miércoles, 30 de marzo de 2011

Gadafi, Libia y sus rebeldes

La situación en Libia se ha convertido en una vorágine que amenaza tragarse a todo cuando entra en contacto con ella. En un principio tuve la ilusión de que el levantamiento en Libia desembocarían en un cambio político, como hemos visto en Túnez y Egipto. Por unos días, imaginé una Libia democrática, pero pronto me percaté de que los rebeldes libios eran distintos a los otros manifestantes.

Durante las masivas protestas en Egipto, pasaba horas pegada a Al Jazeera, y en Twitter fascinada por la lucha de los egipcios de todos los estratos sociales. Había una clara conexión entre lo que ocurría en el terreno, y lo que se decía en Twitter y otros medios en el Internet. Era obvio que los que estaban haciendo la revolución virtual, también estaban enfrentándose a las fuerzas de Mubarak en las calles. Sabíamos  lo que pensaban, y los vimos, en vivo y directo, enfrentarse a los más brutales ataques del dictador, equipados con su determinación y con escudos y armas improvisados con lo que podían encontrar en las calles.

No ocurría lo mismo en Libia. Estos rebeldes estaban armados, y pedían, incesantemente,  una intervención militar extranjera. Sus palabras no cayeron en oídos sordos. Hillary Clinton se reunió con representantes de ellos. Su pedido era claro: necesitaban que la ONU impusieran una Zona de Exclusión Aérea sobre Libia. A partir de entonces, la retórica proveniente de ambos, los rebeldes, y de sus amigos intervencionistas empezó a pintar un cuadro de genocidio, si la comunidad internacional no actuaba. Y, se hablaba de la Zona de Exclusión Aérea como si fuera la más benignas de las acciones, y no el primer paso hacia la intervención militar. No se notaba el menor reparo en la devastación que dicha medida infringiría a la población civil.

Este elemento era nuevo en la creciente ola de revueltas de los países árabes. No se había manifestado, hasta entonces, ni de manera tan tajante y tan apresurada, un pedido de intervención militar extranjera. De hecho, los líderes del movimiento egipcio, inclusive después dela destitución de Mubarak, se negaron a reunirse con Hillary Clinton. Además, a diferencia de los otros, estos rebeldes libios estaban armados.

Empecé a sospechar de que el levantamiento, tal vez, no era sintomático de un descontento generalizado como habíamos visto en  Egipto y Túnez.  Egipto, mientras mas brutales los ataques de Mubarak a los manifestantes, más gente salía a protestar a la calle. Se puede decir que fue eso lo que evito que Hosni Mubarak lanzara un ataque masivo contra ellos que causara un mayor derramamiento de sangre. ¿Acaso podía acribillar a cientos de miles de personas? Era imposible.

En Libia ocurría lo contrario. El levantamiento parecía ir apagándose día a día. ¿Era ésa la razón por la que los insurgentes insistían tanto en la Zona de Exclusión Aérea? ¿Temían que la insurrección fuera extinguida por Gadafi sin la ayuda extranjera? Los rebeldes en su miopía y obsesión por derrocar a Gadafi le cedieron  el país a intereses extranjeros, y dieron así por terminada su revolución. ¿Acaso son tan imbéciles estos sublevados para no darse cuenta de que en el momento que pidieron ayuda  a la ONU ya habían perdido?

Nunca he sido partidaria de Gadafi, aunque no niego que ha transformado a Libia, en muchas áreas, para bien. Su mayor logro ha sido elevar el nivel de vida de los libios, al usar los recursos del país para mejorar su calidad de vida. Sin embargo, no me uno al clamor idealizador de Gadafi por parte de la izquierda latinoamericana. Para mí, no es suficiente con que un caudillo erradique las fuerzas colonialistas que desangran un país, si para lograrlo se convierte en un tirano que gobierna con puño de hierro, coartando las libertades civiles y aterrorizando la población; mientras por otro lado, va implementando los  mecanismos políticos que garanticen su presencia vitalicia en el gobierno.

Por lo ante dicho, apoyo la insurrección, repudio la dictadura, pero rechazo rotundamente la intervención militar. Soy de las que pienso que si el movimiento no contaba con el apoyo de las masas para forzar a Gadafi a dejar el poder, era símbolo de que el tiempo no había llegado. El cambio para ser genuino y sostenible, debe provenir del pueblo, jamás de las manos de tropas extranjeras. Tras doce días de ataques aéreos, Gadafi sigue en el poder, y a pesar de los daños infringidos a las defensas aéreas, no hay indicación de que haya perdido terrero; por el contrario, los rebeldes no han podido avanzar en sus objetivos y están en constante retirada. Se podría decir que han retrocedido al mismo lugar donde se encontraban antes del bombardeo aéreo. ¿Qué se ha logrado entonces? Nada positivo.

Los bombardeos de los Estados Unidos han agudizado la crisis: ha aumentado el número de civiles muertos, hay miles de desplazados y el país está siendo pulverizado por las bombas; todo esto ocurre con el beneplácito de unos rebeldes de no muy fidedignas procedencia, quienes parecen amalgamar un sinnúmero de intereses que no nos quedan del todo claro. Estoy segura de que hay gente con intenciones genuinas, que lucha por liberar a Libia del poder de Gadafi, pero también los hay que lo hacen por sus propios intereses, cualesquiera que ésos sean. Mientras tanto, en el medio del caos, está la población civil, indefensa, víctima de la lucha de poder de unos buitres, cuyos intereses están lejos de ser los del pueblo libio.

Esta película la hemos visto tantas veces, pero la memoria de algunos es tan fugaz. Libia es otra Iraq, otra nación en la que Estados Unidos y sus aliados se aprovechan, o provocan una crisis interna para intervenir militarmente y decidir el destino del país. Libia, al igual que lo estaba Iraq, es un país que por décadas estuvo fuera del alcance de la avaricia occidental, y en la era de la globalización, ésa es una infracción escasamente perdonada. 

martes, 22 de marzo de 2011

La ONU: emisaria de la muerte

La ONU se estableció en 1945 para consolidar el poder político y económico de las potencias emergentes. Los Estados Unidos siempre ha tenido un lugar “especial” en la organización, y por ello, las resoluciones que introducen siempre son aprobadas por el consejo, y las que no apoya son rechazadas. Este privilegio, le ha permitido a los Estados Unidos y sus aliados invadir medio mundo y "sobornar" a los países con menos recursos con todo tipo de "ayudas" para que los apoyen.

El consejo de Seguridad de la ONU está integrado por 15 países, de los 192 que componen la organización. Sólo cinco de ellos son vitalicios -Estados Unidos, Francia, Inglaterra, China y Rusia y tienen poder de veto.

Veamos el caso más reciente. La intervención militar en Libia, perdón, debí decir la Zona de Exclusión Aérea. El 19 de marzo el consejo de Seguridad de la ONU” se reunió para votar sobre la resolución UNSCR-1973 sobre Libia. La resolución fue presentada por Francia, con el “apoyo” de los cuatro amigos y de la Liga Árabe. El hecho de haberse reunido significaba que ya se había hecho un trato con los rebeldes, y se había llegado a acuerdos con los miembros del consejo a cambio de los votos necesarios para aprobar la Zona de Exclusión Aérea sobre Libia.

La suerte de Libia había venía decidiendo desde hace semanas (Maximilian Forte).  Igual que siempre, los tratos se hicieron a puertas cerradas y el teatro de la votación fue televisada. Hubo votos a favor y abstenciones, como se había establecido. ¡Qué gran sorpresa!

La Zona de Exlcusión Aérea fue aprovada por diez de los miembros del consejo. Los otros vendieron su silencio -y ahora tienen las agallas de hablar con la prensa denunciando la intervención. Rusia y China no tienen autoridad moral para criticar la intervención porque ambos pudieron haberla evitado. Por lo menos, los emisarios de la muerte alinearon coherentemente sus votos y sus bombardeos.

Es hora de empezar una campaña global denunciando la ONU y pidiendo su disolución. En el mundo habría menos guerras sin el Consejo de Seguridad de la ONU. Todos aprenderían a resolver sus problemas, en vez de ir a pedir ayuda a quien tiene más armas, o visto de otro ángulo, quien tiene más armas no tendría excusas "legitímas" para usarlas.

Hay algo profundamente perturbador e inmoral en que exista una institución que decida qué Guerra es legítima y cuál no lo es, y que sus miembros se beneficien económica y políticamente de ello. La Organización de las Naciones Unidas es un fraude y una amenaza para todos.

domingo, 13 de marzo de 2011

Blasfemia

Los creyentes se aferran ciegamente a la idea de que Dios está en control de todo lo que ocurre en el mundo. A mí, eso se me hace bastante problemático, porque ¿qué clase de dios es ése? Su trabajo deja mucho que desear ya que el mundo es un caos que parece girar fuera de control.  Esto viene a colación debido a que desde anteayer la frase #prayforJapan es un "trending topic" en Twitter.Me pregunto ¿qué uso tiene rezarle a un ser que permite tales desastres pudiendo haberlos evitado?

A mí se me hace mucho menos doloroso pensar que no hay tal Dios, y que las catástrofes nos llegan por motivos físicos o geográficos sin la complicidad de tan soberbio ser supremo. Me resulta  macabro, y poco divino, el permitir tales catástrofes para luego intervenir gracias a las plegarias de unas criaturas desgraciadas que le ruegan que se apiade de ellos en medio de su dolor.
Me disculpo con los que se sientan ofendidos con este post, pero es lo que pienso, y no voy a autocensurarme para quedar bien. Tienen todo el derecho de sentirse ofendidos y de criticarme.

sábado, 12 de marzo de 2011

Si la Rep. Dominicana fuera Japón

Catástrofes como las que acaban de ocurrir en Japón nos sirven de recordatorio de las limitaciones del ser humano. Japón es una nación rica, y la más preparada del mundo para lidiar con terremotos y sus secuelas. Sin embargo, la embestida de la madre naturaleza fue tal que aun con todos los recursos y la preparación Japón no ha podido contener del todo las consecuencias del terremoto. Los efectos de la explosión de la planta nuclear serán devastadores. El ver un gigante herido nos recuerdan nuestra vulnerabilidad ante la madre naturaleza, y nos hacen pensar en el estado en el que estuviera un país sin tal preparación ni recursos. 

La situación podría ser mucho peor si el país afectado no fuera Japón. Ya tuvimos la catástrofe de Haití hace poco más de un año, y esta semana se difundió un estudio llevado a cabo por Columbia University en el que se advierte a la República Dominicana sobre un posible terremoto de gran magnitud y sus nefastas consecuencias.  Esto no es noticia para ningún dominicano ya que dicho sismo se ha venido esperando en el país por años, a pesar de que hasta ahora nos hemos librado. Uno se pregunta hasta cuándo tendremos suerte, porque nada es para siempre.  El último gran terremoto que afectó el país ocurrió en 1946 de magnitud 8, seguido cuatro días después por una réplica de 7.6.  Increíblemente, sólo murieron 100 personas, y su muerte fue causada por el tsunami que provocó el sismo, si tal terremoto ocurriera hoy el número de víctimas sería muy superior. 

A pesar de que un terremoto en el país es sólo cuestión de tiempo, las autoridades dominicanas han hecho poco o nada para poner un plan en marcha que pudiera minimizar los daños y salvar vidas.Estoy consciente de que esperar que el gobierno dominicano haga algo al respecto de cualquier situación es pedirle peras a los olmos, debido a la total ineptitud y corrupción que caracteriza el actual gobierno, y sus predecesores. Mientras tanto, el pueblo dominicano sigue apostando a que la madre naturaleza se siga compadeciendo él.

domingo, 6 de marzo de 2011

Entre ángeles y sombras

Un buen escritor es, ante nada, un maestro de la seducción. Al adentrarnos en su mundo, una cae tendida en su red sin darse la menor cuenta, cuando se quiere reaccionar ya es tarde porque se ha apoderado de cada poro de nuestra piel, se implanta en nuestro pensamiento y se ha anclado en nuestra alma.

Recientemente fui seducida por un escritor: Carlos Ruíz Zafón. Nuestra historia empezó un día del 2010 mientras estudiaba latín con mi amigo Peter. Éste me dio un libro y me prometió que me iba a gustar. No presté mucha atención porque era un armatoste de alrededor quinientas páginas y yo jamás había escuchado hablar de tal escritor. Consideré que mejor lo ponía en reserva, y no afrontaba tremenda empresa si quería enfocarme en mis pendientes universitarios.

Ya hace algún tiempo que tomé el examen para el que me preparaba, y mi nuevo amigo quedaba olvidado en un rincón de la sala. El otro día, uno de esos que me hacen falta ganas, y me sobra el quehacer, lo saqué del librero y lo empecé a leer. Me leí cien páginas de un tirón, olvidándome del mundo a mí alrededor. Me lo traje a España y me lo devoré en un par de días: mientras viajaba en el autobús, esperaba que llegara el sueño por las noches o cualquier otra ocasión.

Sin proponérmelo, ni saberlo me convertí en aquel personaje de un cuento de Borges que apenas podía contener las ganas de continuar leyendo Las mil y unas noches. Por suerte, a diferencia de Juan Dahlmann, yo no me di ningún porrazo que me llevara al quirófano por ir con prisa a leer mi libro. Lo que si tenía eran todas sus ganas de desenredar aquella historia, que oración a oración se desenvolvía ante mis ojos cómplices, y mi más sincera admiración por aquel mago de las palabras y la sugestión que lo había concebido.

El libro que me ha hechizado es La sombra del viento. Es un libro del 2002 pero yo jamás había escuchado hablar de él. Llegó a mi vida, como casi todos los más grandes amores, sin estarlo esperando. Es cierto que muchos de ellos nos decepcionan , ya sean libros o hombres de carne y hueso, pero por un rato nos mantienen ilusionados, soñando con la gloria. Lo bueno es que tanto amantes como escritores pueden salir de nuestra vida en el momento que dejan de tener nuestra atención porque ya han perdido su esencia, su magia. Por lo pronto, estoy disfrutando de mi nuevo romance, y tengo la ilusión de que será uno duradero. El que me haya leido dos de sus novelas (La sombra del viento & El juego del ángel) en dos semanas es un muy buen comienzo

Escrito en Madrid, el 2 de marzo de 2011

miércoles, 2 de marzo de 2011

Ella

Anoche volví a verla. Estaba de perfil. Llevaba el pelo rizo, alboratado; los rizos le caían ligeramente sobre los hombros y se derramaban sobre la mejilla cual tallos de trigo al vaiven del viento. Estaba conversando con un hombre al que conozco perfectamente, a su alrededor mucha gente caminaba de prisa.

Intenté reconocer su rostro, y advirtiendo que la buscaba en la distancia, se apartó de aquel hombre que la miraba fijamente. Se precipitó hacia la muchedumbre calle abajo, y desapareció como tantas otras veces. Un golpe de amargura se me ancló en la garganta al comprender que ella existía sólo en mis sueños, y que nunca descubriría su rostro a la luz del día.