jueves, 18 de diciembre de 2008

Conversando con Matute

Para mí la amistad está por encima del amor, por considerarla un sentimiento más puro y mucho menos egoísta. Sin embargo, esta mañana he despertado de un largo sueño, y me he dado cuenta de que la vista nos engaña.

Esta es otra pérdida de la inocencia, mucho más dolorosa que la original. Hoy me encuentro al igual que el protagonista del cuento "El niño al que se le murió el amigo"ante una realidad cruda e inesperada, pero viceralmente real.

"El niño al que se le murió el amigo" de Ana Ma. Matute
"Una mañana se levantó y fue a buscar al amigo, al otro lado de la valla. Pero el amigo no estaba, y, cuando volvió, le dijo la madre:
-El amigo se murió.
-Niño, no pienses más en él y busca otros para jugar.
El niño se sentó en el quicio de la puerta, con la cara entre las manos y los codos en las rodillas. «Él volverá», pensó. Porque no podía ser que allí estuviesen las canicas, el camión y la pistola de hojalata, y el reloj aquel que ya no andaba, y el amigo no viniese a buscarlos. Vino la noche, con una estrella muy grande, y el niño no quería entrar a cenar.
-Entra, niño, que llega el frío -dijo la madre.
Pero, en lugar de entrar, el niño se levantó del quicio y se fue en busca del amigo, con las canicas, el camión, la pistola de hojalata y el reloj que no andaba. Al llegar a la cerca, la voz del amigo no le llamó, ni le oyó en el árbol, ni en el pozo. Pasó buscándole toda la noche. Y fue una larga noche casi blanca, que le llenó de polvo el traje y los zapatos. Cuando llegó el sol, el niño, que tenía sueño y sed, estiró los brazos y pensó: «Qué tontos y pequeños son esos juguetes. Y ese reloj que no anda, no sirve para nada». Lo tiró todo al pozo, y volvió a la casa, con mucha hambre. La madre le abrió la puerta, y dijo: «Cuánto ha crecido este niño, Dios mío, cuánto ha crecido». Y le compró un traje de hombre, porque el que llevaba le venía muy corto."
Ese niño que despertó a la vida abruscamente soy yo. Ha sido una noche larga y fría, pero hoy me levanté y me di cuenta de «Qué tontos y pequeños son esos juguetes. Y ese reloj que no anda, no sirve para nada». He pasado una noche en velo para parir un nuevo día en el que la inocencia se perdió...
Es un nuevo comienzo sin juguetes y con mi amigo muerto.
Cuento fue tomado de la página Ciudad Seva

7 comentarios:

  1. Me imagino que el niño sí, pero yo siento que desaprendí.... todo lo que había concebido como cierto resultó no serlo. Uno puede mentir por unos días, meses, un año, dos, tres, cuatro, pero ¿toda una vida? ¡No!

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  2. El niño encontrará otros amigos... aunque no los quiera de la misma forma.

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  3. sospiro...
    a veces las personas no son lo que creemos, ánimo nena =) asi se aprende, pero igual se sigue confiando besos y bienvuelta =D

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  4. Themys, Por supuesto que encontrará nuevos amigos :) y tal vez los llegue a querer mucho más, pero no eso no compensa el dolor de esta périda.

    Sandy, Así es. Estuve equivocada por años. Pero ya pasó. Gracias por la bienvenida.

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  5. La vida es un constante aprendizaje, que deja cicatrices donde suelen correr los sueños y la magia que nos mantiene de pie.

    Abrazos

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  6. Argénida que bien lo expresaste, gracias. Me gustó mucho :). Abrazos.

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