Es otra vez martes 11 de septiembre. Otro día para recordar las víctimas inocentes que perdieron su vida en un día que empezó como tantos otros; otra oportunidad para recordarlos, para llorarlos, y para lamentarnos de no haber podido anticipar que ése sería su último día, y de que no haberles dicho todo lo que ya nunca podremos decirles.
Es otra vez martes 11 de septiembre para recordar que el cielo azul de La Ciudad de Nueva York se tiño de un espeso humo negro que por días nos ocultó el sol y nos robó la alegría. ¡Ah día aquél! Cómo olvidar que los que mejor la pasamos, no llegamos a casa, aunque después de horas interminables, pudimos llamar para decir que estábamos vivos, y que nos volverían a ver. ¡Cómo olvidar la angustia y el miedo de lo inesperado y lo desconocido! Y ¿qué del dolor de saber que habíamos despertado de un ilusorio sueño que otros jamás había soñado?... Sí, es otra vez martes 11 de septiembre, otra oportunidad para recordar que la seguridad e invulnerabilidad del suelo americano -que nos quieren vender los políticos- son sólo quimeras.
Es otra vez martes 11 de septiembre para volver a escuchar los aviones de guerra sobrevolando el cielo convertido en infierno. Es otra oportunidad para recrear el miedo de no saber cómo animar a unas caritas tristes que nos miraban en busca de respuestas. Es otra oportunidad para admitir que algún día nuestros hijos nos preguntaran dónde estábamos en ese preciso momento, y nosotros sin vacilar podremos contestarles haciendo uso de las vívidas imágenes que han quedado impregnadas en la memoria.
Es otra vez martes 11 de septiembre, otra oportunidad para reflexionar sobre el curso del mundo actual y nuestro papel en el escenario global. Es otra oportunidad -que igual que siempre los políticos obviarán, ya que se concentrarán en dividir el mundo entre malos y buenos. Es otra oportunidad para que éstos den riendas suelta a sus demagogias, y sigan manipulando el miedo y el dolor de los que vivieron aquel dantesco día.
Es otra vez martes 11 de septiembre, otra oportunidad que se nos escapará, para cuestionar lo que elegimos inculcarles a nuestros hijos. Es otra oportunidad en la que en vez de hablarles sobre causas y efectos, nos concentraremos en explotar sus más íntimos miedos, en exaltar nuestro egocentrismo, y en ver el mundo de desde una cúpula que no$ ha $ido legada por lo$ podere$ divino$. Y ¿por qué no? Es otra oportunidad para continuar fortaleciendo un patriotismo a ciegas, para limitar la capacidad de pensar críticamente sobre las políticas nacionales e internacionales, y para ignorar sus consecuencias en el ámbito global.
Es otra vez 11 de septiembre, otra oportunidad para llorar por todos los inocentes caídos, por todos los rincones del planeta, víctimas del terrorismo. Es otra oportunidad para revivir aquel fatídico día, y saber que los inocentes que cayeron, sólo fueron las víctimas de paso, como lo son a diario miles de víctimas en otras latitudes, y peor aún, que en este preciso momento seres inocentes siguen cayendo víctimas de terrorismo organizado bajo organizaciones clandestinas o banderas de estados. Es otra vez 11 de septiembre, otra oportunidad para ofrecerles una rosa blanca a los hombres de todas las razas y credos, con la débil -aunque no extinta- esperanza de que algún día deje de ser símbolo de un estado ideal, lejano y ajeno.
Imagen: Vía Artfullgive.com