La película "Violeta se fue a los cielos" de Andrés Wood se presenta en el Lincoln Plaza Cinemas desde el 29 de marzo. El film está basado en el libro del mismo nombre de Ángel Parra, hijo de la cantante Violeta Parra.
Vi la película, y me quedé reflexionando en que hay seres humanos que por su complejidad parecen ser inabordables como personajes. Este es el caso de Violeta Parra. Andrés Wood intenta mostrar a Violeta en todas sus dimensiones, pero fracasa -aunque no del todo. Lo que vemos en la pantalla no es la vida de Violeta Parra, sino una interpretación, una visión un poco sesgada de este huracán de mujer.
La película muestra destellos de su complejidad, sin embargo, salimos del teatro sintiéndonos un tanto insatisfechos. Para mitigar las carencias del guión, el director recurre, una y otra vez, a la música y a las muchas entrevistas que nos dejó Violeta.
Me parece que son las canciones y las entrevistas las que salvan la cinta, junto a dos o tres escenas bien logradas. Éstas se imponen en el filme, ya que a través de ellas percibimos la total vitalidad de Violeta Parra. Nos la muestran profunda, vital, divertida, con gran sensibilidad e ingenio, deshacedora de convenciones sociales, valiente, e intensa en toda la extensión de la palabra.
En "Violeta se fue a los cielos" aparecen sólo destellos de la Violeta que nos regala, por ejemplo, Nicanor Parra en su poema "Defensa de Violeta Parra." ¡Qué maravilloso hubiera sido si Andrés Wood hubiera intentado darnos esta Violeta! En la película falta mucho de la mujer que cautivó el mundo con la frescura de su personalidad y la sensibilidad de su espíritu.
Otro gran ausente en la película es Chile. Sólo vemos su geografía en el eterno deambular de la cantante, nada más. No existe el menor intento de contextualizar la realidad política y social en la que vivió, y que tanto influyeron en sus creaciones y su cosmovisión.
Un gran acierto de la película es, sin duda, la actuación de Francisca Gavilán. Hace una magnifica interpretación de Violeta Parra, -excepto por algunos excesos que comete al mostrárnosla como una mujer tosca, y poco femenina. Me parece que Wood lleva a Gavilán a caer en exageraciones y nimiedades que diezman su actuación y la historia en general. Por ejemplo, el empecinado esfuerzo de recalcar las marcas de la viruela en la cara de la niña Violeta. La vemos rodeada de la más precaria pobreza y abandono, y el director insiste en ponerla ante un espejo preocupada por las marcas en su piel.
Esta obsesión por la apariencia física se convierte en hilo conductor que nos lleva a una Violeta adulta al borde del suicidio, de nuevo en frente del espejo, observando sus cicatrices, sus estrías y su vientre flácido. Sin embargo, a diferencia de cuando era una pequeña, esta escena se justifica por su contexto: Violeta sigue amando a un hombre que la ha dejado por una mujer más joven. En la escena captamos su angustia, su pesar por el implacable paso del tiempo, su soledad, su desesperación.
El mundo de Violeta empieza a crujir bajo sus pies: la soledad, la falta de apoyo del público, el fracaso del espacio en el que pensaba seguir compartiendo su música y la de otros cantantes, la llevan a terminar con su vida a los cuarenta y nueve años. Al final del filme, la vemos exhausta, sin la fuerza que la caracteriza. Violeta decide suicidarse, y ponerle fin a una vida dolorosa y que ella siente, sin esperanza.
La película es una conglomeración de momentos de la vida de Violeta Parra, vistos por ella misma desde la antesala la muerte. Es un desandar los pasos andados. El director nos muestra sus ojos llorosos varias veces para recordarnos que lo que vemos es el balance vital de una mujer que está a punto de morir.
A pesar de las limitaciones, vale la pena ver "Violeta se fue a los cielos." Me gustó mucho. Es sumamente emotiva, a ratos nos hace reír, llorar y hasta entonar las canciones de la legendaria cantante. La película cierra con su canción más famosa: "Gracias a la vida," escrita un año antes de suicidarse.
Vi la película, y me quedé reflexionando en que hay seres humanos que por su complejidad parecen ser inabordables como personajes. Este es el caso de Violeta Parra. Andrés Wood intenta mostrar a Violeta en todas sus dimensiones, pero fracasa -aunque no del todo. Lo que vemos en la pantalla no es la vida de Violeta Parra, sino una interpretación, una visión un poco sesgada de este huracán de mujer.
La película muestra destellos de su complejidad, sin embargo, salimos del teatro sintiéndonos un tanto insatisfechos. Para mitigar las carencias del guión, el director recurre, una y otra vez, a la música y a las muchas entrevistas que nos dejó Violeta.
Me parece que son las canciones y las entrevistas las que salvan la cinta, junto a dos o tres escenas bien logradas. Éstas se imponen en el filme, ya que a través de ellas percibimos la total vitalidad de Violeta Parra. Nos la muestran profunda, vital, divertida, con gran sensibilidad e ingenio, deshacedora de convenciones sociales, valiente, e intensa en toda la extensión de la palabra.
En "Violeta se fue a los cielos" aparecen sólo destellos de la Violeta que nos regala, por ejemplo, Nicanor Parra en su poema "Defensa de Violeta Parra." ¡Qué maravilloso hubiera sido si Andrés Wood hubiera intentado darnos esta Violeta! En la película falta mucho de la mujer que cautivó el mundo con la frescura de su personalidad y la sensibilidad de su espíritu.
Otro gran ausente en la película es Chile. Sólo vemos su geografía en el eterno deambular de la cantante, nada más. No existe el menor intento de contextualizar la realidad política y social en la que vivió, y que tanto influyeron en sus creaciones y su cosmovisión.
Un gran acierto de la película es, sin duda, la actuación de Francisca Gavilán. Hace una magnifica interpretación de Violeta Parra, -excepto por algunos excesos que comete al mostrárnosla como una mujer tosca, y poco femenina. Me parece que Wood lleva a Gavilán a caer en exageraciones y nimiedades que diezman su actuación y la historia en general. Por ejemplo, el empecinado esfuerzo de recalcar las marcas de la viruela en la cara de la niña Violeta. La vemos rodeada de la más precaria pobreza y abandono, y el director insiste en ponerla ante un espejo preocupada por las marcas en su piel.
Esta obsesión por la apariencia física se convierte en hilo conductor que nos lleva a una Violeta adulta al borde del suicidio, de nuevo en frente del espejo, observando sus cicatrices, sus estrías y su vientre flácido. Sin embargo, a diferencia de cuando era una pequeña, esta escena se justifica por su contexto: Violeta sigue amando a un hombre que la ha dejado por una mujer más joven. En la escena captamos su angustia, su pesar por el implacable paso del tiempo, su soledad, su desesperación.
El mundo de Violeta empieza a crujir bajo sus pies: la soledad, la falta de apoyo del público, el fracaso del espacio en el que pensaba seguir compartiendo su música y la de otros cantantes, la llevan a terminar con su vida a los cuarenta y nueve años. Al final del filme, la vemos exhausta, sin la fuerza que la caracteriza. Violeta decide suicidarse, y ponerle fin a una vida dolorosa y que ella siente, sin esperanza.
La película es una conglomeración de momentos de la vida de Violeta Parra, vistos por ella misma desde la antesala la muerte. Es un desandar los pasos andados. El director nos muestra sus ojos llorosos varias veces para recordarnos que lo que vemos es el balance vital de una mujer que está a punto de morir.
A pesar de las limitaciones, vale la pena ver "Violeta se fue a los cielos." Me gustó mucho. Es sumamente emotiva, a ratos nos hace reír, llorar y hasta entonar las canciones de la legendaria cantante. La película cierra con su canción más famosa: "Gracias a la vida," escrita un año antes de suicidarse.
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