sábado, 22 de octubre de 2011

Pavor

Iba yo arrastrándome con la lentitud de un molusco, apoyada en un bastón. Llegué a la esquina con mucho esfuerzo. Esperé el cambio de luz. Nerviosa, miré en ambos sentidos. Era mi turno de cruzar la calle.

Estaba a mitad de camino cuando apareció un hombre, que aparentemente, llevaba muchísima prisa. Frenó su carro de golpe, muy cerca de mí. Me petrifiqué. Volví a escuchar el estruendo sordo, sentí las bolsas de aire desplegarse y estrujárseme entre la cara y el pulmón. Me asfixiaba. Me vi atrapada de nuevo, inmóvil, ensangrentada.

Las imágenes empezaron a desfilar ante mí sin control. Eran una gran vorágine que amenazaba con tragarme. Seguí mi camino. Alcancé la esquina. Sentí que la sangre volvía irrigarme el rostro. Estaba temblando profusamente, me descubrí con el rostro contraído en una mueca de pavor.

Volví a casa llorosa, y con un martillo repicándome en las sienes. Tomé un analgésico, y esperé a que esté, y las lágrimas me devolvieran la paz perdida.

jueves, 6 de octubre de 2011

El circo que desata la muerte de un famoso

Ayer murieron Steve Jobs y Fred Shuttlesworth: un visionario ejecutivo y y un luchador incansable contra el racismo institucionalizado en Estados Unidos. Jobs es conocido, y llorado, por los cuatro rincones del planeta, mientras Shuttesworth muchos, ni si quiera, en su propio país saben quién fue. Esto ilustra nuestras prioridades como nación.

El aporte de Jobs a la tecnología es incuestionable. Sus productos han transformado la forma en como escuchamos música, lo que entendemos por celular, entre otras muchas cosas. Sin embargo, ¿lo eleva eso a un nivel de ser sobrenatural? No me parece. Sus contribuciones al mundo de la tecnología lo hace un visionario, un genio, un exitoso capitalista.

Me parece que ese derroche público de llanto estaría mejor dedicado a aquellos seres humanos cuyas existencias significaron un aporte a la calidad de vida de otros. Estoy consciente de que eso es algo retro, sentimental, idealista, para un mundo regido por un materialismo sin propósito, producto de nuestra deshumanización. De igual modo, me siento en la obligación de decirlo.

Me siento a escribir esto, no porque quiera criticar a quienes se han volcado a llorar a Steve Jobs como si fuera un familiar suyo o un Gandhi. No. Tienen el derecho de echarse un luto de siete años si así lo quieren; lo que me impulsa a escribir es que en esas dos muertes subrayan nuestra cosificación como especie. Poco nos importan los buenos actos, el sacrificio o la bonanza de los grandes hombres, al tiempo que procuramos elevar a calidad de dioses a las celebridades, y a un ingenioso ejecutivo.

¿Qué hizo Steve Jobs y Apple con sus millones de millones, que al final tristemente, no le sirvieron ni siquiera para salvar su vida? Una sola cosa: poner a nuestro alcance la mejor tecnología en comunicación, a veces con fervor sectario. Yo preferiría un mundo que llorara en público cuando nos deja una persona que ha puesto su vida en la línea por el bien común. Eso me parece justo, y no un circo, como lo que se desata cada vez que muere una persona súper famosa.

domingo, 2 de octubre de 2011

Vigilia

Todo está dispuesto para tu llegada. Cuando vengas, te leeré poemas. Compartiré una copa de vino contigo. Te susurraré al oído lo que no tiene sentido gritar. Escribiré poesía sobre tu cuerpo. Y haré de las alas de una mariposa, las nuestras.

sábado, 1 de octubre de 2011

Barack Bush o George Obama

La historia nos enseña que el poder corrompe al más noble de los hombres. Hemos visto lideres cuyos objetivos eran mejorar la vida de su pueblo, terminaron siendo sus verdugos. Por esto, simplemente por esto, los ciudadanos deberían vigilar muy de cerca a sus gobernantes. Sin embargo, muchos se ofuscan, y en el proceso, pierden la capacidad de pensar críticamente, reconocer los errores de los líderes y exigir un cambio de curso.  A los políticos no hay que darles jamás carta blanca para que hagan y deshagan con impunidad. Ocurre a menudo que cuando el presidente actual representa nuestra ideología  política, bajamos la guardia y nos olvidamos de vigilar sus acciones. Esto es un gravísimo error.

Para nadie que haya leído este blog, debe ser un secreto que yo apoyé la candidatura de Barack Obama. Sin embargo, eso no significa que tenga que apoyar todas sus equivocadas decisiones. Uso mis cuentas en Twitter y Facebook para denunciar las canalladas que comete. El criticar al niño lindo de la izquierda me ha costado varios encontronazos con sus fervientes y ciegos seguidores. A mí me da igual. Me parece increíble que gente con la que, por lo general, coincidía, hoy estoy en total desacuerdo. No es que los acontecimientos a los que nos oponíamos antes hayan cambiado, no, tal vez, estén mucho peor. Lo único que ha cambiado es el ejecutor de esas acciones.

Es tal el descaro de la izquierda que le celebra al actual presidente las mismas atrocidades que le criticaban al anterior. Me parece patético. Por ejemplo, en política internacional Obama ha sido simplemente una fuerza arrolladora. Estados Unidos está involucrado en seis guerras: Iraq, Afganistán, Somalía, Yemen, Pakistán, y Libia. La excusa más común es que Obama heredó de Bush un total desastre. Es cierto, pero, también lo es que, en muchos casos, con una orden ejecutiva Obama habría podido cambiar de curso, si lo hubiera querido, pero no lo ha hecho porque no le conviene políticamente. Tiene que preservar el statuo quo. Punto. Esa es la verdad.

Sin embargo, para la mayoría de los seguidores peleles de Obama, éste ha hecho un excelente trabajo en política extranjera, especialmente en Libia. Nada más lejos de la realidad, Obama es un digno jefe de su ejercito imperialista. En conjunto con los igualmente corruptos miembros de la OTAN, Obama invadió un país que no representaba ningún peligro para nadie. Se aprovecharon de varias coyunturas, y provocaron otras tantas, para justificar una intervención militar, cuyo único interés era preservar sus intereses económico y militares en la región.

Lo único que Obama ha hecho mejor que Bush en política extranjera es sonar menos ignorante, y formular oraciones mejores construidas, pero ¿de qué sirve eso? si al final las bombas siguen cayendo, igual que siempre, sobre gente inocente. La presidencia de Obama ha confirmado que no importa quien gobierne, Estados Unidos seguirá militarizando el planeta hasta que haya un cambio radical en la mentalidad de los ciudadanos. Hay mucha gente que no apoya el sistema, y de vez en cuando, aparece una chispa que salta con el potencial de iniciar una buena sacudida de consciencias.

Soy pesimista por obligación, y me pregunto si tal cambio es posible. La respuesta no es muy alentadora, pues, las mentes y las almas del pueblo estadounidense están totalmente envenenadas por la ambición, el egocentrismo y una falta de empatía sin limites. Por lo pronto, me sigo quejando, y mi voto jamás significará la suspensión de mi sentido crítico. Aunque eso sirva de poco,  es mejor que ser una más del rebaño de ovejas que siguen al presidente incondicionalmente.