jueves, 24 de septiembre de 2009

Espejo roto

He estado releyendo El túnel de Ernesto Sábato. Esta vez -más que ninguna antes- he reparado en la escena del cuadro dentro del cuadro que pinta Juan Pablo Castel.
En este sentido he sido Maria Iribarne. Aunque no es la primera vez que me fijo en ello, esta vez lo sentí distinto. Quizá sea porque yo también he experimentado la sensación de Castel al verse desnudo frente a los ojos de un extraño, que en poco tiempo deja de serlo.

Los sucesos que desencadenan el descubrimiento de María -y la plena consciencia de ello por Castel- es un asesinato. Sin embargo, hay tantas formas de matar. Y tal vez, la más insoportable no sea la muerte física. ¿Es la desaparicion física de María Iribarne lo más terrible que ocurre en la trama? No lo creo.

Juan Pablo Castel es la verdadera víctima -de sí mismo y de un mundo poco hospitalario, incoherente, y por qué no absurdo. Sin embargo, es más fácil central la atención sobre su despiadado acto, y obviar que el también agoniza en vida.

No me queda claro si existe víctima o victimario en mi historia. Sólo sé que las apariencias suelen ser traicioneras.

2 comentarios:

  1. Si, las cosas muchas veces no son lo que aparentan, aveces los primeros engañados somos nosotros, maestros del autoengaño, sospiro

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  2. Asi es Sandy nos hacemos los ciegos aun cuando tenemos la evidencia ante nuestros ojos :(. ¡Qué levamos a hacer! Aguantarnosla como podamos hasta que pase la resaca de los daños.

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