sábado, 30 de marzo de 2013

Una vuelta por la ciudad

Este sábado me dediqué a andar por la ciudad como una turista más, una de esos con los que tropezamos a cada paso. Me mezclé con los curiosos hombres y mujeres, que a diario son presas de la magia de la Ciudad de Nueva York. Ésos que sin proponérselo, nos limitan el paso por las atiborradas aceras de Manhattan en nuestra constante carrera contra el tiempo.
Estuve en Central Park, Fui al Lincoln Plaza a ver Amour -después de haberlo pospuesto mil veces-, cené en Landmarc en Columbus Circle.  Caminé por horas, absorbiendo el maravilloso bullicio de la gran ciudad.

Fue un día espectacular que empezó a las nueve de la mañana, y terminó a las ocho de la noche. Esta vez no fui de excursión sola, como suelo hacer. Me acompaño mi amiga Karen, a quien no siempre veo, a pesar de vivir al cruzar de la calle. Suena increíble, pero es cierto. Eso es parte de la desgracia y magia de vivir en esta  ciudad.

Karen y yo nos despedimos a eso de las ocho. Su día aún no terminaba. Debía asistir a una cena para los integrantes de una banda musical con la que trabaja. La cena sería en algún hotel del bajo Manhattan. Yo estaba exhausta, por lo tanto, tomé el tren y me regresé a casa.

El próximo sábado hemos decidido volver a andar por Manhattan. Iremos al MoMA, especialmente, a ver The Scream que ha estado aquí desde octubre, y aún no hemos ido a verlo. Por nada del mundo, me quiero perder la oportunidad de ver este cuadro que tanto me intriga.

domingo, 17 de marzo de 2013

Hablemos de maternidad por adopción

Me gustaría adoptar cuando el momento sea oportuno. Ese momento lo he venido situando en un futuro lejano, después de lograr algunas metas, la mayoría de las cuales he logrado ya.

El querer adoptar no excluye el tener hijos biológicos, sino que sería una combinación de ambos métodos. Quería un niño biológico primero, y adoptaría el segundo. Según yo, el hacerlo en este orden, haría a mi futuro hijo adoptivo sentirse deseado. ¡Cosas mías!

Ese ha sido mi pensar por años, pero hoy mi realidad es distinta, y me obliga a repensar las cosas: soy una mujer soltera. Nunca he sido partidaria de tener hijos de cualquiera. Si sé que una relación está condenada a terminar mi instinto ha sido cuidarme de no quedar embarazada. 

Ayer hablaba con alguien de mis planes de adoptar, y me sugirió que me embarazara por inseminación artificial. Sin embargo, a mí ésta me presenta un sinnúmero de problemas éticos que no sé si pueda resolver, siendo el mayor la imposibilidad de que un niño sepa quien es su padre. Si mi madre me dijera a mí que soy el producto de un banco de semen, a mí eso me acarrearía grandes problemas existenciales. No soy capaz de poner a una criatura en esa posición. 

He aquí algunas razones por las que estoy considerando adoptar:
  • No he encontrado un hombre con quien quiera aumentar la especie. Al pensar en procrear siempre he pensado en la futura criatura antes que en mí. 
  • Prefiero brindarle mi amor y la oportunidad de una mejor vida a un niño cuyos padres no han podido o querido ofrecérsela, que atravesar un proceso antinatural de inseminación.
  • Creo que la adopción es un servicio a la humanidad. Es ayudar a resolver un problema que ya existe.
  • Estoy segura de que amaría a un niño adoptado igual que a uno biológico.Tengo gran capacidad para amar, especialmente a los niños.
Por lo antes dicho, he empezado a organizar todo lo necesario para adoptar como mujer soltera, lo cual sólo lo permiten alrededor de diez países en todo el mundo. Es un proceso largo, caro y difícil. Una adopción puede llevarse unos dos años, lo que para mí sería ideal; sin embargo, puede darse el caso de que sea una cuestión de meses. No estoy lista para ser mamá en tan poco tiempo, por lo tanto, ahora sólo investigo y me oriento sobre el proceso.

Por otro lado, la adopción es un tema tabú en la cultura hispana. Muchas personas no lo ven bien, y tratan de convencer a los que pensamos tomar ese camino de no hacerlo. Sin haberlo solicitado nos dan una lista de razones para no adoptar, muchas de las cuales son simplemente producto de su aprehensión y desinformación. 

No sé cómo reaccionará mi familia ante mi decisión de adoptar.Tengo que empezar a darle la terapia, y eso llevará algún tiempo. En lo personal no me importa lo que piensen, pero, no se trata de mí, sino del niño. No quiero que se sienta rechazado, como dije antes, lo más importante es su bienestar, y no mi necesidad de encontrar un nuevo propósito a mi vida. 

sábado, 9 de marzo de 2013

El consumismo limita nuestra experiencia vital

Nunca he sentido la necesidad de sucumbir al consumismo que permea en nuestra sociedad.  Se me hace detestable por varios motivos, siendo dos de los principales el modelo económico que lo promueve y la estupidez de los ciudadanos que no se dan cuenta que son peones en un tablero de ajedrez.

Me entristece ver gente que gasta lo que tiene y no tiene en consumir sin darse cuenta de que esta necesidad de consumir no es casual, sino orquestada desde los círculos económicos y políticos de la nación. Esta conducta lleva a que los pobres sean cada vez más pobres y los ricos cada vez más ricos. 

Hace unos días conversaba con una señora que me aconsejaba cambiar mi carro y mudarme a un apartamento mejor. Según ella, yo podía hacerlo ya que mi salario y estabilidad laboral me lo permitían. Sin embargo, aunque esto es cierto, a mí no me hace falta ni un apartamento ni carro nuevo. Me siento a gusto con mi carro de hace 9 años y con mi apartamento de hace 11. 

Prefiero usar mi dinero para viajar, ahorrar para cuando lo necesite, y ayudar, en lo posible, a mi familia y a organizaciones que están verdaderamente comprometidas con el bienestar de los menos afortunados. El dinero no me sirve para otra cosa. Muchos piensan que su valor como seres humanos depende de las cosas materiales que tengan. A mí me basta con vivir cómoda y poder hacer lo que quiera con mi dinero. 

Mi postura está sustentada en mis principios anti-consumismo y en una filosofía de vida de que sólo quiero vivir con lo necesario. En mi casa tengo lo justo, nada más. Soy humanista en espíritu y acciones; y creo que las cosas superficiales e innecesarias entorpecen la existencia y nos alejan de nuestra esencia humana. 

Admiro a aquellos seres que pueden tomar consciencia de lo dañino que es vivir para consumir, y hacen consciencia de que nuestras carencias existencialistas no se llenan con cosas materiales. Ésas sólo se mitigan con el amor, el ser solidario, el hacer lo que nos apasiona, el ayudar a los que nos necesitan, el dedicar parte de nuestro tiempo en este planeta a proyectos más grandes que nosotros mismos. Debemos hacer lo que podamos para mitigar el dolor de otros y ser agentes de cambio.

Mi forma de vivir surge de entender que soy parte de la fabrica social y humana de nuestro planeta, y no de que tengo un alma que salvar. No espero recompensa divina por mis acciones mientras dure mi residencia en la tierra. Mi única recompensa es el alivio de aquellos a quienes puedo ayudar y la satisfacción de haber hecho lo que estaba a mi alcance. Ni siquiera me interesa el agradecimiento, pues para mí, el privilegio consiste en hacer mi pequeña contribución a la familia humana.