Alguna vez, cruzó por mi mente traspasar la puerta de nuestra relación platónica, y abrir la del túnel que conduce del platonismo contemplativo al desencanto de lo vivido. Incluso, llegué a asomarme a la línea divisoria entre ambos, pero en vez del desencanto, la exploración reafirmó lo estrictamente cerebral, y fracasó en lo sensorial.
La última vez que lo vi, pasamos la tarde frente al mar como dos adolescentes treintañeros, felices de poder disfrutar de nuestra presencia, de conversar libremente de esos temas que nos gustan, de acariciarnos el cabello, de posar leves besos en los labios y enredarnos los brazos entorno a la cintura.
Nos quedamos en la playa hasta que nos envolvió el opaco velo de la noche... Nos despedimos con un beso en la mejilla, y un envolvente abrazo mudo. Sin pensarlo, rompí el silencio al dejar escapar un "no te vayas, quédate conmigo." Cual si no me hubiera escuchado, se marchó, y desapareció en la oscuridad, ajeno de sí mismo.
Tragué un amargo nudo de saliva, que me supo a rechazo que no había sido, ni sería jamás. Me di la vuelta, y me encaminé a la solitaria habitación que me aguardaba. Por horas, la imagen de aquél hombre taciturno, hundiéndose en la oscuridad, revoloteó errática por mi pensamiento, hasta que un plácido sueño vino a calmar el ardor de mi ego herido.
Unos días después me escribió que era lo más hermoso que le había pasado y prefería no contaminarlo con la realidad. Decía que algún día le contaría nuestra historia a sus nietos. Suspiré confundida. Mi amigo no tiene ni siquiera hijos.
Aquella tarde de playa, puse punto final a aquel conato de relación.
La foto fue tomada de aquí
Uff!
ResponderEliminarLos que disfrutamos este espacio nos alegramos mucho cuando nos regalan entregas consecutivas y una de las tantas razones que podríamos dar se debe el tener la oportunidad de leer frases que nos regocijan al estilo de esta: "Alguna vez, cruzó por mi mente traspasar la puerta de nuestra relación platónica, y abrir la del túnel que conduce del platonismo contemplativo al desencanto de lo vivido".
ResponderEliminarEspero que la autora se hubiera equivocado y al cruzar la puerta esa en vez de desencanto de lo vivido hubiera encontrado el encanto de haber vivido la experiencia.
Pero soy un optimista y por eso no siempre muy realista.
Bello recuento. Al contárnoslo creo que has exorcisado su recuerdo y talvez lo has potabilizado y hecho digerible a la mente y los sentidos maltratados
Waldo, creo que es la tuya ha sido una apropiada reacción :P
ResponderEliminarFernando, muchas gracias por tus elogios. Por obligación lo soñado se transforma al tocar la barrera de lo vivido. Debe ser así, y eso no significa que sea malo.
Me alegro de que al final todo haya seguido igual que siempre, porque al pasar balance, no habría aportado nada imprescindible a la tarde, sino un momento de transitorio placer. A veces, es mejor dejar ciertas cosas en el baúl de lo no vivido :)
Abrazos a ambos.