El excepcionalismo de Estados Unidos no es más que un mito. El país se queda rezagado ante sus semejantes en varios aspectos: la calidad de la educación, el acceso a servicios sanitarios, y la siempre en expansión brecha entre ricos y pobres, y un largo etcétera.
Esta mañana me he quedado pensando en otro aspecto en que Estados Unidos se queda atrás: la implementación de servicios de trenes de alta velocidad que conecten, por lo menos, las grandes ciudadades. ¿No sería estupendo poder coger un tren y bajarse en la costa opuesta?
Esta mañana me he quedado pensando en otro aspecto en que Estados Unidos se queda atrás: la implementación de servicios de trenes de alta velocidad que conecten, por lo menos, las grandes ciudadades. ¿No sería estupendo poder coger un tren y bajarse en la costa opuesta?
No me cabe en la cabeza que en Estados Unidos no existan trenes de alta velocidad como en Europa y Asia. Lo peor aún es que ni siquiera existen planes a futuro. Alguna vez he escuchado a políticos en campaña mencionarlo, pero nada en serio. Todo indica que seguiremos dependiendo de los carros, los autobuses y los aviones para viajar lejos.
¿Cómo es posible? No lo sé. Siempre he creído que deberíamos tener rieles de alta velocidad, pero hoy la falta de ellos me me fastidia mucho más. He aquí las razones: debo ir a dar una ponencia en la Universidad de Pittsburg en unas semanas, y acabo de volver de Europa donde volví a comprobar lo cómodo y útil que son los trenes de alta velocidad.
¿Cómo es posible? No lo sé. Siempre he creído que deberíamos tener rieles de alta velocidad, pero hoy la falta de ellos me me fastidia mucho más. He aquí las razones: debo ir a dar una ponencia en la Universidad de Pittsburg en unas semanas, y acabo de volver de Europa donde volví a comprobar lo cómodo y útil que son los trenes de alta velocidad.
Jamás imaginé que llegar a Pittsburg fuera tan problemático. Mi intención desde el principio fue viajar en avión, sin imaginar que los billetes estuvieran tan caros. Estas son las opciones disponibles:
- Para la fecha que quiero, un vuelo directo de ida y vuelta desde La Guardia o el Kennedy cuesta un promedio de 650.00 dólares. Esto me parece un asalto para un vuelo de una hora y media, más o menos. El año pasado ir a Pittsburg costaba 200.00 dolares ida y vuelva, y tal vez, menos si se compraba el billete con tiempo. Jetblue dejó de viajar a principios de años, lo que ha causado el aumento.
- Podría conducir, pero son 394 millas, lo que supone un trayecto de aldedor de 6 horas, y supongo que serían más, porque claro debo comer e ir al baño. Me gusta conducir, y no sería la primera vez que conduzca esta distancia, pero no quiero llegar cansada a dar una ponencia, pues saldría después de horas de trabajo.
- Ir en autobús se lleva unas quince a dicisiete horas. Esto si que ni loca lo hago. ¿Quién diablos puede estar en un bus tanto tiempo?
- Si cojo el tren, el viaje serían nueve o diez horas para viajar 394 millas. Insólito. El tren es mejor que el autobús, pues puedes caminar e ir al bar a comer o tomar algo. Pero, la idea de estar en un tren por diez horas, para viajar una distancia relativamente corta, me hace ronchas.
¡Qué maldito fiasco! Esto es simplemente incomprensible. Para ilustrar esta estupidez les cuento que en agosto estuve en Italia, y viaje desde Roma a Florencia (173 millas) y desde allí a Venecia (161), ambos trayectos los recorrí en una hora y media en tren. El trayecto Madrid-Sevilla (342) lo he hecho en dos horas y medias.
¿Qué impide que tengamos este servicio en EE.UU? Por un lado la desidia de los gobernantes, y la falta de hacer de este tipo de transporte una prioridad presupuestal. Estoy seguara de que si se redujera el mal llamado presupuesto de "defensa", se podrían invertir los impuestos en infraestructura y otros servicios sociales. Pero claro, ¿para qué invertir impuestos en mejorar nuestra calidad de vida cuando se pueden usar para bombardear inocentes, mantener la alta productividad y ganancias de la Industria de la Guerra, y, de paso, hacer ricos a una pequeña élite? Exacto.
Nos queda clarísimo. Es una cuestión de prioridades: se necesita invertir más en el ejército, en más intervenciones militares, y mucho menos en servicios a los ciudadanos. ¡Obvio!
¿Qué impide que tengamos este servicio en EE.UU? Por un lado la desidia de los gobernantes, y la falta de hacer de este tipo de transporte una prioridad presupuestal. Estoy seguara de que si se redujera el mal llamado presupuesto de "defensa", se podrían invertir los impuestos en infraestructura y otros servicios sociales. Pero claro, ¿para qué invertir impuestos en mejorar nuestra calidad de vida cuando se pueden usar para bombardear inocentes, mantener la alta productividad y ganancias de la Industria de la Guerra, y, de paso, hacer ricos a una pequeña élite? Exacto.
Nos queda clarísimo. Es una cuestión de prioridades: se necesita invertir más en el ejército, en más intervenciones militares, y mucho menos en servicios a los ciudadanos. ¡Obvio!
Excelente observación, Sonia. De seguro también hay intereses económicos y cabilderos que impiden que esa industria surja y les haga competencia.
ResponderEliminarSeguro que los cabilderos en Washington depositan mucho dinero para impedir que haya competencia en el negocio del transporte aéreo. A quien más le interesa que las cosas sigan como están?
ResponderEliminarBuen tópico amiga Sonia.