sábado, 9 de marzo de 2013

El consumismo limita nuestra experiencia vital

Nunca he sentido la necesidad de sucumbir al consumismo que permea en nuestra sociedad.  Se me hace detestable por varios motivos, siendo dos de los principales el modelo económico que lo promueve y la estupidez de los ciudadanos que no se dan cuenta que son peones en un tablero de ajedrez.

Me entristece ver gente que gasta lo que tiene y no tiene en consumir sin darse cuenta de que esta necesidad de consumir no es casual, sino orquestada desde los círculos económicos y políticos de la nación. Esta conducta lleva a que los pobres sean cada vez más pobres y los ricos cada vez más ricos. 

Hace unos días conversaba con una señora que me aconsejaba cambiar mi carro y mudarme a un apartamento mejor. Según ella, yo podía hacerlo ya que mi salario y estabilidad laboral me lo permitían. Sin embargo, aunque esto es cierto, a mí no me hace falta ni un apartamento ni carro nuevo. Me siento a gusto con mi carro de hace 9 años y con mi apartamento de hace 11. 

Prefiero usar mi dinero para viajar, ahorrar para cuando lo necesite, y ayudar, en lo posible, a mi familia y a organizaciones que están verdaderamente comprometidas con el bienestar de los menos afortunados. El dinero no me sirve para otra cosa. Muchos piensan que su valor como seres humanos depende de las cosas materiales que tengan. A mí me basta con vivir cómoda y poder hacer lo que quiera con mi dinero. 

Mi postura está sustentada en mis principios anti-consumismo y en una filosofía de vida de que sólo quiero vivir con lo necesario. En mi casa tengo lo justo, nada más. Soy humanista en espíritu y acciones; y creo que las cosas superficiales e innecesarias entorpecen la existencia y nos alejan de nuestra esencia humana. 

Admiro a aquellos seres que pueden tomar consciencia de lo dañino que es vivir para consumir, y hacen consciencia de que nuestras carencias existencialistas no se llenan con cosas materiales. Ésas sólo se mitigan con el amor, el ser solidario, el hacer lo que nos apasiona, el ayudar a los que nos necesitan, el dedicar parte de nuestro tiempo en este planeta a proyectos más grandes que nosotros mismos. Debemos hacer lo que podamos para mitigar el dolor de otros y ser agentes de cambio.

Mi forma de vivir surge de entender que soy parte de la fabrica social y humana de nuestro planeta, y no de que tengo un alma que salvar. No espero recompensa divina por mis acciones mientras dure mi residencia en la tierra. Mi única recompensa es el alivio de aquellos a quienes puedo ayudar y la satisfacción de haber hecho lo que estaba a mi alcance. Ni siquiera me interesa el agradecimiento, pues para mí, el privilegio consiste en hacer mi pequeña contribución a la familia humana. 

3 comentarios:

  1. No puedo estar más de acuerdo contigo en esto. El consumismo también nos consume y nos distrae de asuntos vitales.

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  2. Totalmente de acuerdo con su articulo-opinión.
    Saludos,

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  3. Víctor,gracias por siempre darte la vuelta. Es así. Quiero vivir con lo necesario. Uno de los hombres que más admiro en estos días es el presidente de Uruguay, José Mujica por vivir con lo básico, y hablar de que hay otra manera de vivir. Un abrazo

    Unknown, gracias por leer, Saludos

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