniquilar a los que lo desafían, y luchan por la libertad, la justicia y la verdad. El segundo fue uno de los hombres más nobles y justo del siglo XX. Mandela lo dio todo por los oprimidos, se enfrentó al poder para reclamar justicia e igualdad. Fue un libertador, un hacedor de posibilidades, un visionario de un futuro que para muchos era imposible en la Sudáfrica del Apartheid. Obama es su antítesis.
Sabiendo lo que ya sabemos de Obama, pensemos por un momento sobre la siguiente pregunta: ¿de qué lado habría estado Obama en el conflicto sudafricano? A mí me queda clarísimo que Obama habría estado del lado del statu quo, del bando de los opresores; y a Mandela, lo habría encarcelado igual, y habría distorcionado sus actos con la mezquina propaganda a la que ya nos tiene acostumbrados para justificar lo injustificable. Es por esto que a mí sus palabras de elogio para Mandela me suenan huecas, un ejercicio de oratoria carente de signficado.