miércoles, 2 de marzo de 2011

Ella

Anoche volví a verla. Estaba de perfil. Llevaba el pelo rizo, alboratado; los rizos le caían ligeramente sobre los hombros y se derramaban sobre la mejilla cual tallos de trigo al vaiven del viento. Estaba conversando con un hombre al que conozco perfectamente, a su alrededor mucha gente caminaba de prisa.

Intenté reconocer su rostro, y advirtiendo que la buscaba en la distancia, se apartó de aquel hombre que la miraba fijamente. Se precipitó hacia la muchedumbre calle abajo, y desapareció como tantas otras veces. Un golpe de amargura se me ancló en la garganta al comprender que ella existía sólo en mis sueños, y que nunca descubriría su rostro a la luz del día.

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